Lluís Homar y la «tortura» de trabajar con Almodóvar
El actor confiesa en un libro de memorias que tomaba valium para superar la ansiedad que le generó el rodaje de 'Los abrazos rotos'
J. GUILLENEA
Sábado, 3 de junio 2017, 10:46
El actor Lluís Homar (Barcelona, 60 años) ha vivido el cielo y el infierno con el director Pedro Almodóvar. Ascendió a lo más alto en ... 2004 con la película 'La mala educación' y acabó despeñándose cinco años después durante el rodaje de 'Los abrazos rotos'. El tiránico marcaje del manchego le despojó de todo sentimiento de seguridad. «Los últimos días de rodaje me tenía que tomar valium para rodar en condiciones. Me dopaba para quitarme de encima la ansiedad», afirma.
«Seré claro y conciso: con él puedes tocar el cielo o bajar a los infiernos. Y yo he vivido ambas cosas», asegura Homar en el capítulo que dedica en sus memorias, editadas por 'Now Books' con el título 'Ahora empieza todo', a sus dos colaboraciones con Almodóvar. «Solo supe hacer una cosa, sufrir, pero en vez de recordar los malos momentos en los que la personalidad avasalladora de algunas personas me atrapó y me convirtió en un ser dependiente, ahora le puedo dar la vuelta y ser yo quien apueste por mí mismo».
El idilio profesional comenzó con el rodaje de 'La mala educación'. «Él estaba fascinado conmigo y yo con él. La promoción de la película fue apoteósica, viví en la gloria durante unos días. Si me hubieran llegado a decir cómo acabaría todo, no me lo creería», relata Homar en sus memorias.
Todo cambió con 'Los abrazos rotos', cuyo rodaje fue «una tortura». Lluís Homar narra en su libro cómo fue anidando en su interior «el miedo a no estar a la altura» de un papel protagonista y cómo este miedo no hizo sino crecer espoleado por Almodóvar. «'Me suena teatral', me decía cuando pasaba texto. Yo me sentía cohibido, paralizado, sin saber por dónde tirar. Todo era no», asegura.
Homar no era un recién llegado. Tenía 52 años y había trabajado con destacados directores, pero aquello superó sus fuerzas y sucumbió ante el peso escénico de Almodóvar. Ha tardado años en «empezar a perdonarle» y en dejar atrás un sudor frío que le ha costado eliminar. Durante mucho tiempo, «cada vez que sonaba la palabra 'acción'», Homar seguía escuchando «aquella voz: «'¡No, no es eso, no, no, no!».
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