Diseccionando a Wyoming
Trabajó de médico un verano, pero colgó la bata por la chupa de cuero. Hace rock and roll con veinteañeros, cocina para sus tres hijos y se ha convertido en el faro de la izquierda
yolanda veiga
Martes, 14 de julio 2015, 16:48
«¿Qué tienes con el número 20? Tienes veinte pisos, te acuestas con las de 20... Cuando se te pase esta fiebre de viejo verde ... que tienes yo estaré esperándote. Siempre tuya». La remitente es Loles León y el destinatario José Miguel Monzón (Madrid, 1955), que se ha prestado al linchamiento entre amigos en 'El roast del Gran Wyoming', un ajuste de cuentas en formato televisivo que Comedy Central ha estrenado. «Han atacado mi vanidad, ¡pero si soy característicamente humilde! Y coinciden en mi bajo rendimiento sexual. ¡Ni que me hubieran probado!».
Ahí queda la propuesta de Loles León en todo caso... Se conocen de tiempo atrás, de cuando ella cantaba coplas y vacilaba en el escenario con «las propiedades de los rabanitos y los efectos relajantes de las hortalizas» y luego salía Wyoming a hacer rock and roll. Una noche, entre el público de un bar en Sevilla, estaba Pablo Carbonell. «Vi a un tipo de mirada huidiza y timidez patológica que se comía las uñas y pensé: '¡Un igual! Si este fulano puede hacerlo, yo también'. Y me puse a cantar». En las copas alguien les presentó. «El incauto me dio su teléfono. Lo que no sabía es que me iba a presentar en su casa de Madrid. Por entonces yo hacía un show con Pedro Reyes y buscaban a alguien para actuar en un local nuevo, 'El ángel exterminador'. Wyoming le dijo al dueño: 'He visto a dos pollos en Sevilla, Pedro y Pablo'. Nos pagaron bien».
Chechu «los amigos cercanos le llamamos así» no podía actuar porque estaba a tiempo completo incluidos los domingos, que hacían dos pases en 'La Aurora', con el Maestro Reverendo. Permanecieron más de veinte años juntos, actuando en los garitos y saliendo en programas de televisión, desde finales de los 70, cuando montaron el grupo 'Paracelso' y ganaron el primer concurso Viña Rock de Madrid. Con ellos (también estaba un hermano de Wyoming) definitivamente colgó la bata, porque antes que músico fue médico.
Sus padres eran farmacéuticos y desde los 12 años él ayudaba a despachar en la farmacia que la familia regentaba debajo de casa, en el barrio de la Prosperidad, un «micropueblo» de la periferia madrileña donde había ovejas y la leche la comprabas de la vaca recién ordeñada. En los grises años 60 era complicado salirse del carril y como dos de sus hermanos (son cuatro) ya estaban apuntados a Farmacia, él eligió Medicina.
Sacó la carrera en diez años porque estuvo cinco sin pisar la facultad (la Universidad Complutense), a donde llegó sin saber más del comunismo salvo que era «gente muy mala que mataba niños», le contaba a Iñaki Gabilondo en una entrevista. Al matricularse se topó con una fila de «grises con metralletas». Instintivamente él se colocó en frente... y no se ha movido. Con 'El Intermedio' (La Sexta) se ha convertido en el azote de la derecha, que le ha declarado la guerra mediática.
¿No tiene ningún amigo dentro del PP?
La verdad es que no. No conozco a políticos.
¿Ni siquiera conoce a Pablo Iglesias en 'petit comité'?
Le conocí en 'petit comité', cuando me dieron un premio en su programa La Tuerka. Por entonces no era más que un profesor.
¿Qué ha supuesto la irrupción de Podemos en el panorama político español?
Ha sido esperanzador, un revulsivo. Manuela Carmena paró el primer día los desahucios y el otro día Colau nos contaba que había encontrado buena disposición con este tema. El PSOE y el PP llevaban años tomando medidas y estas señoras lo han hecho en un día. Entonces sí se podía, ¿no?
La Guardia Civil enfrente
Wyoming ha apoyado públicamente la candidatura de Ada Colau al Ayuntamiento de Barcelona, pero es partidario de mantener la distancia con los políticos. «Si no, te cuesta más hacer fechorías». Les hicieron algunas en 'Caiga Quien Caiga' (Telecinco), el programa que le consagró definitivamente. «Aquello fue importante, en el sentido de quitarles un halo de solemnidad que era exclusivo de España. En Argentina los reporteros estaban 24 horas al lado del político, aquí los guardaespaldas te separaban varios metros».
¿Qué ánimo percibe de cara a las próximas elecciones?
Va por barrios. Hay quien apuesta por el inmovilismo y las medidas regresivas. El otro día oí en la radio que quieren quitar algunos incentivos por maternidad. Y lo dicen los defensores a ultranza de la familia. Esos que son el argumento de la productividad te condenan a la esclavitud.
¿No se anima a lanzarse a la arena política?
