Edición

Borrar
SOCIEDAD

Un mundo visible pero difícil de observar

J. A.

Jueves, 1 de octubre 2009, 03:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Mercurio es visible a simple vista, pero no es fácil de observar. Su cercanía al Sol hace que sólo se pueda apreciar su brillo al atardecer o al amanecer y únicamente en las fechas en las que se encuentra más alejado del disco solar. En una noche ideal y en las latitudes adecuadas es posible admirarlo durante unos 40 minutos. Se dice que Nicolás Copérnico no pudo verlo nunca, a causa de las brumas que se forman en Cracovia al amanecer y al ponerse el Sol. Edmund Halley, descubridor del cometa que lleva su nombre, tuvo más suerte y observó el paso del planeta frente al Sol desde la isla de Santa Helena en 1677.

Las sucesivas observaciones permitieron conocer su tamaño -4.880 kilómetros de diámetro-, su distancia media al Sol -unos 58 millones de kilómetros- y la duración de su año, equivalente a 88 días terrestres. También se concluyó que, por su cercanía al Sol, no debía de tener atmósfera. Pero hasta el vuelo de la 'Mariner 10' (1973-1975) poco más se pudo averiguar. Algunos científicos apuntaron que probablemente tardaba en girar sobre su propio eje 88 días, los mismos que alrededor del Sol, por lo que suponían que al igual que la Luna muestra una sola cara hacia la Tierra, Mercurio hacía lo mismo con el Sol. Por lo tanto un lado del planeta estaba sometido a un día perpetuo con temperaturas infernales, mientras que el otro era un páramo helado. Así lo describió el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov en 'El gran Sol de Mercurio', una novela juvenil publicada en 1956.

Un día muy extraño

En 1965 el uso de las ondas de radar cambió este panorama. En efecto, Mercurio tarda 88 días en girar alrededor del Sol, pero 'sólo' 59 en hacerlo sobre su propio eje, lo que produce un curioso fenómeno. Un hipotético 'mercuriano' o un astronauta que pudiera situarse en la superficie del planeta observaría que la combinación de ambos movimientos produce un intervalo de 176 días terrestres entre dos salidas de Sol. Las temperaturas son extremas. De día se superan los 430 grados centígrados. En comparación, se puede recordar que el pan se hornea a 280 grados. De noche la temperatura desciende hasta los 130 bajo cero. A causa de la falta de atmósfera -el planeta tiene una ligerísima exosfera- el paso del calor al frío es inmediato. Los bruscos cambios de temperatura hacen que las rocas estallen literalmente en la superficie.

La cercanía al Sol es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las sondas que viajan a Mercurio. De hecho, buena parte de la estructura que forma la 'Messenger' es un escudo de material refractario al calor que protegerá los instrumentos de la nave durante el tiempo que funcione, hasta 2012. Esta vez no será necesario esperar 30 años, porque el relevo llegará en 2019 y lo hará desde Europa. La Agencia Espacial Europea (ESA) tiene previsto lanzar en 2014 la sonda 'BepiColombo' en 2014, una nave compuesta por dos orbitadores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios