El presunto descuartizador de Majadahonda fue un niño buscado por Lobatón

El popular espacio presentado por Paco Lobatón trató en 1995 el caso de Bruno Hernández. Un chico gallego buscado por su madre, cuando tras la separación, su padre se lo llevó cuando tenía tres años. Gracias al espacio supo que seguía vivo y estudiaba en un colegio de Majadahonda.

Sin embargo, el municipio solo fue el comienzo de un largo periplo junto a su progenitor. Vivió en Los Ángeles y Puerto Rico hasta volver de nuevo a Madrid cumplida la veintena. Se buscó la vida como repartidor de propaganda, de camarero o en atención al cliente en una multinacional, trabajos que le duraron poco por su falta de empatía.

Se desconoce cuándo comenzó a sufrir episodios de psicosis y fobias, pero estuvo ingresado al menos dos veces en la unidad de Psiquiatría del Hospital de Móstoles. Dejaba de tomas las pastillas al poco de salir, y volvía a recaer asegurando que veía a Lucifer.

Estaba mal y todo era debido a que no tomaba la medicación que le prescribían para frenar la aparición de posibles brotes de esquizofrenia. Su padre no solo no se preocupaba para que tomara la medicación, sino que cuando estaba realmente mal demoraba en exceso el ingreso en un centro especializado. No tiene sentido que le permitieran salir cuando la única realidad es que no estaba curado y la prueba es que al poco tiempo volvía a sufrir algún brote y tenía que ingresar otra vez, lamenta su madre en una entrevista a La Voz de Galicia, a la que acudía en momentos de crisis.

Debería plantear que este tipo de personas, como mi hijo, precisan una atención muy especializada y estar ingresados. Hacen falta centros específicos para poder tratar a pacientes que realmente sufren muchísimo, denuncia a la vez que asegura que si asesinó a las dos mujeres tendrá que pagarlo.

A sus 32 años Bruno es el principal sospechoso de haber violado, matado y descuartizado a su inquilina, una argentina que le alquilaba una habitación del chalet. En el registro la policía encontró indicios más que suficientes; el DNI de la víctima, sus tarjetas bancarias y restos óseos en una picadora, cuchillos y machetes. Pero además, su tía que supuestamente le había dejado la vivienda antes de ingresar en un geriátrico no aparece, por lo que se investiga si la anciana pudo ser también su víctima.