No tengo interés en dedicarme a ello de manera profesional.
Tampoco tuvo interés por hacer carrera como médico. Ejerció en la mili y un verano en Buitrago del Lozoya, un pueblo de Madrid que triplicaba su población en julio y agosto. «Ahora hay cinco médicos pero entonces estaba yo solo. Trabajaba de dieciocho a veinte horas diarias». Después de aquel verano que cambió la bata blanca por la chupa de cuero, se dejó crecer el pelo le costó alguna paliza de la Policía y cuarenta años después sigue en lo mismo, pero sin melena. A propósito de los desencuentros con las fuerzas del orden, Pablo Carbonell rescata una anécdota. «Estábamos en Zahara de los Atunes y la Guardia Civil fue a desmantelar el local de 'La Gata'. Fuimos a apoyar al dueño y los agentes, cuando vieron a Wyoming, le dijeron: 'No se meta usted. Estamos cumpliendo la ley'. Él les respondió: '¿Qué ley? ¿La que se aplica a los ricos o a los pobres, la que se aplica al señor del maletín o al que se tiene que arrastrar por un plato de comida?'». Carbonell cuenta este episodio precisamente desde este rincón de la playa de Cádiz donde suele verse tres o cuatro días con Wyoming todos los veranos. «Es un lugar de buen comer, donde hay pocos musculitos y mucha gente normal, con barriguita». Carbonell y Wyoming son vecinos allí. «Yo me compré un adosado y cuando el de al lado quedó libre le dije que se lo comprara».
Tiene 19 ó 20 pisos. ¿A usted qué le parece? Porque le ha costado muchas críticas.
Pablo Carbonell: Yo lo veo bien. No ha parado de trabajar. Eso de que para ser de izquierdas tienes que ser pobre es un poco idiota. Probablemente los que le critican tienen el dinero en Suiza.
Una de callos a mediodía
Wyoming, acaba de cumplir usted 60. ¿Atisbo de crisis?
Cero. Soy bastante inconsciente y sigo haciendo lo mismo que cuando tenía 20 años. Ahora voy con una banda de veinteañeros, 'Los insolventes'. Tocamos fuera cada quince días se entusiasma.
Por cierto que los amigos le hicieron una fiesta de cumpleaños, el 15 de mayo. «Él creía que iba a un conciertito, algo tranquilo... Estábamos cien colegas. Los Trueba, Ana Belén, Santiago Segura, Dani Mateo... En cuanto nos vio cogió la guitarra y una cerveza». Lo cuenta Arturo Valls, que también estaba en el ajo y es amigo de Wyoming desde que fue su 'subordinado' en 'CQC' (ha presentado 10 programas, participado en varias películas y escrito seis libros).
¿Qué tal jefe es?
Arturo Valls: Muy bueno, ejerce poco. No es de dar consejos, pero aprendes de él desde el minuto uno. No tiene incontinencia verbal, lo suyo es diarrea. Cuando me empecé a hacer conocido me dijo: 'A esto hay que darle la importancia que se merece'.
Carbonell dice que Wyoming siempre tuvo un algo «mesiánico». ¿Se le ha subido a la cabeza?
Arturo Valls: No, no, qu va. Es un tipo muy sensato y coherente..
¿No ha hecho ninguna locura?
Pablo Carbonell: Lo más inmoderado que le he visto hacer ha sido comerse unos callos a las doce del mediodía. Él asegura que son súper sanos.
Y descubre el lado cocinillas del Gran Wyoming. «Es muy amo de su casa». Qué remedio le queda, divorciado y con tres hijos veinteañeros en casa... «Los tengo acoplados en casa. Soy el pringado, pero me lo tomo con filosofía oriental. El chacheo me relaja y cocino siempre, lo importante es tener dominado el sofrito. Es la base de todo».
Sus íntimos cuentan que...
Su última afición: «Ahora le ha dado por la música brasileira. Es complicada de tocar porque cada sílaba es un acorde», cuenta su amigo Pablo Carbonell.
Un tema de conversación: «Puede estar hablando de Frank Zappa durante horas. Le encantan Rosendo, Los Beatles, los Rolling... Cree que el rock es una buena doctrina, que a base de buenas canciones puede mejorar el mundo. Toca con Los insolventes porque le gusta, lo comido por lo servido».
Pasiones menores: Madridista «moderado», le gustan «las guitarras y las camisas feas», desvela Arturo Valls.
El personaje y la persona: «El Gran Wyoming es un personaje chulesco. Él no es tan excesivo, aunque es madrileño y tiene ese puntito».
Wyoming lanza un dardo a un amigo: «Conocí a Santiago Segura en el casting de 'El peor programa de la semana'. Me lo presentó David Trueba, me dijo: 'Este tío es muy gracioso'. Me pareció que no tenía gracia... Y con él hasta ahora. Es un tipo muy abierto, muy sincero».
El apodo: Le pusieron Wyoming porque cantaba en inglés. Él añadió lo de 'Gran'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión