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«Me he escondido bastante»

«Me he escondido bastante»

Andrea Molina, la hija de Lydia Bosch y Micky Molina, vence su miedo a la fama y debuta como modelo publicitaria.«Lo que tenga con mi padre se queda entre él y yo»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 12 de noviembre 2017, 15:45

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Tiene la mirada penetrante y la cautivadora sonrisa de los Molina. En eso ha salido a su tía Ángela y a su padre, Micky, con el que mantiene una relación peculiar e intermitente que ella prefiere no comentar... «Lo que tengamos o no se queda ente mi padre y yo». La simpatía, la espontaneidad y hasta un puntito de inocencia recuerdan mucho a su madre, Lydia Bosch, en sus comienzos, cuando era una azafata del 'Un, dos, tres...' pizpireta y transparente. Pero ella es Andrea Molina, Andy para los amigos. Y a sus 25 años, aunque se siente orgullosa de sus apellidos «y los grito a los cuatro vientos», quiere ser conocida ante todo por sí misma, a través de su trabajo como actriz.

Estos días, en el mes del consumista 'Black Friday', su imagen fresca y natural llena las vallas publicitarias junto al actor Miguel Ángel Silvestre, con el que Andrea protagoniza la nueva campaña de la firma de moda Springfield. Y está que no se lo cree... «Miguel Ángel es un actor reconocidísimo y aún así es humilde, cercano, te ayuda, y al final todo fluye, creo que se nota esa complicidad». Silvestre además debutó con Lydia Bosch. Y ahora su hija acaba de estrenarse como modelo publicitaria junto a él. «La vida es sabia y lo va colocando todo en su sitio», reflexiona Andrea, muy dada a colgar máximas filosóficas de positivismo 'indie' en su cuenta de Instagram: «Cree en ti, en que llegarás a donde quieras y solo entonces cuando realmente lo visualices... Llegarás».

A pesar de su entusiasmo y su sonrisa indesmayable, la joven no ha tenido una vida fácil. Tras vivir una intensa pasión, sus padres se separaron de forma abrupta al poco de venir ella al mundo, lo que la llevó a crecer totalmente alejada de Micky Molina, con quien no se ha hablado durante años... «Sabía que iba a caer una pregunta sobre él», bromeó la actriz durante la presentación de la campaña de Springfield. Acerca del traumático y tormentoso divorcio de su madre y el que fuera su padrastro nadie se atrevió a preguntarle. Pero quizá tenga algo que ver con la aversión a la fama que llegó a desarrollar la hija de Lydia Bosch.

«Mi madre no me ha ocultado que en este mundillo puede haber momentos turbios»

El consejo del sabio

Hoy Andrea confiesa que ponerse bajo los focos le ha costado mucho. Lleva desde los 19 años preparándose para la interpretación, «pero siempre he sido reservada y me he escondido bastante. Hasta que una persona muy sabia me dijo que ese era mi fallo... Que si te quieres dedicar a esto tienes que darte a conocer. Y en ello estoy». Para ella, lo peor del mundo de la fama es que «cuando te pasa algo malo, muy duro, que quieres reservar para ti porque es tu intimidad, justo entonces estás en boca de todos. Y eso lo llevo fatal». Sin duda, habla por experiencia. Es un sentimiento que admite haber vivido de cerca. Y que le llevó a sentir miedo. «Pero el miedo te paraliza y no vas a ninguna parte con él. Así que aquí estoy. Me ha costado, pero poco a poco vamos abriendo puertas».

«La vida te da opciones. Elige con el corazón». Es otro de los proverbios difundidos por la joven Molina a través de su cuenta de Instagram. A ella el camino del corazón le ha llevado a enamorarse del músico Juan Fernández, guitarrista del grupo asturiano Marlon. «Soy muy fan de mi pareja -declara la actriz-. De él como persona. Me parece un hombre maravilloso, lleno de luz. Además es buenísimo, carece de maldad. Hasta el punto de que a veces le tengo que decir: Juan, hijo, que no todo el mundo es bueno en esta vida», ríe Andrea. Juan ha llegado a su vida en el momento adecuado, asegura. «Con los anteriores también he querido mucho y he compartido mucho, pero puedo decir que este es mi primer gran amor».

Su otro amor es su madre. «Nunca me ha ocultado que en el mundo del cine, como en otras profesiones, puede haber momentos turbios y tienes que tener la cabeza bien puesta. Ella me apoya en todo y me respeta muchísimo -afirma Andrea-. Solo me da consejos si yo se los pido. Y yo solo suelo pedirlos cuando tengo ya la decisión tomada. Quiero ser yo misma y cometer mis propios errores». Es obvio que el cóctel Molina-Bosch tenía que resultar explosivo... Andrea no sabe con qué quedarse de la herencia artística de su familia. «Quizá con la sensibilidad de mi tía Ángela, que para mí es un monstruo interpretativo, con la luz que tiene mi madre... Me quedo con el arte que tienen todos -concluye-, y lo que haya podido heredar no tan bueno... intento limarlo».

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