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Los periodistas españoles que se juegan su salud y se congelan por la noticia

Los periodistas españoles que se juegan su salud y se congelan por la noticia

Con la llegada de la nieve, puertos de montaña, pueblos y carreteras se llenan de reporteros ateridos que a duras penas pueden articular palabra. Todo sea por la noticia. Y la audiencia

JAVIER GUILLENEA

Miércoles, 7 de febrero 2018, 08:25

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Un día no los encontrarán. Estarán ahí, en alguna parte, bajo la nieve que los habrá cubierto mientras esperaban la conexión en directo, y se sabrá que están porque seguirán hablando aferrados a su micrófono. Dirán como puedan que hace frío, lo que es evidente; que caen copos como puños, lo que también es evidente, y que tras ellos las altas cumbres lucen evidentemente hermosas además de gélidas. Enterrados bajo un manto blanco intercambiarán un par de bromas con el presentador del programa, que cerrará la conexión en busca de otro reportero incrustado en la ventisca.

Todavía no ha pasado, al menos no literalmente, pero casi. Así como la lluvia llena los bosques de setas, la nieve trae consigo una espléndida cosecha de periodistas que se esparcen por los montes, pueblos y carreteras de la geografía nacional con la única misión de describir a los telespectadores el frío que hace fuera de sus casas. Una de ellos es la reportera de La Sexta Itziar Tabares, que el pasado mes de diciembre subió con su equipo al puerto de Navacerrada para relatar en directo los efectos de la borrasca 'Ana', que congeló a media Europa, incluida la periodista. A dos grados bajo cero pero con una sensación térmica de menos seis, Tabares se asomó a las pantallas con el pelo y la bufanda cubiertos por la nieve y con un amago de sonrisa que apenas llegaba a mueca aterida.

Su desvalida imagen a merced del frío se convirtió al día siguiente en objeto de comentarios y 'memes' en las redes sociales. Hubo quien se solidarizó con la reportera y quien criticó a la cadena por mandar a una persona a luchar contra los elementos. Quedó demostrado, en cualquier caso, que las imágenes de periodistas al borde de la congelación mientras cuentan lo evidente, que cuando nieva hace frío, tienen su audiencia.

«Es cierto que a veces se dan demasiadas noticias sobre meteorología. En invierno siempre hace frío y no vas informar cada vez que baja la temperatura», afirma Elena Miñambres, presentadora del tiempo de Telemadrid. Pero hay ocasiones en las que no hay más remedio, como con el temporal de frío que últimamente azota la Península. «Tenemos que estar donde está la noticia», añade. Y el pasado lunes la noticia estaba en Somosierra, un pueblo a 1.433 metros de altitud donde nevaba como si nunca lo hubiera hecho.

En vaqueros

Ella, sus dos cámaras y el chófer llegaron a la una y media de la tarde y se marcharon a las tres y media, después de cinco conexiones en directo. «La temperatura era de dos bajo cero, pero la sensación térmica de menos diez, en función de las ráfagas de aire», explica. Fue su bautismo de hielo. «Los cámaras iban preparados pero el conductor y yo llevábamos vaqueros y se nos calaron».

Elena Miñambres se dispuso a «padecer bajo el micrófono» y contó a su audiencia que allí, a tanta altura, hacía frío de verdad. Tuvo que esforzarse, no para ser creíble, sino para que le brotaran las palabras. «Es complicado con esa temperatura, la sensación es inexplicable, todo el cuerpo lo padece», confiesa.

Es una sensación a la que ya está acostumbrado Iñaki Errea, corresponsal de la radio televisión vasca (EITB) en Pamplona, que cuenta con una larga trayectoria de conexiones en directo entre la nieve y con jornadas que «empiezan a las nueve y terminan a las cuatro de la tarde». «Soy del valle de Erro, estoy acostumbrado», asegura, lo que no quita para que se le hagan duras «varias horas de espera para hacer conexiones de cuarenta segundos».

«El peor momento lo pasé en Aralar un día que hacía 16 bajo cero. El pelo se me congeló, casi me quedo helado», recuerda Errea, cuyos desvelos se han visto recompensados por la audiencia. «En Facebook crearon un grupo de apoyo a mi persona porque siempre estoy donde hace más frío», ríe.

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