Miralles: «Vox no es el patito feo, es la España que madruga, que ilusiona y que sonríe»
La formación consolida su escaño, el de la abogada del Estado Macarena Olona, y pasa del 14 al 20,74% de los apoyos
En la sala Aliatar se proyectó la segunda parte de una película que se estrenó el 28 de abril: el salto de Vox. En la ... pantalla gigante, el último recuerdo de lo que en su día fue un cine, la señal de televisión mostró al único líder nacional que anoche pudo sacar pecho: la formación se ha situado como tercera fuerza política con 28 escaños más que los logrados en las últimas elecciones. En Granada, el centenar de militantes hizo los coros a Santiago Abascal, como una extensión de la multitud congregada en Madrid, mientras enumeraba escaño por escaño, provincia por provincia, las cifras de su escalada en el Congreso. 52 diputados. Una de ellas, por Granada.
La protagonista, la abogada del Estado Macarena Olona, siguió el recuento desde Madrid. Está en la última fase de su embarazo, lo que le impidió asistir a la 'fiesta' de Vox en el centro de Granada. Por la mañana, en declaraciones a IDEAL, se mostraba cauta. «Alegría y esperanza contenidas», resumía. Incluso decía estar preparada para un escenario en el que perdieran diputados. Pero no fue así; se cumplieron los pronósticos y hubo final feliz para Vox.
Por encima de lo esperable, insistieron en la sala durante todo el recuento. Los brindis y los abrazos mostraron otro sentir: la militancia estaba convencida del golpe en la mesa, en contra de la cautela de la cúpula provincial. El ritual de los gestos se calcó de corro en corro. Mirar el móvil, recibir un 'whatsapp' de cualquier interventor o apoderado y celebrar: «Están llegando muchos votos a Vox».
Y luego, las vistas se dirigieron a la gran pantalla. La miraron con atención el parlamentario andaluz Francisco Ocaña y la concejala de la capital Beatriz Sánchez, mientras el resto de la cúpula tomaba fuerzas -fuera de la sala- para la noche electoral. A las nueve y cinco minutos, cuando apenas había una treintena de militantes en el antiguo cine, alguno de los asistentes hacía cábalas con la posibilidad de que Onofre Miralles, el número dos de la lista, obtuviera plaza en el Congreso. Ya había comenzado el escrutinio y el abogado estaba a 648 votos de robar un escaño al PP, posibilidad que se fue difuminando a la par que crecía el porcentaje de escrutinio.
En este segundo salto, Miralles seguirá jugando el mismo papel, lejos de Madrid: es llave en el Ayuntamiento de Granada. Rompió con Partido Popular y Ciudadanos y escenificó su paso a la oposición, que seguirá ejerciendo, dijo, de forma «férrea, honesta y como merecen los granadinos». No entró a valorar la situación en la que quedará el pleno municipal tras el resultado de las generales -la caída de Ciudadanos- y ante la amenaza de Sebastián Pérez de romper el gobierno si el alcalde, Luis Salvador, no le aclara si a mitad del mandato ostentará el bastón de mando.
No hubo discurso ante los suyos. Onofre, que llegó a las 22.18, sólo se pronunció ante los medios de comunicación, una vez que Abascal ya había arengado a los militantes madrileños. Habló de la «brutalidad» del ascenso de Vox y aparcó el discurso de la serenidad: «Hemos querido ser prudentes en todo momento desde el principio de este proceso electoral. Los resultados son impresionantes».
En Granada, Vox consolida su presencia. Pasa de 73.914 papeletas logradas en el 28-A con un 14% de los apoyos a 99.368 en este 10-N, con el 20,74% de los sufragios. Aunque Vox no logró la segunda plaza en el Congreso -ni un salto al Senado-, Miralles se mostró satisfecho por haber superado el porcentaje de voto a la formación en Andalucía.
«Esto es una sorpresa, es un resultado sorprendente para nosotros y creo que para el resto de formaciones. Nos miraban como al patito feo y Vox no es el patito feo, es la España que madruga, que ilusiona y que sonríe», señaló Miralles. Apeló a Pedro Sánchez como responsable del bloqueo político en España e ironizó con unas hipotéticas terceras elecciones: «Ojalá haya un nuevo proceso dentro de poco tiempo, porque el crecimiento exponencial de la formación la llevará pronto a estar donde España merece». Apostilló luego que no vería «ni bien ni mal» unos nuevos comicios: «No han sido capaces de entenderse cuando las sumas daban perfectamente un gobierno estable. Ahora sigue habiendo posibilidades, véase un apoyo del PP al señor Sánchez. Nosotros jamás apoyaremos al PSOE».
Pulgar arriba y entre sonrisas, Vox celebró su asentamiento en Granada y su salto nacional, mientras en la gran pantalla el color verde predominaba en los gráficos y la cara de Abascal aparecía en cada esquina. No faltaron los abucheos al «terrorista» -así le gritó algún militante- Gabriel Rufián, al «golfo» -hicieron lo propio con él- Pablo Iglesias y las ovaciones a su líder nacional. La cúpula granadina siguió la intervención de Abascal congregada tras una mesa, entre miradas de ilusión y aplausos. Antes ya había celebrado el diputado en Ceuta. Aunque con menos afluencia que en la cita del hotel Luna, en abril, la velada transcurrió entre gestos festivos.
La situación en el Congreso es otra película. Y preocupa, decían. Toca, de nuevo, negociar la gobernabilidad de un país en el que Vox es la tercera fuerza más votada. Macarena Olona, por Whatsapp, se dirigió a sus militantes en Granada: «Nos ha faltado muy poco para conseguir el segundo diputado. Seguimos pendientes del Senado. Lo acabaremos logrando. Hoy somos 52 diputados en el Congreso. Es un auténtico ejército. Una legión al servicio de España y los españoles. Estoy profundamente orgullosa de formar parte de la familia de VOX Granada. Soy vuestra. Un beso enorme y felicidades. ¡Tercera fuerza política, valientes!» El escaño número dos y el representante en la cámara alta quedan para una tercera parte del salto de Vox.
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