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Cultura-Granada

Flamenco cofrade

JOSÉ MANUEL ROJAS

Martes, 12 de febrero 2008, 04:24

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El Isabel la Católica colgó el 'no hay billetes' el sábado por la noche para ver el espectáculo flamenco 'Sentimiento Cofrade'. Este arrancó con una voz rotunda que narraba las virtudes y defectos de la tierra, desgranaba los rincones de la ciudad y la vega y enumeraba los pecados cometidos por los granadinos con su entorno. A la vez, Judea Maya ocupaba majestuosamente todo el escenario reforzando el texto narrado. Baile limpio y heredado, y desarrollo propio de manos complejas y desplazamientos amplios, equilibrados, fuera de cualquier artificio. Baile sin aditivos que honró al Cristo de los Gitanos y dejó al público hipnotizado.

Minutos para el cante y el toque acompañado de un violín. Johny Cortés y Sergio 'El Colorao' se ubican en los extremos del escenario enmarcados por una tenue luz roja que se intensifica cuando cada uno de ellos interpreta su saeta por martinete, una vuelta de tuerca que huele a incienso y sensibilidad en los timbres de ambos. Todo en su tiempo con la guía rasgueada de Emilio Maya y Basilio García. Aplausos que premian una estampa sobria y acertada en un espectáculo de estas características.

El cuerpo de baile al completo comienza unas seguirillas tremendistas que rompen la calma. Una coreografía generosa que da a todo el mundo su momento en ambas filas, en cada uno de los giros, en algunos juegos peligrosos de equilibrio que solamente gimnastas del flamenco pueden llevar a buen puerto.

Manolete sale a escena seguido de su cuerpo de baile y marcando el paso con su bastón. El homenaje a los penitentes y los desfiles procesionales cruza el ancho del escenario para morir detrás de una cortina, dejando ya solo al maestro del Sacromonte. Pronto una silla será su mejor aliada para comenzar a regalar toneladas de arte. Giros de ensueño donde el flamenco y lo clásico se dan la mano y una superioridad serena que puede ser la mejor ofrenda a su Cristo de los Gitanos. Desplantes humildes aprovechados a la perfección por el cante para su lucimiento. La última mirada al infinito de Manolete desata la ovación del respetable. La despedida de esta media hora de 'Sentimiento Cofrade' llega con todos los bailaores juntos, meciéndose como un trono de cualquier desfile procesional en un momento de éxtasis. Un homenaje a los costaleros, a los portadores y a los hombres y mujeres de trono que hacen posible que cada año las calles de todas las ciudades disfruten de sus imágenes.

Manuel Santiago Maya se apoya en el hombro de su hija Judea con un atisbo de orgullo y satisfacción en la mirada. En tan poco tiempo no se puede dar más.

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