El secreto mejor guardado de la canasta granadina
El hijo del afamado entrenador y profesor de la Facultad del Deporte persigue en EEUU el sueño de ser jugador profesional
Existen ocasiones en las que el peso de un apellido, aunque pueda abrir alguna puerta, termina encasillando a su portador, obligando a tirar de ingenio para alcanzar los objetivos. Ese es, en buena medida, el caso de Álvaro Cárdenas (Granada, 29 de abril de 2002) a quien su patronímico paterno no tardó en señalar. «Siempre he escuchado que era un enchufado, pero sí que tengo claro que sin mi padre no estaría donde estoy. Dejó el baloncesto profesional para dedicarse a su familia, decidió disfrutar de sus hijos y viajar menos. Ha sacrificado mucho y no puedo estarle más agradecido», relata sobre su progenitor, David, entrenador en su día del CB Granada y hoy, desde su puesto de profesor en la Facultad de Ciencias del Deporte, convertido en uno de los mayores estudiosos del baloncesto en España.
Lo cierto es que el camino del granadino en su ambición de ser jugador profesional no es el más habitual. Convertido en una suerte de Santi Aldama local, Cárdenas tomó hace tres años la decisión de su vida: se enroló en la 'Get Better Academy' de Jindřichův Hradec, una pequeña localidad —«allí no hay nada que hacer», sonríe— a algo más de una hora en coche de Praga, como paso previo y escaparate para conseguir saltar a la NCAA, la liga universitaria de Estados Unidos. Había que creer, pues pese a notarse el talento, por aquel entonces podía haber dudas sobre su potencial: con 16 años, apenas medía 1'65 metros. Hoy, recién cumplidos los 21, y ya en el 1'87, la apuesta ha merecido la pena. «Aún este año he crecido tres o cuatro centímetros», agradece. Además, su hercúleo físico deja entrever la estajanovista forma de ser de quien está convencido de que solo el trabajo le permitirá alcanzar resultados.
Fue en la academia checa destinada a la mejora de jóvenes talentos donde le cambió la vida al granadino al conocer a Gilbert Abraham —«ha sido como un mentor para mi», agradece— , actual miembro de la estructura de los San Antonio Spurs de la NBA. Con todo, la pandemia de covid ensombreció el panorama. «Se canceló la temporada tras apenas seis partidos, y además casi no pudieron venir de Estados Unidos a vernos ni pudimos organizar un viaje para entrenar allí», recuerda. En ese entorno de incertidumbre, no fue sencillo despertar interés desde el otro lado del Atlántico. Hasta que apareció en escena la californiana Universidad de San Jose State. «Nos pusieron en contacto con David Miller, el entrenador asistente. Acababa de llegar como primer entrenador Tim Miles, desde Nebraska, y estaban en plena reconstrucción. Había hablado con muchas universidades y ninguna daba el paso, pero estos lo tuvieron claro desde el primer momento», recuerda el base. Tras una videollamada, la beca completa en la división 1 de la NCAA era una realidad. El sacrificio checo había surtido efecto.
Desarrollo
Dos años después, Cárdenas es capitán y pieza crucial de los Spartans de San Jose State, una escuela con 30.000 alumnos en pleno centro de una ciudad, sede de los Sharks de la NFL y los Earthquakes de la MLS, sita a apenas 40 minutos en coche de San Francisco. Estudiante de Kinesiología, 35 partidos –todos de titular– con promedios de 10 puntos y 3'4 asistencias han sido sus registros en la gran temporada de los californianos. «Hemos hecho mucho ruido, pasando de ganar ocho partidos a veintiuno en una conferencia muy dura como la 'Mountain West'», presume. No en vano, los Spartans se quedaron cerca del torneo final, la afamada 'March Madness' –la locura de marzo–. Tuvo que ser San Diego State, futuro subcampeón nacional, quien cercenara su sueño. Sin embargo, Cárdenas quiere más. «Personalmente estoy contento porque sé que he ayudado al equipo pero por ejemplo no he sido consistente en el tiro, así que no estoy satisfecho aún», ambiciona, agradecido por vivir el sistema formativo estadounidense. «Está todo planeado para compatibilizarlo mientras entrenas de forma casi profesional. Entrenamos a diario de 6 a 12 y las clases son por la tarde, así que no faltas hasta que en el segundo semestre empiezas a jugar por todo el país, pero los profesores te ayudan y acabas haciendo el mismo trabajo que el resto de compañeros», describe, crítico con situaciones similares a la suya en España, «donde al final un jugador puede necesitar siete años para hacer un grado», remarca.
March Madness
Con dos años por delante en San Jose, Cárdenas no quiere cerrar ninguna puerta en plena explosión económica de la NCAA. «Este curso me quedo seguro, luego estoy abierto a todo», admite. Su gran reto, de momento, es meter en el 'March Madness' a su alma máter, lo que solo ha pasado tres veces en toda la historia, la última en 1996. Sabe que es «muy difícil» pero avisa de que «lo podemos conseguir, pues ya hemos estado muy cerca este año».
Antes de volver a Estados Unidos, el mayor secreto oculto del baloncesto granadino pasa dos semanas por casa donde, eso sí, la cabra tira al monte. «Por las mañana entreno con mi padre, luego voy al gimnasio y por la noche vuelvo a entrenar con él», relata. Álvaro Cárdenas asume que, para él, no hay vacaciones en el camino a una cima que tiene muy clara. Cuestionado por si su ambición es llegar al nivel ACB, es rotundo. «Sí, al 100%», replica convencido. Terco es, como ha demostrado. Mientras, su físico ya emula al de un profesional. Tiempo al tiempo.
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