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BRÍGIDA GALLEGO-COÍN
Viernes, 13 de marzo 2009, 03:14
Como una explosión de luz tras la oscuridad del invierno o de tantas cosas que pueden ensombrecer la vida y el espíritu. Fue el sentimiento que transmitió la inauguración de la última exposición de Pedro Garciarias 'Yegen, jardín de montaña'. Toda una fiesta de la amistad, de la primavera, del renacer. La pintura que Garciarias ha realizado en su jardín árabe de Yegen se dio la mano con la Sonata 'Aurora' de Beethoven, que interpretó Juan Gallego-Coín y con los versos del poeta Francisco Acuyo, creados especialmente para esta ocasión. Armonía y belleza para celebrar muchas cosas pero, sobre todo, el pálpito de la vida. «Estos cuadros fueron pintados, casi en su mayoría, en unos días de agosto muy especiales, en unos días que yo llamo de resurrección, tras salir de una grave enfermedad a la que desafié», comenta Garciarias.
En su jardín salvaje y primitivista de Yegen, abierto al sur del sur y en verano a la salida del sol, Garciarias ha encontrado la fuerza y la inspiración para estos 28 cuadros que inundan de la luz de verano, bajo la que fueron pintados, las paredes del hotel Ladrón de Agua. «Estorninos, gorriones, las golondrinas que se marchan antes de la última semana de agosto, las abejas divirtiéndose con las jedreas y las hiedras que están en plena floración, las rosas, la camelia japónica, las hortensias, dalias y agapantos que descansan tras la poda de todas sus flores; la higuera que nos regaló decenas de sabrosísimos higos y el rumor de la acequia cantarina. Todos los habitantes del jardín están en mis cuadros», dice.
El proceso para recogerlos es «dejarse colorear» por el jardín, dice Garciarias, siempre en comunión con las palabras de Monet «sólo quiero reproducir lo que hay entre el motivo y yo, no el motivo». Su estilo se basa en no copiar ni representar. «Lo he mirado intensamente, lo he disfrutado, vivido, me he dejado colorear por él y, ahora, lo presento transformado. No presento un jardín sino lo que me permite estar en él. Y siempre está presente esa línea de horizonte, que cruza todas las pinturas, y que esconde el mar, ese mar que en los días sin nubes se divisa desde Yegen».
La poesía, muy presente
La poesía también es fundamental en la obra de Garciarias. Juan Ramón, Federico, Cernuda, Brines, Elena Martín Vivaldi; los místicos del XVI, sobre todo, San Juan de la Cruz o Ibn Arabi que tanto sabía del jardín, por citar a algunos, junto a sus tres poetas cubanos imprescindibles: José Lezama Lima, Dulce María Loynaz y Gastón Baquero. Garciarias asegura que el espíritu de su última exposición lo resume, perfectamente, el poema de Juan Ramón Jiménez que comienza con los versos 'Jardín grato (¡alma mía!) de mi casa de carne; cual mi casa al jardín, te siento, sin mirarte'. «Fue muy curioso porque pensando en la exposición, llevaba un libro de Juan Ramón en la mano. El libro se me cayó y, como por arte de magia, se abrió, precisamente, por este poema que tan bien define mi última obra».
Garciarias da las gracias a sus amigos por colaborar con él en esta exposición. «Al poeta Francisco Acuyo, cuyos versos se derraman por mis cuadros y a Juan Gallego-Coín, que viene expresamente a Granada dejando el mundo que ahora tiene en Londres a regalarme su música, y cuya música tantas veces me ha inspirado y acompañado en otras inauguraciones».
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