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El psiquiatra Eduard Vieta.
Los médicos recetan sufrimiento
congreso nacional de PSIQUIATRIA

Los médicos recetan sufrimiento

Psiquiatras reunidos en el congreso nacional de Valencia alertan del abuso de fármacos para afrontar las adversidades de la vida

FERMÍN APEZTEGUÍA

Miércoles, 5 de noviembre 2008, 10:54

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El dolor puede ser la mejor medicina. Llorar una pena profunda, como la muerte de un familiar o el final de un amor, contribuye a hacer más fuerte a la persona y a enfrentarse con mayor decisión a las adversidades del día a día. Las consultas de Psiquiatría y Atención Primaria están sin embargo llenas de pacientes que reciben tratamiento cuando lo que deberían es aprender a afrontar su tristeza sin fármacos; con los medicamentos que tradicionalmente han ayudado al ser humano a salir del pozo. En muchas ocasiones el llanto, la rabia, la aceptación de lo sucedido y una visión real pero optimista de la vida bastan para superar el bache. De este y otros temas similares, hablan estos días en Valencia los más de 2.000 especialistas reunidos en torno al Congreso Nacional de Psiquiatría. La atención de la depresión, una enfermedad mental tan grave como a menudo minusvalorada por la sociedad, se enfrenta en la actualidad a un doble y paradójico reto. La calle está poblada de personas que no dan importancia a los síntomas depresivos que sufren. Su calidad de vida, su bienestar personal y sus relaciones sociales podrían mejorar de manera sustancial con una visita al médico, que no hacen porque niegan su enfermedad. Otros pacientes actúan exactamente al revés. Convencidos de que no hay dolor mayor en la Tierra que el que les aflige, evitan afrontar el duelo que les permitiría sanar su herida y deambulan por la calle anestesiados por los fármacos. Más mujeres Pero... ¿cómo es posible que esté siendo medicada contra la depresión una persona a la que le bastaría con afrontar un luto? El especialista Eduard Vieta, director de la Unidad de Trastorno Bipolar del hospital Clínico de Barcelona, afirma que no siempre es fácil para el especialista diferenciar entre una y otra situación. En ocasiones, el paciente insiste tanto en su pena que no deja opción al facultativo. Quieren un medicamento que le alivie el sufrimiento tan rápido como se dice que una aspirina actúa sobre el dolor de cabeza. Otras muchas veces, posiblemente la mayoría, el médico carece del tiempo necesario para diagnosticar la enfermedad que tiene enfrente. «No se le puede decir a nadie que tiene una depresión y menos ajustarle una terapia con una visita de cuatro minutos, ni tampoco de diez», se queja el experto, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona. La mayoría de los pacientes que buscan un fármaco en lugar de psicoterapia son mujeres, cosa que no es de extrañar, porque también son ellas las que menos problemas tienen para pedir ayuda especializada cuando la necesitan. El médico y profesor de Salud Pública de la Universidad de Oviedo, José Manuel Iglesias, tiene una explicación. Según dijo recientemente en unas jornadas sobre drogas, muchas mujeres que acuden a sus médicos de cabecera «con síntomas como tristeza o cansancio, en realidad lo que están haciendo es pedirnos ayuda para solucionar sus conflictos, malestares y sufrimientos». El especialista asturiano tiene una teoría. Las mujeres han perdido numerosos espacios de comunicación que históricamente les han servido para compartir angustias y sobrellevar su dolor. En la oficina no hay tiempo ni condiciones para compartir confidencias de patio. «Ante la falta de diálogo, la consulta médica se convierte en el único lugar donde una puede decir: 'Me encuentro mal'». Enfermedad contagiosa La mayoría de las veces, la tristeza provocada por la muerte de un familiar, la pérdida de un empleo o por un fracaso amoroso puede ser resuelta por uno mismo o, en todo caso, con la ayuda de un psicólogo que ayude a encauzar la situación. Basta con terapia profesional que le ofrezca al interesado una visión más ajustada de la situación y menos dolorosa. No siempre se necesitan fármacos. «A menudo, un disgusto o una frustración sentimental reciben tratamiento injustificado. No tiene sentido», explica Eduard Vieta, quien alerta, además, de los peligros de recibir terapia innecesaria. Los fármacos contra la depresión, según dice, son cada vez más seguros y producen menos efectos secundarios, pero no están libres de ellos. Un uso inadecuado de ellos puede provocar molestias tales como disfunción sexual, sequedad de la boca y estreñimiento, en función del medicamento que se esté tomando. «Hay que convencerse de que la tristeza es como la alegría; dura poco y depende mucho del exterior». Los especialistas reunidos en Valencia consideran que, con todo, es mayor el problema de los pacientes que no se medican que el de los que reciben terapia sin sentido. No sólo porque cuanto más tiempo pasa sin recibir tratamiento, el problema se agrava, sino porque la depresión, como dice el especialista catalán, «es contagiosa». Uno se abate y, aunque no lo quiera, también acaba sumiendo en el pesimismo a quienes le rodean. Los psiquiatras quieren que este congreso de Valencia sirva para dejar claro que la depresión es mucho más que una tristeza profunda. Es un problema de salud de tipo orgánico, que tiene su origen en el cerebro y que, de no tratarse adecuadamente, puede tener importantes secuelas físicas y sociales. «La depresión sí requiere tratamiento farmacológico», recalca Vieta. Hablamos de palabras mayores. «Un cáncer -compara- no se supera sólo con voluntad».

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