Así crece Antonio Banderas
Y Nicolas Sarkozy, Tom Cruise, Silvio Berlusconi, Mick Jagger... Muchísima gente, más de la que nos imaginamos, calza zapatos con alzas para ganar siete centímetros de altura. En España están los grandes fabricantes europeos
fernando miñana
Martes, 28 de julio 2015, 00:46
Hace 27 años, Fernando García quería disfrutar de una vida de película como propietario de varios cines en Los Ángeles. Jamás imaginó que, paradójicamente, sería ... en España, a miles de kilómetros de allí, donde llegaría a estar más cerca de las estrellas de Hollywood. Ahora, casi tres décadas después, cada vez escribe con más asiduidad la dirección de alguna celebridad en los paquetes de su empresa, unas cajas que esconden el secreto mejor guardado de esos personajes tan envidiados. Son los zapatos con alzas para crecer entre cinco y diez centímetros.
Un truco de diseño: calzado con el tacón algo más grueso de lo habitual, lo justo para que no cante, y un alza incorporada encima de la suela que permanece oculta en el talón para que pase inadvertida. Muchas personas cortas de estatura recurren a ellos para ponerse a la altura de la media, pero, ojo, los bajitos no son los únicos que quieren crecer. También los hay altos. Porque según los resultados de varias encuestas, siete de cada diez hombres no saldrían nunca con una mujer más espigada que ellos.
Algunos de los principales referentes de este sector están en España. Como Hiplus, la empresa madrileña del dicharachero Fernando García, o Masaltos.com, su principal competidor, obra de un visionario leonés llamado Andrés Ferreras, un hombre que estudiaba en Alemania en los años 90 y que por una lesión deportiva, que se hizo jugando a tenis, se vio obligado a calzar unos horripilantes zapatones ortopédicos, la pesadilla de miles de niños en todo el mundo. Entonces descubrió que en el norte de Italia, cerca de Milán, había una fábrica que los diseñaba con el aspecto de cualquier otro calzado elegante. Y eso le encendió la bombilla.
Ambos guardan bajo siete llaves los nombres de sus clientes VIP, pero se sabe que entre ellos figuran personajes como Nicolas Sarkozy, Tom Cruise, Vladimir Putin, Antonio Banderas, Andy García o el mismísimo Gerard Butler, el inmenso Leónidas de la película 300, un armario de 1,88 que, aparentemente, no necesita ni un milímetro de más. «Hasta que vi en internet quién era su novia (en aquel momento la rumana Madalina Ghenea), entonces lo comprendí todo», explica su proveedor. La modelo, subida a un par de taconazos, pasa del 1,90. Fernando García tiene su tienda en Madrid en una tercera planta. Adrede. Para que nadie pueda ver quién entra ni quién sale. «La gente es muy cotillona y a ningún famoso le gusta que le vean. Y eso que también tengo como clientes a famosos muy altos», insiste.
Está claro que la estatura de la pareja influye tanto como la propia. Uno puede estar conforme con su talla, pero si luego tiene que lucir ante el público al lado de una mujer que le saca una cabeza... Ahí surgen los complejos o los asesores de imagen. Tampoco las mujeres acaban de superar viejos estereotipos. «Muchas veces son las novias las que traen a su pareja a rastras a la tienda. Ellas quieren estar perfectas el día de su boda y se compran unos zapatos con unos taconazos de vértigo, pero no les gusta que ellos se queden por debajo. Lo llamativo es que después de la boda ellos vuelven: les ha gustado la sensación y ya no quieren perder esa estatura», explica el propietario de Hiplus.
Fernando García mide 1,71 y asegura que se nota «entre llevarlos o no llevarlos». Vamos, que también los usa. Como Antonio Fagundo, director de marketing de Masaltos.com. «Yo mido 1,76 y mi mujer no quiere que me los quite». Los dos apuestan por un calzado de gama alta. Algunos pares pasan de los 300 euros y si el cliente se lo puede permitir, «repite».
A prueba de curiosos
Fagundo siente devoción por Andrés Ferreras, su jefe y su tío. «Ahora que se habla tanto de marketing online y todo eso, yo tengo que decir que mi tío sí que es un verdadero gurú. Porque solo a él se le pudo ocurrir abrir una página web en 1994, cuando en España la mayoría no tenía ni internet. Fue la segunda empresa andaluza con presencia en la red, y ahora mismo ya es la más antigua, pero cuando fue a pedir un crédito al banco no sabían ni de qué les hablaba. Todo el mundo pensaba que estaba loco. Y ahora...».
Ahora su empresa factura 1,3 millones de euros al año y vende el 65% de su producción en el extranjero, en 88 países diferentes, y el 90% a través de la página web, que ofrece información en ocho idiomas. La tienda de la calle Feria, en el cogollo de Sevilla, también está decorada a prueba de curiosos. Porque con el tiempo aprendieron que si el interior está a la vista, el cliente no entra. «En el año 2000 cambiamos el concepto. Ahora está más protegido porque vimos que el comprador venía disimulando, diciendo que era para un amigo, mirando a un lado y a otro...».
