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Cultura-Granada

Luis Tosar, actor: «Me apetecía divertirme»

El intérprete gallego se pone la corbata en esta comedia sobre las relaciones -malas, claro- en una empresa

FERNANDO BELZUNCE

Viernes, 9 de mayo 2008, 04:30

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Cuesta verle como un tiburón con corbata, pero Luis Tosar está decidido a desterrar su imagen de actor protesta. En la comedia negra 'Casual Day' se sumerge junto a Álex Angulo, Juan Diego, Javier Ríos y Alberto San Juan en una excursión de empresa que, en vez de eliminar el estrés, saca a la luz todo tipo de malos rollos acumulados.

-Seguro que mucha gente se sentirá identificada con el tema.

-Sí, sí. Lo que noto, fíjate, es que en vuestro gremio todo el mundo se siente muy identificado con lo que refleja la película, con lo cual imagino que tenéis la cosa difícil, je, je...

-Hay trepas, egoístas, vanidosos, quemados

-Sí, es lo que está en boga, ¿no? En algunos sectores más que en otros, pero son fenómenos que venimos importando y que cada vez van a más. La precariedad laboral ya es flagrante.

-¿El mundo laboral cada vez exprime más?

-Yo creo que sí. ¿Cuál es el sitio en el que tienes que estar para que te vaya bien en una empresa? Si eres un tío cojonudo o de puta madre, te va mal; si eres un cabrón, te puede ir mal o bien, pero a veces te puede ir exageradamente bien, así que hay gente que toma opciones moralmente muy discutibles.

-¿Entre los actores hay ese mal rollo?

-Yo nunca lo he vivido. Igual pertenece más al pasado, aunque también hay mucho mamoneo y cierto sector de los medios que alimenta este tipo de tonterías. No creo que se nos tenga en alta estima, y menos en el cine español, que la gente como que lo odia por naturaleza, ¿no? Es una gran injusticia. Pero, bueno, que ya no es como antes. Somos gente más cercana, no divos; trabajadores más de sudar, de día a día.

-Se alegrará de no trabajar en una empresa.

-Ja, ja, ja. Pues sí. ¿Mucho! Nunca me lo había planteado. Yo, como tantos actores, sólo había trabajado de camarero en Lugo, pero era economía de base. Nada que ver con una gran corporación. El primer año en Santiago vine becado por la Universidad, pero fue un desastre. Me matriculé en Historia y aprobé sólo Prehistoria e Inglés, y el segundo año aprobé sólo Inglés. Ya ves qué ambición tenía yo. Ese año me lo pasé entero estudiando teatro, que era a lo que venía. Luego, con muy buen juicio, me denegaron la beca y tuve que buscarme la vida.

-¿Se ha cansado de hacer cine social?

-Hubo una época, hace un par de años, en la que sí que estaba un poco cansado. Es un tipo de cine que siempre me ha gustado, pero como actor es un registro en el que de alguna manera estás acotado. El margen de actividad no es muy amplio: los personajes tienen que ser muy de verdad. Por eso me apetecía más hacer otro tipo de papeles y divertirme, como el del malo malote de 'Corrupción en Miami', que quizás se va hacia el estereotipo pero es muy divertido de hacer.

-Muy distinto a lo acostumbrado.

-De eso se trata. La movida del 'Prestige', de Nunca Mais o del 'no a la guerra' coincidió con películas como 'Los lunes al sol', 'Te doy mis ojos' Parecía que incluso el tema se retroalimentaba y que las películas servían como mensaje para lo que se quería contar en la calle. Después me di cuenta de que, a veces, es más útil no ser tanto la cabeza de un movimiento como hacer las cosas. Ahora he estado metido de forma discreta en alguna cosilla, trabajando con discapacitados y he disfrutado y me he implicado más.

-¿Sigue ligado al BNG en actos públicos?

-He querido dejarlo de lado. La política no me ha llenado en absoluto. Me pilló en un momento que creo que era decisivo para Galicia, y ahí entendía que sí se necesitaba un cambio. Pero no era cuestión de partidos, sino de que un mismo señor no podía estar dieciséis años gobernando.

-¿Cómo está Galicia ahora?

-Pues no está mucho mejor, la verdad, ja, ja... Ha cambiado el tercio, pero Hay un desapego cada vez mayor de la clase política por parte de la gente.

-¿Con 36 años ve la vida de otra manera?

-Me pasan cosas muy raras. A veces me siento muy viejo y a veces me siento muy joven. Hay veces que pienso qué coño pinto yo aquí, con una banda de rock and roll, viejo y medio calvo, y otras pienso que 36 años no son nada. A esta edad, además, es cuando uno empieza a darse cuenta de las cosas y empieza a tener la mínima experiencia para hacerlas bien.

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