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El presidente de China, Xi Jinping. Archivo
China creció un 6,1% en 2019, el dato más bajo registrado desde 1990

China creció un 6,1% en 2019, el dato más bajo registrado desde 1990

Las perspectivas a largo plazo se ven lastradas por la menor natalidad de la historia. India le arrebatará pronto el título de país más poblado del mundo

Zigor Aldama

Corresponsal en Shanghái

Viernes, 17 de enero 2020, 11:37

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El año pasado, el crecimiento de la economía china continuó con su tendencia a la baja y se quedó en el 6,1%, la menor tasa desde 1990. Y aquel año -en el que registró una expansión de solo el 3,9%- fue especialmente duro, porque China sufrió las consecuencias de las sanciones internacionales aprobadas para amonestar al Partido Comunista por la matanza de Tiananmen. No obstante, es un incremento que se encuentra dentro de la horquilla prevista a principios del año pasado por el gobierno chino, y demuestra que la segunda potencia mundial continúa con su aterrizaje suave a la vez que protagoniza una profunda transformación de su modelo socioeconómico: las manufacturas de bajo valor añadido y las exportaciones pierden fuerza en favor de la innovación y del consumo interno.

En cualquier caso, según los datos publicados por el Buró de Estadísticas, variables como la producción industrial y las ventas al por menor crecieron sensiblemente menos que en 2018: 5,7% y 8% respectivamente. Lo mismo sucedió con las inversiones en activos fijos, que se incrementaron un 5,4%. El sector inmobiliario tuvo un comportamiento mixto, con cifras robustas en las ciudades de primer orden y decepcionantes en las localidades de menor importancia. En muchas de esas últimas, la vivienda incluso perdió valor.

En el extremo opuesto, la deuda sí que creció a mayor ritmo: según el Instituto de Finanzas Internacionales, China acumula ya una deuda total equivalente al 310% de su PIB, una de las más elevadas entre los países en vías de desarrollo, y el importe de lo que deben familias y gobiernos locales alcanza ya un récord del 55% del PIB. «Después del frenazo registrado entre 2017 y 2018, la acumulación de deuda en China volvió a acelerarse en 2019, sobre todo entre las empresas de sectores no financieros», explica el informe del Instituto. Para algunos analistas, el ritmo al que crece esta deuda es insostenible; otros subrayan que la mayoría está en manos del Estado para restar importancia a la coyuntura actual.

Entre los aspectos positivos que marcan el horizonte económico para este año se encuentra que China haya logrado crear más de 13,5 millones de empleos urbanos durante 2019. Es una cifra que permite continuar con el proceso de urbanización iniciado con la apertura del país al exterior y que proporciona la estabilidad social en la que se sustenta la legitimidad del Partido. Oficialmente, la tasa de paro urbana se sitúa en el 3,62%, lejos del listón del 4,5% que el Gobierno considera como peligroso.

Y, por si fuese poco, la renta per cápita de la población superó por primera vez los 10.000 dólares. La renta disponible también creció a buen ritmo, aunque por debajo de la economía: un 5,8%, hasta los 30.733 yuanes (4.040 euros). Claro que esa media esconde grandes disparidades: en las ciudades es de 42.359 yuanes (5.500 euros) y en las zonas rurales se queda en 16.021 yuanes (2.100 euros). «El progreso en China es imparable», sentenció el portavoz del Buró de Estadísticas, Ning Jizhe.

Sin duda, los fundamentos económicos del gigante asiático parecen definitivamente más sólidos que los del conjunto del planeta, y no se esperan grandes medidas de estímulo. «Serán mucho menores que en ocasiones anteriores», vaticina en un comunicado la financiera Nomura, que también avanza un crecimiento económico por debajo del 6% para 2020. Pero China se enfrenta a un reto aún mayor de cara al futuro a medio plazo: la crisis demográfica que dejó el año pasado el menor número de nacimientos desde que se fundó la República Popular. Aunque el número de chinos rebasó por primera vez los 1.400 millones, se registraron 14,65 millones de nacimientos, 580.000 menos que en 2018.

Ni siquiera la relajación de la política de natalidad, que ahora permite tener dos descendientes a todas las parejas, ha servido para detener esta tendencia a la baja. Y las consecuencias se irán sintiendo poco a poco en la economía: la población en edad de trabajar se redujo en 2019 en 890.000 personas, mientras que el número de habitantes con más de 60 años creció en 4,39 millones y representa ya el 18,1% del total. Mientras tanto, en la vecina India la natalidad se mantiene robusta, razón por la que el país de Gandhi destronará pronto al de Mao como el más poblado del planeta.

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