Edición

Borrar
DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN. Las madres deciden si inician a sus hijas en la tradición.
Hasta el cogote
SOCIEDAD

Hasta el cogote

GASPAR RUIZ-CANELA

Lunes, 10 de noviembre 2008, 03:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

LAS 'mujeres jirafa' de la tribu padaung defienden su derecho a sobrevivir con el dinero que reciben del turismo en Tailandia en contra de las denuncias de las ONG, que tachan sus poblados de «zoológicos humanos». «Aquí podemos ganar un sustento con las entradas que pagan los visitantes y la venta de artesanía. Nuestra vida es mejor que en nuestra Birmania natal, donde el Ejército nos perseguía», afirma Ma Luank, de 25 años y madre de dos hijos. Las 'mujeres jirafa' reciben este nombre por los aros de cobre que rodean su cuello para alargarlo, lo que presiona los hombros hacia abajo y eleva la mandíbula, como si las portadoras mostraran una curiosidad perpetua por lo que les rodea. Digamos que conforman lo que podría asemejarse a la versión asiática de las espigadas mujeres retratadas por el pintor italiano Amadeo Modigliani. Ma Luank vive en el poblado de Meta Man, en la norteña provincia de Chiang Mai, junto con otra treintena de miembros de la tribu padaung o kayan. Allí, las mujeres realizan las tareas domésticas, venden pañuelos, brazaletes y figuras confeccionadas por ellas mismas y se desenvuelven sin que este ornamento les suponga ningún obstáculo aparente. Hay unos quince poblados como éste. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR) ha recomendado a los turistas que no los visiten porque no son «zoos». No obstante, miles de turistas visitan cada año a las 'mujeres jirafa', que posan indiferentes mientras son fotografiadas. Se las puede ver vestidas con blusa blanca y pantalón bombacho y atareadas en sus manualidades. Entretanto, los hombres del poblado pasan indolentes la mayor parte del tiempo y son los encargados de cobrar las entradas de entre 250 y 500 bat (entre 5,4 y 10,8 euros) a los extranjeros; algo menos a los tailandeses. Reparto La recaudación se repartirá después entre los líderes de la tribu, los operadores turísticos y las 'mujeres jirafa', que pueden llegar a ganar unos 62 euros mensuales, algo impensable para otras minorías étnicas que viven con estatus de refugiados en Tailandia. «Nuestros hijos van al colegio y tenemos suministro de luz y agua, pero el dinero del turismo nos es indispensable. No me importa que me saquen fotos y, aunque añoro mi país, estoy contenta con la vida que llevo», insiste Luank. Al carecer de tierras para el cultivo de arroz -tampoco se les permite a los refugiados-, los padaung también han tenido que dejar la agricultura, su medio de subsistencia en Birmania. Existen muchas teorías sobre el origen de los anillos de cobre. Una de las más populares dice que antaño eran una medida de protección contra los ataques de los tigres, animales que no pueden soportar el brillo de este metal. Las madres deciden si sus hijas se iniciarán en esta tradición a los cinco años. El ritual es largo y doloroso: se van añadiendo anillos a medida que crece el cuello. Algunas conseguirán alargarlo hasta 30 centímetros tras embutir 32 aros, que pueden llegar a pesar hasta cinco kilos. En contra de algunas ideas difundidas por los guías turísticos, no mueren si se quitan los collares, aunque sí necesitan rehabilitación para recuperar la fuerza en los músculos del cuello.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios