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M.ª DOLORES F.-FÍGARES
Miércoles, 6 de febrero 2008, 03:25
ES indispensable que de vez en cuando nos paremos a pensar por dónde vamos y a dónde llegaremos si seguimos así, y conste que ahora no me refiero a las típicas preguntas que todos nos hacemos sobre el sentido de la vida, a veces, ay, sin obtener respuestas satisfactorias. La cosa viene a cuento porque estos días las mujeres periodistas de Granada nos preparamos como anfitrionas, para recibir un Congreso que va a estar dedicado a analizar ese extraño encuentro entre las mujeres y los medios de comunicación. Quien diga que no hace falta, que todos somos iguales y todas esos lugares comunes, que mire cómo a pesar de que en las redacciones, Escuelas de periodismo, universidades, las mujeres ocupan más del 60 por ciento, hay tan pocas en puestos de dirección y responsabilidad en el sector de los medios. Y si aun tiene dudas sobre la pertinencia del debate, que observe cómo son las noticias que tienen a las mujeres como protagonistas, cómo las presentan, qué dicen de ellas esos medios presuntamente informativos y/o objetivos.
Dice mi bloggera preferida, llamada 'Mariquilla sin embargo', que se puede resumir en cuatro estereotipos: santas, diablas, musas-diosas y víctimas. Sobre todo víctimas, añado. Lo venimos a comprobar, año tras año, mis alumnos y yo, cuando nos aplicamos en el análisis de contenido de la prensa local y nacional. Apenas si ha habido cambios, así estamos desde hace varios años, y el anecdotario de la desigualdad de trato, de cobertura, de enfoques en las noticias sigue engordando y acumulando datos lacerantes. Y no hablemos de la publicidad, porque aquí no cabe: ahí los estereotipos son insistentes y recurrentes.
Mas he aquí que en el periódico de hoy martes, me encuentro con el testimonio de una de esas mujeres-víctimas, Sonia Jiménez, obligada a pagar las deudas de su padre, a pesar de que una de ellas es para el coche con el cual atropelló y mató a su esposa, la madre de Sonia. «No quiero ayudas, sólo un cambio en la ley», dice con sensatez en la primera página, poniendo en evidencia a esta sociedad sin alma que permite que las víctimas tengan que apechugar con las cargas y gravámenes de sus propios verdugos. He dicho sociedad y debería decir bancos, compañías de seguros y hasta jueces, legisladores y todos los que tienen que ver en estos casos tremendos. La información que publica IDEAL, redactada por una mujer periodista, merece figurar en los anales de una lucha que no parece acabar nunca y saca a relucir una parte oculta por la hipocresía general y el sensacionalismo: cómo es la vida de los que quedan aquí, después de vivir un dolor tan terrible, qué hace la sociedad por ellos y todos nosotros. Es una víctima, sí, pero también un ejemplo de ciudadana consciente y sabia.
La dignidad de Sonia ha encontrado eco, parece ser, en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. No estamos solos, pensé una vez más, como en otras ocasiones, cada vez que tenemos noticias de que el llamado Ministerio Público hace su trabajo, con celo y eficacia.
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