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Lewis Hamilton durante la carrera.

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Lewis Hamilton durante la carrera. Afp
Gran Premio de Japón

Así se las ponían a Lewis Hamilton

Una oportuna avería de Vettel en las primeras vueltas deja al británico con ventaja suficiente como para optar a ganar el título ya en la siguiente carrera

david sánchez de castro

Domingo, 8 de octubre 2017, 00:10

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Ni en sus mejores sueños Lewis Hamilton pensaba que iba a tener tanta suerte como para que Sebastian Vettel abandonase y él ganara… pero así pasó. No tuvo ni siquiera que esperar mucho o al menos luchar con el alemán, sino que fue la propia mecánica del Ferrari quien se alió con el tricampeón de Mercedes, que ya huele el tetracampeonato.

Concretamente fue una bujía la que destrozó las opciones de Vettel. El alemán ya vio cómo, antes siquiera de tomar la salida, sus mecánicos se afanaban a intentar encontrar un problema en que hacía subir mucho la temperatura. La imagen del SF-17H con la tapa motor abierta fue el preludio de un drama al que Ferrari empieza a acostumbrarse en este final de temporada. La fiabilidad le va a costar a Vettel su quinto título, no porque Hamilton le haya llevado al límite, sino porque las últimas evoluciones llevadas para la ronda asiática les han salido ‘rana’. En este caso, una pieza que apenas cuesta 10 dólares le obligó a abandonar cuando ni siquiera había dado diez vueltas. Fue una bujía.

Y eso que la mitad de esas vueltas que dio fueron detrás del coche de seguridad. Lo provocó Carlos Sainz, que tuvo una despedida mucho más amarga de lo que hubiera deseado de los que han sido sus compañeros en los últimos tres años. El madrileño partía penúltimo, al lado de Fernando Alonso, y tal era su ímpetu de intentar hacerlo bien, que se pasó en la enlazada larga antes del túnel. La cara de desesperación que tenía Sainz era notable, y todas las disculpas que dirigió hacia sus mecánicos e ingenieros le salieron con un nudo en la garganta. A partir de este mismo lunes, después de una cena y fiesta de despedida de sus compañeros de Toro Rosso, se pondrá a las órdenes de sus nuevos jefes en Renault, con quien buscará alcanzar puestos mucho más altos.

Las banderas azules de Alonso

En cuanto abandonó Vettel, la carrera se volvió monótona, al menos en la cabeza. Por detrás, en cambio, hubo refriegas por todas partes. Entre las imágenes que dejó este Gran Premio, la de Ericsson estrellándose, la de Stroll pinchando y librando un accidente por muy poco, o la de Nico Hülkenberg abandonando, después de que su DRS se quedase atascado y cuyos intentos, por las bravas, de un mecánico de arreglarlo resultaron infructuosos.

Valtteri Bottas ejerció de escudero de Hamilton a la perfección. Cuando llegaron los momentos de las paradas en boxes, el finlandés no dudó en dejarse pasar por su jefe de filas para convertirse en un muro con el que frenar a los Red Bull. Fue el primer intento de los únicos candidatos a romper el dominio de Hamilton, que sin embargo acabó sudando más de lo previsto.

Al final de la prueba todo se precipitó. Lewis Hamilton empezó a aflojar el ritmo para evitar una rotura, un pinchazo o incidente, hasta el punto de que Max Verstappen se colocó a su rueda a falta de poco más de cinco giros. En ese momento, los doblados entraron en acción y en este momento Fernando Alonso se encuentra en ese saco. El asturiano estaba peleando por remontar, como fuera, y alcanzar un punto que no sabe a mucho, pero que es un objetivo por el cual merece la pena pelear. El asturiano estaba intentando cazar a un Felipe Massa con los neumáticos destrozados, y un tanto nervioso por ver que le estaba alcanzando el que fuera su compañero en Ferrari. En esas estaban cuando aparecieron las banderas azules.

Massa y Alonso se convirtieron en socios involuntarios de Hamilton. El de Mercedes pasó al de Williams y al de McLaren sin demasiado problema, pero no así Verstappen, que se quedó atrapado detrás del español. Los comisarios consideraron que Alonso había estorbado, sin intención, al de Red Bull lo justo para impedir que diera caza a Hamilton y, tras una concienzuda investigación, le sancionaron. El castigo no fue demasiado serio: una reprimenda y dos puntos en el carnet de la superlicencia.

Tras una semana de descanso, la Fórmula 1 emprenderá el viaje a Estados Unidos. En Austin, como ya hiciera en 2015, Lewis Hamilton puede proclamarse campeón del mundo si logra lo que en ocho carreras este año: ganar. Si lo hace y Vettel no es quinto o mejor, se alzará con su cuarto entorchado. Si no lo hace en tierras texanas, aún tendrá tres oportunidades más. El margen es más que considerable.

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