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Dalilah Muhammad, con la bandera estadounidense. AFP
Muhammad ya tiene su corona y bate otro récord mundial

Muhammad ya tiene su corona y bate otro récord mundial

La estadounidense gana el oro en 400 vallas con 52.16 segundos a la adolescente McLaughlin, segunda a siete centésimas con la segunda marca de siempre

Miguel Olmeda

Viernes, 4 de octubre 2019

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El futuro del atletismo pasa por las piernas de Sydney McLaughlin, una adolescente con marca registrada y una empresa que multiplica dividendos en cada carrera. Acaba de cumplir los 20 y ya es campeona de la Diamond League. En su debut en la final de un Mundial corrió los 400 vallas en 52 segundos y 23 centésimas, una marca que hace 70 días habría sido récord del mundo. Algún día, más pronto que tarde, esa plusmarca será suya, pero hasta entonces es Dalilah Muhammad la emperatriz de la especialidad.

En ese ballet tortuoso de 400 metros de sufrimiento mecánico, Muhammad es la eficacia personificada. Con una zancada elegante, implacable cuando ataca el ácido láctico, batió a finales de julio el récord mundial (52.20) de la rusa Pechonkina. A la actual campeona olímpica, que no triunfó en la universidad y participó en su primer gran campeonato 'patrocinada' por sus padres, solo le faltaba el oro mundial, y por fin llegó en Doha.

En el Khalifa Stadium, Muhammad no le cedió ni media oportunidad a McLaughlin desde la primera valla. Superando todas a quince pasos, atacando con la derecha, marcó distancia en el inicio con un ritmo de récord. En la caída de la velocidad emergió la fortaleza de la veinteañera, remontando con más pundonor que técnica; incluso tuvo que cambiar a última hora la pierna de ataque. Pero en los planes de Muhammad no entraba quedarse con su tercera plata mundial. Se arrojó sobre la meta con toda la energía que le quedaba y además paró el cronómetro en un lugar privilegiado de la historia: 52.16 segundos y otra barrera rota.

Kipruto, el orgullo de Kenia

Nadie puede con Kenia en el paso por la ría, una atracción turística en las agencias de viajes del país. El Valle del Rift es una reserva natural de obstaculistas desde hace más de 30 años, aunque estos antílopes con tirantes y zapatillas de clavos resultan ya una especie en peligro de extinción. Otra consecuencia más del maratonismo furtivo, que tanto dinero mueve. Pero Conseslus Kipruto, un personaje peculiar con arrebatos de locura, está empeñado en mantener el orgullo de su país, que ha dado a luz a los quince campeones del mundo desde 1991.

Kipruto tiene que lidiar con problemas físicos: este curso sufrió una fractura por estrés en el astrágalo que casi le cuesta la temporada. Tiene que lidiar con problemas técnicos: pasa los obstáculos saltado de lado con ambas piernas a la vez y la ría sin pisar la valla. Y tiene que lidiar con su propia mentalidad, un arma de doble filo: igual que peca de ambicioso todos los años al hablar de un posible récord mundial que le queda enorme, su propio ego le permite competir como nadie cuando se deciden las medallas.

En Doha se colgó el oro en un derroche de personalidad. Había avisado en la previa: el título no se movería de Kenia, lo ganase él o cualquiera de sus compatriotas. En eliminatorias fue tan sobrado que se permitió el lujo de saludar a la grada en el último paso por la ría, pedirle calma a Kigen en la recta y entrar primero señalándose a sí mismo. Y en una final con trampa en el que los etíopes Wale y Girma lanzaron la carrera a ritmos de mitin, Kipruto no se desenganchó de sus rivales. Respondió al órdago de Girma que no pudo aceptar El Bakkali y le terminó venciendo sobre la línea, metiendo el pecho como si le fuera la vida en ello. Para redondear un Mundial que no olvidará jamás se subió al obstáculo, mandó callar al público y simuló con una mano mirar con una lupa mientras levantaba el índice de la otra. Su locura no tiene remedio.

Gardiner, un velocista con esmoquin

En una final de 400 que añoraba a los lesionados Wayde van Niekerk y Michael Norman, Steven Gardiner ganó un oro histórico corriendo con esmoquin y zapatillas de clavos. Su elegante zancada de gacela, 195 centímetros de plasticidad en movimiento, no encontró rival en el norteamericano Fred Kerley (bronce) ni en el sorprendente colombiano Anthony José Zambrano (plata). Con 43.48 segundos, que le colocan sexto en el ranking histórico de la vuelta a la pista, Gardiner fulminó también su propio récord de Bahamas, el paraíso caribeño de los cuatrocentistas.

Catar impulsa a Barshim en su regreso

Catar lloró por Barshim en julio de 2018, cuando el gran ídolo deportivo del país se destrozó los ligamentos del tobillo al intentar sin éxito el récord mundial de Javier Sotomayor en la altura. El Mundial de Doha todavía quedaba lejos, pero la principal esperanza local corría el riesgo de no llegar a tiempo. El último verano se le hizo largo a Barshim, que no logró pasar de 2.27, un brinco que difícilmente valdría una medalla, ni mucho menos su segundo oro. Pero llegó el gran día y el Khalifa Stadium, por fin lleno, saltó con el catarí hasta la victoria. Le 'salvó' de caer eliminado sobre 2.33 metros, en un último intento que enmudeció a Doha primero para hacerla estallar después. Luego pasaría a la primera 2.35 y 2.37, lo que nadie había logrado en 2019, y desataría el delirio de un público. Más de un jeque con acreditación en el cuello se coló en la pista para abrazarse con Barshim, el héroe nacional.

Cuba amarga a Perkovic

Pocas discóbolas en la historia presumen del currículum de Sandra Perkovic, bicampeona olímpica y mundial, cinco veces campeona de Europa y seis de la Diamond League, pero 2019 no ha sido su año. Primero una lesión le obligó a retrasar su puesta a punto casi ocho meses, y después una pareja de cubanas le amargó el año a la gran estrella del atletismo croata, finalmente bronce en Doha. Yaimé Pérez había vivido toda su carrera a la sombra de Denia Caballero, oro en Pekín 2015, y por fin se desquitó en Doha, el colofón a una temporada de ensueño para ella. Mejoró su marca personal en julio hasta 69.39 metros que la convirtieron en líder mundial. En Catar refrendó su favoritismo con otro lanzamiento inapelable, de 69.17, que su compatriota apenas pudo responder con 68.44 para alcanzar la plata y lograr un doblete cubano que nadie lograba en el disco desde 1987, cuando lo hizo la República Democrática Alemana.

Yamanishi triunfa en una marcha infernal

Japón domina el ranking mundial de 20 kilómetros marcha cada año, pero nunca había conseguido una sola medalla mundialista. Tuvo que disputarse en las condiciones más extremas de la historia de la disciplina (con un 77% de humedad) para que un nipón, al fin, se colgase el oro en Doha. Toshikazu Yamanishi refrendó su condición de favorito con una victoria en una hora, 26 minutos y 34 segundos por delante del ruso Vasily Mizinov (1:26:49) y el sueco Perseus Karlström (1:27:00).

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