Los dos ponen el acento en que hacen zapatos de altísima calidad con la única particularidad de incluir una cuña y el tacón más alto. «Hacer un par nos cuesta tres semanas. Lleva un montón de pasos, de cosidos sobre la piel, a la que hay que dar forma, dejarla reposar... Es un producto muy bueno y lleva su tiempo», detalla Antonio Fagundo. Aunque siempre hay excepciones. Sobre todo si el cliente mete prisa y no le importa el precio. Como ese actor que poco antes de una gala de los Oscar demandó a toda prisa, a través de un intermediario, unos zapatos con cristales de Swarovski. Le dijeron que era imposible. Pero no se rindió. «Lo que cueste, no le importa el precio». Así que los tuvo cuando quería... por mil euros. El día de los premios, el empresario se dejó los ojos observando los pies que pisaban la alfombra roja hasta descubrir al actor español que los calzaba. No da más pistas, pero tampoco hay tantos.
No es lo habitual, pero todos los fabricantes conocen casos llamativos. Como el de aquel dirigente sudamericano que a su paso por la Expo de Zaragoza realizó un pedido urgente. O esa llamada del embajador de Rusia encargando ocho pares para Vladimir Putin. Y ese otro personaje al que no le importaba mandar un taxi desde Toledo para recogerlos. «Mucha gente, al enterarse de que es cliente tuyo, llegan pidiéndote los zapatos de Sarkozy».
Los stilettos que destrozan los pies de las mujeres no tienen nada que ver, según Fagundo, con los zapatos con alzas. «Varios estudios médicos sitúan el límite aconsejable del aumento en siete centímetros y dicen que es hasta beneficioso: corrige desviaciones de la columna vertebral la base soporta menos peso y andar así de erguido ayuda a quemar más calorías».
Y luego está el beneficio psicológico, claro. Porque dejar de mirar al ombligo de los demás hace que uno se sienta mejor. «Si es un complejo puntual, los zapatos con alzas pueden ayudar a solucionarlo y mejorar la autoestima, pero si hay algo más, no va a solucionar absolutamente nada», precisa la doctora en Psicología Sara Llorens. «De hecho, ni a mi consulta ni a la de ningún colega que conozca ha venido nadie con este problema, algo que sí sucede con gente que sufre por la calvicie, el sobrepeso o la delgadez extrema».
Pero algo deben tener cuando Felipe González acusó a su sucesor en la presidencia del Gobierno de usar zapatos con alzas, a lo que José María Aznar replicó que era él quien los tenía en su armario. «Es gracioso porque los dos los utilizan», se ríe uno de los fabricantes.
Aun así, el calzado con estas cuñas ergonómicas no es el último recurso. Hay más. Como un peinado más abultado que estilice. O a la cirugía, que también logra arañar unos pocos centímetros desde el cuero cabelludo. El cirujano plástico Luis de la Cruz, de la clínica La Luz de Madrid, implanta unas láminas de silicona entre el hueso del cráneo y la piel de dos o tres centímetros.
Fernando García se atreve con hasta diez centímetros de alzas en unas botas. Porque hay gente realmente desesperada, como ha descubierto en estos 27 años que han pasado desde que cambió los cines por la zapatería. «Tengo más de 70.000 clientes», presume. Es la constatación de que hay más de los que sospechamos. «Hay mucha gente que lleva estos zapatos especiales,ni nos lo imaginamos. Pero para nosotros es muy común. Las productoras me llaman constantemente porque en una película o en una serie la actriz es más alta que el galán y hay que igualarlo de alguna forma para que no llame la atención. Yo les vendo cantidad de zapatos a los de atrezzo, y lo gracioso es que luego acaban volviendo a por más, pero para ellos».
Hay muchos actores, políticos y cantantes. Raphael y los difuntos Manolo Escobar y El Fary fueron pioneros, se atrevieron a romper, en secreto, con este tabú. Aunque hay quien afirma que el primero fue Luis XIV. El Rey Sol ordenó que le confeccionaran unos zapatos con tacón alto porque era chaparro. Su artesano personal, Nicholas Lestage, le calzó unos pares exquisitos que, siglos después, han despertado la admiración incluso del reputado diseñador Christian Louboutin. Eso sí, nadie más podía beneficiarse de este privilegio en la corte e instauró la pena de muerte para el que se atreviera a ponerse unos.
Venta en el extranjero
«Los hombres todavía vamos de machos», se ríe Antonio Fagundo, y ser más pequeños que la mujer molesta. Carla Bruni casi siempre viste unas parisinas para no dejar en evidencia a Nicolas Sarkozy. Y lo primero que hizo Nicole Kidman al acabar su relación con Tom Cruise fue comprarse zapatos con taconazo. «Cuando uno se muestra en público, sentirte más alto te aporta seguridad; nos asienta al dar una conferencia, enfrentarnos a una entrevista de trabajo, acudir a una cita romántica... Todos mis clientes me reconocen que desde que usan estos zapatos van por la vida pisando fuerte». Tom Cruise mide 1,71, pero en las fotos de su boda con Katie Holmes, seis centímetros más alta al natural, apenas se notaba la diferencia. En la presentación de la película Noche y día, que rodó con Cameron Díaz, las alarmas volvieron a saltar. La actriz ronda el 1,80 y además llevaba unos tacones de vértigo. Tom lucía unas sospechosas botas, había crecido de repente.
También hay quien lo tiene superado. Como el diseñador Karl Lagerfeld o el cantante Mick Jagger, muy dado a encapricharse de modelos que le sacan un palmo. Ninguno de los dos oculta que usa calzado con cuñas. «Si una mujer puede ganar unos centímetros poniéndose tacones, ¿por qué yo no?», se pregunta el líder de los Rolling Stones, que hoy cumple 73 años. Unos elegantes zapatos españoles con alzas y diseño italiano no es un mal regalo.
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