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A. B. FERNÁNDEZ
Lunes, 14 de julio 2008, 04:59
Antonio Alcántara no pudo acudir ayer a la concentración simbólica organizada por la Asociación por la Custodia Compartida Arcacer. Tras 43 días sin ver a su pequeña de tres años, Antonio se ha visto envuelto en un problema que ha acabado con la polícia de por medio. «Madre e hija junto con otros familiares se han dado a la fuga nada más verme», declara Antonio. Este granadino de 41 años, afirma no ser la primera vez que ocurre algo parecido. Divorciado desde hace año y medio y con un régimen de visitas de fines de semana alternos, las llamadas policiales son una constante cuando se trata de reencontrarse con su hija.
Aquellos que, como Antonio, no disfrutan de sus hijos como quisieran, no entienden de reglamentos, decisiones judiciales o test psicológicos que otorguen la custodia a uno de los progenitores. Frustrados e impotentes de no poder hacer nada ante una ley discriminatoria y desigual, una treintena de granadinos -en su mayoría hombres- salen a la calle para alzar la voz en su lucha por la custodia compartida. ¿Custodia compartida ya! es el mensaje con el que esta asociación pretende mostrar su presencia ante la sociedad.
Abuso legal
Cambiar la actual ley reguladora de la patria potestad es el objetivo de estos padres y madres que abogan por una «paridad desde la legalidad y no a través del abuso de la ley». La gran carga cultural, donde la madre se ocupaba del cuidado de los hijos, parece haber hecho mella en los procesos de separación. «Ya no estamos como antes, cuando las madres atendían sólo a los hijos, es injusto que mis hijas no sepan ni dónde vive su padre», explica María José López, de 43 años y madre de tres hijos.
Separada desde hace dos años, se siente incapaz de actuar ante la indiferencia y la actitud de su ex-pareja que se «desentiende absolutamente» de cualquier tema relacionado con sus hijos. «Cuando nos divorciamos lo hacemos como pareja, no como padres», añade.
A Ventura Herrero y José Luis Romero le fue denegada la custodia de sus hijos. Con 44 y 32 años, respectivamente, aseguran sentirse desamparados e indignados ante casos que no tienen «razón de ser». «Cuando ves a una mujer alcohólica hacerse cargo de su hijo, te sientes rabioso por la injusticia que se comete. Aunque ambos han rehecho sus vidas, viven pendientes del poco tiempo que pasan con sus hijos. «Con padres que tienen un régimen de visitas que se alargan hasta una vez al año, nos sentimos casi privilegiados», declara José Luis.
Uno de los aspectos más relevantes de esta ley es el derecho y la obligación de poder criar libremente a los hijos. Para muchas de estas personas, el problema radica en la falta de asistencia que se da los hijos cuando la educación y el cuidado es de un sola parte de la pareja. Abuelos, tíos y otros familiares les cuidan y con frecuencia ven a la otra parte de la familia como una extraña. «Mi ex pareja trabaja mañana y tarde, así que mi hijo es cuidado por personas. Al niño se le coarta el derecho de ser educado por su padre y que mi familia que es la suya, lo vea crecer», explica Ventura.
El abuso de la ley de manera desvirtuada es criticada con dureza por la asociación. La posición actual del movimiento feminista en la defensa de los derechos de la mujer, ha provocado, desde una percepción radical el efecto contrario. «La desigualdad que critican las mujeres de este movimiento, desde su postura más extremista, no hace más que echarse tierra encima», añade otro padre.
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