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Manguera de un surtidor de gasolina. EFE

Los carburantes y los alimentos elevan la inflación al 1,2% en marzo

Supone una décima más que el registro de febrero y es el nivel más alto desde noviembre de 2017

David Valera

Madrid

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Viernes, 13 de abril 2018, 09:52

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El precio de la cesta de la compra repuntó levemente en marzo hasta situarse en el 1,2%, lo que supone una décima más que el dato de febrero. Además, es la tasa de inflación más alta desde noviembre de 2017, cuando se situó en el 1,7%. Los principales responsables de este aumento del IPC son los alimentos, que mantuvieron su coste frente al abaratamiento del pasado año, y de los carburantes, según los datos del INE publicados hoy. Pese a este incremento, la inflación se encuentra todavía por debajo del 1,4% de la previsión del Gobierno, lo que no impide que colectivos como los pensionistas pierdan poder adquisitivo.

Entre los productos que más influyeron en la subida del IPC se encuentran los alimentos y bebidas no alcohólicas, cuya tasa se incrementó cinco décimas y se situó en el 1,4%, a causa de que los precios de las legumbres y hortalizas se mantienen estables este mes, mientras que disminuyeron en marzo de 2017. Asimismo, también se encareció el transporte, con una variación anual del 1,4%, tres décimas por encima de la del mes anterior, debido a que los precios de los combustibles bajan menos que en marzo del año pasado.

El apartado de ocio y cultura también incrementó su tasa cuatro décimas, hasta el 1% por la influencia de la Semana Santa. Este comportamiento es consecuencia de la subida de los precios de los paquetes turísticos, frente a la estabilidad registrada en 2017. Por último, hoteles, cafés y restaurantes registró una variación del 2,2%, una décima superior a la del mes anterior, debido en su mayoría al aumento de los precios de los servicios de alojamiento, mayor que el registrado el año pasado.

En el lado opuesto, es decir, entre los elementos que más descendieron está la vivienda, que registró una variación del -1,9%, debida principalmente a la bajada de los precios de la electricidad. Y es que las lluvias y el viento han contribuido a que el precio de la luz se abarate frente al mismo periodo del pasado ejercicio.

Los datos del INE también muestran que la inflación subyacente (sin alimentos ni energía) confluyó con el índice general y se situó también en marzo en el 1,2%. Esto significa que los precios de la energía -los más volátiles- se han estabilizado debido, sobre todo, al comportamiento del petróleo. El barril de crudo se mantuvo alrededor de los 65 dólares todo el mes, aunque esa situación está cambiando a principios de abril. Asimismo, el IPC Armonizado (homogéneo en toda la UE) se situó en el 1,3%, una décima por encima de la registrada el mes anterior.

Los pensionistas perjudicados

En cualquier caso, este alza del 1,2% de marzo no es positivo para los bolsillos de los pensionistas. En concreto, supone una pérdida de poder adquisitivo para este colectivo, cuya prestación apenas se revalorizó el 0,25%, el mínimo que marca la ley por quinto año consecutivo. Los pensionistas ya sufrieron el pasado curso una importante reducción de su capacidad de compra de 1,75 puntos al registrar 2017 una inflación media del 2%.

Esta circunstancia está provocando unas movilizaciones en las calles que se repetirán este fin de semana para reclamar que las pensiones vuelvan a vincularse al IPC, algo a lo que el Gobierno se opone, pero que intenta mitigar con una subida de las prestaciones más bajas en los Presupuestos.

Por su parte, los trabajadores logran una ligera recuperación de la capacidad de compra. La subida de sueldo pactada por convenio en marzo fue del 1,53%. Es decir, tres décimas superior al 1,2% de la inflación. Sin embargo, los sindicatos consideran que la revalorización salarial debe ser superior en consonancia con el ritmo de crecimiento de la economía -próximo al 3%- para recuperar el poder adquisitivo perdido durante la crisis. De hecho, esta semana los líderes de CC OO y UGT han elevado el tono contra la patronal advirtiendo de movilizaciones crecientes para aumentar la presión en las negociaciones sobre el pacto salarial.

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