Pablo Cánovas y Carmen Jiménez elevan el nivel del Memorial Andrés Pérez

El Memorial Andrés Prieto se ha convertido ya en una fiesta del final de verano. Es al atletismo granadino lo que el Granada Sound a los festivales de música. Con él, Granada despide el verano y da paso a los últimos meses de carreras populares del año, antes de que se cuele el frío. Y, cada año más, es una fiesta en torno al parque Tico Medina, que acoge la salida de la prueba, que finaliza a escasos metros de él, en la explanada del museo Memoria de Andalucía.

Desde antes de que el sol comience a asomarse por Granada, el entorno de la carrera empieza a tomar forma. Horas después, los más pequeños juegan en el parque y los que ya han crecido se atan las zapatillas para salir a por todas. En el Memorial Andrés Prieto se aglutina lo mejor del atletismo de competición y del aficionado. Se puede ver a Pablo Cánovas reventando la carrera desde los primeros instantes y diez minutos después observar pasar a personas con más de cien kilos en su cuerpo desafiándose a sí mismas. El ambiente competitivo de los primeros atletas, se torna en familia conforme la cola de la carrera desfila por el Tico Medina. Parejas y padres con sus hijos, incluso con carrito, transitan a un ritmo suave. Los más rápidos no tienen problema en rebajar su rodar habitual de marcha para adaptarse a sus compañeros de baile. En total, cerca de 600 corredores con el objetivo común de luchar contra el cáncer que se llevó a Andrés Pérez. Este año la recaudación de la carrera volvió a ir destinada a la asociación Relevos por la Vida para la lucha contra el cáncer juvenil.

La carrera fue un monólogo en las categorías masculina y femenina de principio a fin. Pablo Cánovas rompió el grupo de cabeza desde la salida. Trató de seguirle Francisco Martos (22:46), pero solo logró verlo a lo lejos. Por detrás, un buen pelotón en el que Víctor Manuel Torres (23:00) logró destacarse cerca de la meta para alzarse con el bronce. Entre las chicas, Carmen Jiménez, corredora sub-18 del Granada Joven, también se marchó sola desde el inicio. Salió junto a su hermana, sub-16 del mismo club, pero pronto se separaron para que cada una hiciera su crono sin mirar hacia atrás. Ambas llegaron con más de diez minutos de diferencia y la benjamina buscó a la mayor nada más terminar los siete kilómetros de la prueba para felicitarla por su exhibición. Dejó a más de medio minuto a la segunda clasificada, Cristina Ortiz (28:33), y a más de dos a Cristina Campos (30:33), tercera. Ese simbólico abrazo entre Cristina Jiménez y su hermana Elena representó a centenares de corredores que buscaban en la meta la cara amiga que les arropase después de siete kilómetros que para la mayoría de los inscritos fueron un desafío.