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FERNANDO PESCADOR
Martes, 29 de septiembre 2009, 03:57
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La Comisión Europea está preocupada por el daño que los dispositivos portátiles de música pueden llegar a ocasionar a los oídos de los europeos, si se utilizan a pleno volumen. Por eso, ayer tomó medidas. El Ejecutivo comunitario dio órdenes a un organismo que se ocupa de estas cuestiones, de nombre Cenelec, para que se elaboren normas de seguridad comunes, a fin de evitar que estos aparatos se conviertan en una fuente cierta de sordera a medio plazo para sus usuarios.
La Comisión estima que entre un 5 y un 10% de las personas que circulan por la Europa comunitaria con auriculares enchufados a ese tipo de aparatos «corren peligro de sufrir lesiones auditivas irreversibles», lo que vienen a ser unas 10 millones de personas. El personal de riesgo es aquel que escucha todos los días más de una hora de música a volumen elevado. «Se pueden alcanzar niveles de escucha verdaderamente nefastos (para los oídos) con una gran facilidad», decía ayer la comisaria Meglena Kuneva, responsable de Salud, durante una rueda de prensa en la que advertía a los jóvenes de los riesgos en los que incurren con estas prácticas. «Las lesiones auditivas sólo se manifiestan al cabo de los años, cuando es ya demasiado tarde», advirtió.
Lo que la Comisión y los Estados miembros plantean a los fabricantes de aparatos portátiles de música, incluidos los teléfonos, es que dispongan de unos reglajes en origen que sitúen los niveles normales de audición en intensidades no perjudiciales para los oídos. Los usuarios podrán modificar esos niveles, pero sólo si son «informados de forma fiable y apropiada» sobre el riesgo que esto conlleva.
No será obligatorio
El mandato no especifica las técnicas que los fabricantes deberán utilizar para alcanzar el objetivo establecido, a fin de no interferir con la investigación específica de cada uno de ellos, pero los límites son claros: el tiempo de exposición a niveles de 80 decibelios debe quedar limitado a 40 horas semanales y a sólo cinco si el volumen aumenta hasta 89 decibelios. No obstante, sugiere medidas como la inclusión de mensajes de advertencia en el etiquetado o en la pantalla digital de los aparatos.
El organismo europeo de normalización abrirá ahora un periodo de consultas con científicos, usuarios e industriales, para definir la nueva norma, que no será de obligado cumplimiento, pero que se impondrá por la fuerza de los hechos: los fabricantes que no la asuman tendrán que demostrar, a su costo, que sus productos son seguros. Los nuevos estándares entrarán en vigor tras su publicación en el Boletín Oficial de la UE, y afectarán a los productos que se fabriquen a partir de ese momento.
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