El Maracena cae ante el líder preso de sus propios errores

Como ocurriera la pasada semana, el Maracena empezó permitiendo un gol, un regalo que no rechazaron los jieneses. Padilla, alto central, contundente al corte, fue una catapulta en cada saque de banda, defendido con temor y temblor por los locales. En el minuto 8, un saque de banda de Padilla fue rechazado malamente por Fran Bea, que la dejó botando en la frontal. Por ahí pasaba Sanabria, que conectó con la izquierda una volea a media altura que superó a Haro.

Le costó responder al Maracena, abusando de un pelotazo en largo desde atrás que no incomodaba nada al Torreperogil. Los rojos aprovecharon su fuerza y altura para maniatar las acciones demasiado directa de los de Morente, que pedía ritmo. Ambos equipos perdieron un jugador por lesión desde muy pronto. Ángel en los visitantes, Rubén -que ya acudía tocado al encuentro- por los locales. La lesión del central supuso retrasar a Molina, que empezó casi de mediapunta, a la zaga. El '15' completó un buen partido, correcto en las acciones defensivas y excelso en la salida de balón, algo que acabó beneficiando al Maracena.

Llegaron los mejores momentos locales, con varias jugadas de Jordi y Bolívar que acabaron en nada. Aún así, sería el Torreperogil el que amenazaría el arco de Haro. De hecho, Fran logró un gol de chilena que el árbitro anuló por claro fuera de juego y Jordi, a los dos minutos y tras una tangana de la que fue protagonista, gozó de la ocasión más clara. Recibió un centro bajo de Bolívar y se encontró en el área pequeña, solo ante el meta. Algo forzado, disparó arriba.

El mazazo llegó en el 45. Merecía el empate el Maracena, que lo rozó con una buena jugada de Luis Enrique, que cedió a Peinado para que este la cruzará demasiado. Cuando parecía estar tan cerca el empate como el descanso, un nuevo saque de banda de Padilla desató la pesadilla. El balón voló hasta el área, donde una multitud azul fue incapaz de despejar y un solo rojillo, Sergy, sí pudo controlar, darse la vuelta y rematar entre ese bosque de piernas, a quemarropa y sin opción para Haro. El 0-2 era una losa durísima.

El segundo tiempo, aunque de dominio local, dio para algo menos de literatura. El partido, ya bronco en los últimos compases del primer acto, entró en demasiadas interrupciones. El Maracena buscaba el contacto para crear jugadas a balón parado, mientras que el Torreperogil las buscaba para frenar el ritmo que querían imponer los locales. Pasada la hora de juego, el centro del campo formado por Castillo y Fran Bea -algo erráticos ambos este domingo- creó su mejor jugada, sacando el balón desde atrás y descargando sobre Luis Enrique, que se asocia a las maravillas con Jordi. Hacia el delantero llegó el balón en banda y lejos del área. Amagó por fuera y se marchó por dentro hasta conectar el disparo al segundo palo desde el borde del área. Pozo no midió bien el bote y el balón se coló cerquita del poste.

El árbitro se complicó los últimos minutos con dos decisiones polémicas. En la primera, Bolívar se internó en el área para un mano a mano con el portero y fue zancadilleado por Sergio García. El choque de las botas sonó, pero el delantero maracenero recuperó el equilibrio y, aunque perdió la ocasión, no se tiró al suelo. Eso hizo al colegiado malagueño no apreciar un penalti que existió claramente. Las protestas locales habían quedado estériles por el afán de Bolívar de intentar llegar al balón.

Mucho más extraña fue la decisión en la réplica del Torreperogil. Adivinen cómo llegó el peligro. Un saque de banda de Padilla al área fue despejado de nuevo al centro por la defensa maracenera, un jugador del Torreperogil golpeó a meta, pero el esférico le cayó a un compañero que acomodó el chut y definió ante Haro en posición dudosa. El asistente, algo disperso en la jugada, dudó un instante para acabar dando el gol por bueno corriendo hacia el centro. El árbitro principal levantó la mano señalando fuera de juego pero, al ver a su asistente, cambió de decisión y señaló el gol. Los maraceneros se comían a protestas al árbitro que, al final, entregó el balón a Haro para que sacara una falta en ataque bastante dudosa. Un despropósito que dejó protestas y celebraciones a medias.

El final del partido fue un quiero y no puedo del Maracena. Los de Morente mutaron en un 3-4-3, pusieron todas las fichas en los balones a la banda y los centros buscando a Jordi, pero los visitantes supieron sufrir e hicieron volar los minutos que restaban. Aún así, pudo y mereció empatar el equipo local en una falta que Fran Bea puso en la misma escuadra. Espectacular golpeo y más aún la respuesta de Pozo, que voló para sacar el balón de manera acrobática. Con el Maracena volcado, Virgilio y Álex, atacantes que salieron de refresco, pudieron hacer el tercero, pero se toparon con un buen Haro. Así, con reproches entre algunos jugadores por alguna entrada desmedida, y la decepción local, se acabó un partido en el que el líder se creció y aprovechó dos regalos navideños de la UD.