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«Por fin soy una señorita»

«Por fin soy una señorita»

Gina Lollobrigida logra la anulación de su matrimonio con el catalán Javier Rigau. «Ya no se podrá publicitar en mi nombre», dice a sus 91 años mientras rueda 'La última diva'

I. OCHOA DE OLANO

Lunes, 28 de enero 2019, 09:08

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Gina Lollobrigida se siente como una niña con zapatos nuevos a sus 91 primaveras. Casi nueve años después de que le diera el 'sí, quiero' al empresario catalán Javier Rigau en un esperpéntico matrimonio que enseguida se convirtió en un burdo culebrón, el Papa ha consentido que lo que Dios unió, lo separe ahora el hombre. Y 'La Lollo', como le llaman cariñosamente en su país, no puede ni quiere ocultar su felicidad. «Por fin soy una señorita», le ha dicho risueña al 'Corriere della Sera', a quien acaba de conceder la exclusiva de la anulación.

La titular de cinco premios David de Donatello y de un Globo de Oro, y eterna rival de Sofía Loren, anunció su boda con Rigau en 2006 tras una breve relación juntos. Ella ya era una octogenaria y él aún no había soplado las cincuenta velas. Poco después, la actriz decidía suspender la boda hasta que el 29 de noviembre de 2010 se celebraba el enlace. Uno, eso sí, bastante peculiar. Y es que a la ceremonia, celebrada en la iglesia de San Vicente del barrio barcelonés de Sarrià, no acudió la bellísima protagonista de 'Salomón y la reina de saba', Trapecio' o 'La mujer de paja'. El cambio de estado civil se materializaba mediante un poder especial firmado por la novia ante notario.

La luna de miel duró un santiamén. Unos años después, Lollobrigida denunciaba a Rigau ante los tribunales españoles e italianos, acusándole de estafa y falsedad documental al alegar que firmó dicho poder especial sin saber que con ello aceptaba contraer matrimonio con el catalán. En septiembre de 2015 la justicia archivó definitivamente la causa abierta. Un informe de la Policía Nacional había descartaba que la rúbrica de la intérprete en los poderes firmados para celebrar la boda estuviera falsificada. Por su parte, una fiscal romana consideraba que «el interés del imputado era adquirir el estatuto de cónyuge para acceder al inmenso patrimonio de la actriz.

Ya sin lastre y «llena de alegría» al saber que «ese individuo ya no podrá publicitarse en mi nombre», 'la Lollo' se dispone a sumergirse en el rodaje de un docuemntal sobre su vida: 'La última diva'. Pues eso.

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