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Fallece Superpaco | El runner de campo de 80 años que participaba en ultramaratones

Fallece Superpaco, el hombre de campo de 80 años que participaba en maratones de 100 kilómetros

Con su particular indumentaria, este malagueño era un habitual de las ultramaratones, en las que se había convertido en un símbolo. Esta es su historia

ester requena | IDEAL

Granada

Martes, 22 de octubre 2019

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Se había convertido en un fenómeno de masas entre los aficionados a correr en pruebas populares. Con 81 años, ha fallecido Francisco Contreras, más conocido como Súper Paco. Este malagueño, que corría sin ropa deportiva, era habitual en pruebas de extrema dureza, como los 101 kilómetros de Ronda. Su gorro de paja, sus pantalones de trabajo, su camisa de vestir y sus dos bastones se entremezclaban con corredores equipados con la última tecnología en mallas y zapatillas deportivas. Él lucía igual que cuando recogía la aceitunas en el campo porque se encontraba más cómodo: «Y si hay matas no te pinchas las piernas y si hace calor con desabrocharte un botón vas bien». Bajo esa humilde fachada se encontraba Superpaco, toda una leyenda en el mundo 'runner'.

De esa guisa completaba la dura carrera malagueña en apenas 19 horas y media, a mitad de la tabla, y «sin llegar cansado». Su extenso palmarés atesoraba nada menos que la Summun Ultra Cup, un circuito de seis pruebas de montaña a nivel nacional que suman 700 kilómetros en total. Él las terminó todas.

Así empezó a correr.

La historia de Paco como corredor empezó hace 20 años, cuando el médico le recomendó que se «moviera» para controlar una preocupante subida del colesterol. Comenzó a trotar por el monte sin importarle la mofa de algunos de sus vecinos: «Me decían que estaba loco, que me iba a romper algo por ahí. Pero ahora muchos de ellos también están corriendo«, sentenciaba este hombre, que era toda una eminencia en Cártama (Málaga), donde leyó hasta el pregón de fiestas.

Los montes que rodean su pueblo no tenían secretos para él. Y una vez a la semana tocaba patearse 40 kilómetros ¡de noche! Salía sobre las dos de la madrugada del viernes o del sábado y regresaba para la hora del desayuno. Unas ocho horas, con unos desniveles considerables, durante las que no encendía la linterna. «De noche se anda muy bien. No hace calor y menos agua es menos peso», detallaba Superpaco.

Un entrenamiento que convirtió en hábito hace once años, cuando murió su mujer, María, de un infarto. Como no podía dormir, se levantaba y se iba a andar. Así encontraba cierto alivio. Luego comenzó a participar en distintas pruebas junto a su hijo. La mayoría con una intrahistoria digna de película, como aquella vez que se fue andando a Antequera para participar en una prueba. Recorrió los 40 kilómetros que separan ambas localidades y luego se metió otros 40 de carrera. Una anécdota de las múltiples que Superpaco relataba con total normalidad, como si sus gestas no fueran importantes.

De todas formas, se atrevía a dar un consejo para aguantar tantos kilómetros: hay que comer. «A muchas personas les da una pájara porque beben mucha agua sin tomar ningún alimento», resumía de su experiencia. Por eso en su mochila, además de una buena botella de agua, no faltaban frutos secos, pasas... que terminaba compartiendo con el resto de participantes «no son rivales, sino compañeros». Así llegaba a aguantar recorridos de hasta 189 kilómetros en la Cerdaña catalana, su récord. En esa misma zona, lo intentó también con una de 215 kilómetros, pero la organización acortó el tramo final después de caer con hipotermia varios corredores. Aunque Superpaco marchaba perfectamente. «Yo no tenía frío, iba muy fuerte y hasta me sobraba la ropa. Hacía una noche buenísima», recuerda entre risas. Peor lo pasó en Suiza, donde apenas pudo comer y se le soltó el estómago, desvela el veterano 'runner'.

Durante años, seguía levantándose a las siete de la mañana para ir a cuidar de sus parcelitas con olivos, su afición desde que se prejubilase de una fábrica textil. Al caer la tarde tocaba ayudar con las tareas del hogar a sus hijos y descansar, aunque dormía muy poco. «Cada tres o cuatro días me tengo que tomar una pastillita, porque el sueño es tan importante como la comida». El pasado verano le detectaron un cáncer de esófago, del que ha fallecido este martes.

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