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Lavados de estómago y de cerebro
SOCIEDAD

Lavados de estómago y de cerebro

Los empleados del 'Rey del Pop' narran los detalles estrambóticos de sus últimos días

MERCEDES GALLEGO

Lunes, 29 de junio 2009, 11:22

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Con el cerebro de Michael Jackson en formol y su cuerpo aún sin capilla ardiente en la que velarle, quienes rodearon al 'Rey del Pop' en sus últimos años de vida han empezado a narrar la decadencia final con toda clase de estrambóticos detalles. Los más jugosos que alimentarán el morbo público vienen de Londres. De Los Ángeles, sólo una investigación inconclusa en la que aparentemente nada ha aportado la larga declaración del médico personal del cantante, Conrad Murray, interrogado sólo como testigo.

Tampoco hay fecha para los funerales ni resultados públicos de la segunda autopsia encargada por la familia, que al ser privada se espera más rápida que las seis semanas de la oficial.

Por el contrario, la niñera ruandesa que trabajó con Jackson durante 17 años hasta diciembre pasado, cuidó a sus tres hijos y acabó convirtiéndose en una influyente secretaria personal, ha contado al diario 'Times' que el cantante mezclaba tantos medicamentos que a menudo tuvo que lavarle el estómago». Hubo un periodo en que estaba tan mal que no dejé ni que los niños lo vieran... Siempre comía poco y mezclaba demasiado», aseguró Grace Rwaramba, de 42 años. Además del famoso demerol, un narcótico sintético similar a la morfina que presuntamente le inyectó Murray 50 minutos antes de que se le detuviera el corazón, Halpering habla de oxy contin, apodado 'hillbilly heroin', que da un subidón instantáneo.

Antidepresivos y antisicóticos estaban también en el cóctel desde hace décadas. Rwaramba clama que la razón por la que el cantante la despidió varias veces fue porque llamó a su madre y a su hermana para pedirles que le convencieran de que tenía que abandonar esas adicciones.

La mujer que le puso en contacto con los miembros de la Nación del Islam ha regresado a EE UU para prestar declaración ante las autoridades. Ella misma acusa ahora a la organización de supremacistas negros que fundase Louis Farrakham de haber estafado al cantante en los últimos años.

Los maromos de color con fama de violentos aparecieron visiblemente junto al 'Rey del Pop' en 2005 durante el juicio de Santa María en que se le acusó de abusar sexualmente de un niño que padecía cáncer. Desde entonces se convirtieron en sus guardaespaldas y el propio yerno de Farrakham, Leonard Muhammad, se encargó personalmente de dirigir sus finanzas, según ha contado el biógrafo británico que prepara un libro sobre sus últimos años.

«Michael no tenía ni idea sobre dinero», aseguró la niñera. Aceptó una propuesta para hacer una aparición en Japón por un millón de dólares. Después de que todo el mundo tomara su parte, se quedó con 200.000 dólares».

En una secta islamista

A finales del año pasado apareció también otra figura siniestra, un tal Tohme Tohme que a veces se presentaba como médico ortopédico de Jackson y otras como portavoz, pero que según Halpering es un empresario libanés que tiene nexos con la secta islamista de Chicago y carece de licencia médica. Ambas fuentes coinciden que ese entorno le presionó para firmar el mastodóntico contrato de 50 conciertos en Londres para los que se preparó hasta la extenuación, sin fuerzas ni voz para cumplir con ellos, pero motivado por las perspectivas de bancarrota y el deseo de restituir su éxito.

«¡Cincuenta actuaciones! Le dije: '¿Pero que estás haciendo?', y él me contestó: 'Sólo he firmado por diez'. No sabía lo que estaba firmando. Nunca lo supo», relató la asistente. En eso también coinciden ambos, sólo que Halpering llega más lejos. Según él, el estado físico de Jackson estaba tan maltrecho que ni siquiera podía cantar debido a problemas respiratorios. A su alrededor todos confiaban en que fuera capaz de reproducir su famoso baile del paseo por la luna sobre el escenario del 02 Arena, cuya tecnología para sincronizar música con el movimiento de los labios se supone entre las mejores del mundo.

«No está funcionando», le confesó Jackson el domingo pasado, bañado en lágrimas, a la fuente del biógrafo. «Mejor estaría muerto. No me queda nada, estoy acabado». Halpering ni siquiera cree que fuera a poner un pie en el escenario el próximo día 8. De hecho, hace tres semanas que debería haber estado en Londres y seguía posponiendo el viaje que nunca se produjo. La fama que añoraba, sin embargo, volvió con el beso de la muerte.

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