Músculo contra los talibanes
Afganistán desafía el ultraconservadurismo con la apertura de modernos gimnasios a los que por fin acuden mujeres
P. MUÑOZ
Sábado, 9 de noviembre 2019, 10:32
Una mujer pedaleando sobre una bicicleta estática podía estar jugándose la vida en Afganistán por el mero hecho de hacer deporte.Así se las gastaban ... los talibanes hasta hace muy pocos años. Ni siquiera bastaba con cubrirse el cuerpo sin dejar un centímetro de piel a la vista más allá de la cara y las manos. Pero el país, que lleva 40 años de guerra casi ininterrumpida, ha decidido dar un enérgico paso al frente para combatir el ultraconservadurismo del régimen insurgente con la apertura de un par de gimnasios de lujo en Kabul, donde las mujeres son más que bienvenidas. Allí las espera la entrenadora Rabia Behkam (¿tocaya afgana de David Beckham?) marcando entusiasta los ejercicios a su batallón de alumnas.
«Hemos recorrido un largo camino para lograr estos derechos, este progreso. Nunca permitiremos que los talibanes reviertan los logros que las mujeres alcanzaron con tanto esfuerzo», afirmó a Efe Behkam, de 24 años, en el moderno gimnasio en el que trabaja. El centro, de la franquicia australiana F45, fue inaugurado este año como símbolo del nuevo Afganistán, donde, a pesar de los desafíos de seguridad, la situación es mucho mejor para las mujeres que durante el régimen talibán.
Situado en un vecindario relativamente tranquilo del sur de Kabul, un gran cartel de la franquicia marca la entrada al local, protegido por varias puertas blindadas y controles de seguridad ante la amenaza de ataques suicidas. Entonces el estruendo de la música avisa de la llegada a un mundo nuevo en este país azotado por la guerra: un centro repleto de pantallas de plasma y máquinas de hacer ejercicio de última generación.
El empresario Sanzar Kakar, de 36 años, invirtió 1,2 millones de dólares para adquirir la franquicia F45 –presente en más de ochenta países– para todo Afganistán, y hasta ahora ha inaugurado dos en Kabul. «Con todos los equipos de calidad importados desde Australia, ofrecemos los mismos entrenamientos que se proporcionan en la central de F45», explicó Kakar. Según el modelo de trabajo en estos gimnasios, agregó, «durante 45 minutos, con 4.000 ejercicios diferentes, cada vez se hace algo nuevo y único».
El perfil de clientes
La mayoría de los clientes son gente de clase media-alta, que trabajan para organizaciones extranjeras o tienen sus propias empresas y están acostumbrados a hacer deporte desde la llegada al país de personal humanitario o miembros de la OTAN, tras la invasión estadounidense, en 2001. Ese estilo de vida occidental también lo importaron jóvenes afganos que viajaron al extranjero, llevando a ciudades como Kabul modernas cafeterías o tiendas de tatuajes.
Kakar quedó prendado del tipo de gimnasios con entrenamientos profesionales que vio en sus viajes a Estados Unidos y Reino Unido, así que, aunque hay «gimnasios en todos los rincones de la ciudad», quiso alumbrar su propia cadena con «estándares internacionales». Ahora se propone lanzar su tercer estudio en Kabul y tiene planes de expandirlo a otras provincias afganas, a pesar de las amenazas de seguridad y el riesgo a su inversión por el incremento de la violencia. Afganistán ocupa el último puesto en niveles de seguridad entre 163 países. Y las muertes de civiles han alcanzado los últimos meses niveles de récord, con 1.174 víctimas.
Pero algunos, incluido Kakar, creen que la inseguridad y la guerra no deberían detener la modernización de Afganistán. «Hemos progresado enormemente desde 2001; en la calle del gimnasio, antes solo había una panadería rodeada de casas en ruinas. Ahora puedes encontrar desde cafés de lujo hasta billares y boleras», asegura el empresario.
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