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Durante el entrenamiento, el equipo incide en la llegada a portería. ALFREDO AGUILAR
Campeones en ilusión: El equipo de Granada que ha encajado casi 300 goles pero es el mejor en formación y valores
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Campeones en ilusión: El equipo de Granada que ha encajado casi 300 goles pero es el mejor en formación y valores

Falta una jornada y no han ganado todavía. Aun así, no se pierden un solo entrenamiento y la sonrisa no ha desaparecido de sus caras. La formación de deportistas, en su estado más puro

CÉSAR GUISADO

GRANADA

Lunes, 21 de mayo 2018, 17:17

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Qué complicado es el fútbol. Queda una jornada más para terminar la liga y esta temporada los benjamines del Chana no han conseguido ganar un solo partido. Pero no son los únicos. Tampoco lo han logrado aún los del Arenas, ni los del Rayo Eneas, o los del Benalúa, los del Carchuna, ni los del Soccer e igual pasa con el Albolote. Y han tenido la misma suerte los alevines del Chauchina, los del Vegas y también en Ogíjares. Si no lo remedian, van a terminar la temporada sin sumar tres puntos. Aunque, ¿acaso hay algo que remediar? Pues no.

Lo dicen los formadores. «Los niños están aquí para que se diviertan y para disfrutar del fútbol. El resultado que obtengan en un partido, a mí me da igual». Son las palabras de Laura Padilla, que es la entrenadora del Estrellas Chana benjamín 'B', aunque sus jugadores la conocen como Nina. Ella es capitana del equipo femenino senior. «¡Es una 'crack'», grita alguno de sus chicos, «la hemos visto marcar muchos goles», jalean.

El caso del Chana 'B' benjamín es llamativo. Y lo es porque, por el momento cierra la clasificación de su grupo en la Cuarta andaluza con veinticuatro derrotas en los mismos partidos disputados. Han anotado 8 goles y encajado 297, una media de casi una docena por encuentro. Lo curioso es que tienen -3 puntos y esto se debe a que un día el equipo no pudo comparecer por falta de jugadores debido a bajas por enfermedad.

«Cuando son capaces de trasladar en el campo lo que hemos ensayado en un entrenamiento, les aplaudo. Ese es el premio que obtenemos»

Porque el desánimo no es capaz de entrar al césped chanero. Se queda en la puerta de un polideportivo de barrio donde se respira fútbol e ilusión cada tarde. Orillando ya el final de temporada, aquí no falta nadie a un entrenamiento, y eso es mucho decir. Hay risas, mucho cachondeo y demasiado buen rollo, si es que alguna vez pudiera haberlo en exceso.

Y la entrenadora está contenta porque sabe que recoge los frutos de su trabajo. «Cuando son capaces de trasladar en el campo lo que hemos ensayado en un entrenamiento o planeado en el vestuario, les aplaudo. Ese es el premio que obtenemos». Sus chicos escuchan atentos durante una pausa durante el último entrenamiento, «sé que están aquí porque les gusta, quieren seguir trabajando y luchando para ganar algún partido», dice Nina.

Y a punto estuvieron de conseguirlo. En Atarfe llegaron a ponerse 2-4 por delante al descanso, aunque al final terminaron imponiéndose los verdiblancos anotándoles cinco goles más en la segunda mitad. Qué le vamos a hacer. «A los cinco minutos se les olvida, siguen disfrutando del fútbol y siguen siendo buenos compañeros, están a gusto como equipo y esa es nuestra recompensa», pondera la entrenadora.

«Están haciendo deporte y aprenden unos valores que no van a cambiar obteniendo mejores resultados»

Jacobo es el portero. Dice que le encanta Keylor Navas y que le gustaría ser guardameta de algún equipo de Primera cuando sea mayor. No encuentra los motivos por los que el equipo encaja tantos goles en cada partido, pero eso es porque no hace falta buscarlos. «Es cosa de todos, también de los defensas, ¡que luego me echan la culpa a mí!», señala, con una sonrisa de oreja a oreja que se contagia.

Sus 'compis' también le restan importancia y se reparten la responsabilidad. «Casi todos hemos sido porteros, ha estado Dorian, luego Williams...» y ellos van levantando la mano como quien levanta un trofeo con la imaginación.

Nunca fallan

«Como veis, a pesar de que los chavales no tienen buenos resultados, no faltan a entrenar y tienen mucha dedicación» afirma José Molina, quien se incorpora a la sesión para echar una mano a Nina después de despedir a los prebenjamines, a quienes ha estado dirigiendo durante la primera hora de la tarde. Abronca a los chicos «quiero seriedad», les dice, en medio de un caos casi ingobernable. Hay una cámara grabándolos y se lo están pasando en grande.

«A estas edades», continúa el presidente del Estrellas Chana, «los resultados son los que menos nos tienen que importar. Están haciendo deporte y aprenden unos valores que no van a cambiar obteniendo mejores resultados», descubre, en una frase que debería ser dogma en cualquier club. No por ganar, se cumplen los objetivos. Y esto que están simple, debieran aprenderlo quienes a estas edades continúan jaleando desde la grada para que sus hijos marquen más goles cuando el resultado ya es de 20-0. También pasa en los banquillos.

«Nuestra labor como adultos es la de guiar a los niños a que sean muchas veces ajenos a los padres de ambos equipos. Los niños vienen a jugar y si pierden, a los cinco minutos ya se les ha olvidado y siguen practicando su deporte. Ellos tienen que divertirse, y si el rival tiene la capacidad de marcar más goles, que lo haga. El resultado no tiene por qué interferir en la formación», subraya Molina.

El club, que tomó su nombre de la unión entre el equipo de La Chana y el que se había fundado en la Calle Estrellas del mismo barrio, va a cumplir sesenta años. Y lo hará manteniendo viva una filosofía formativa «al cien por cien. Como en una pirámide, que los niños empiecen desde abajo y que vayan subiendo. Habrá quienes les guste y se formen como buenos futbolistas y otros que al final no lo sean tanto. Pero por nuestra parte no podemos olvidar darles cabida a todos. Ellos, vienen aquí con dedicación a cada entrenamiento». La única obligación del formador es formar. Y dice la psicóloga Patricia Ramírez que la única obligación de un padre después de un partido es la de preguntarle a su hijo qué tal se lo había pasado. Una actitud que no debe perder toda su vigencia.

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