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El ganador Abdeselam entró en meta dando un salto.

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El ganador Abdeselam entró en meta dando un salto. CÉSAR CARCELÉN
San Antón

La San Antón brilla y ahuyenta la lluvia

Mohamed Abdeselam y Carolina Robles dieron la sorpresa ante un público volcado

JESÚS JAVIER MUDARRA

JAÉN

Domingo, 20 de enero 2019, 01:25

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Jaén tiene un diamante y anoche lo hizo brillar más fuerte que nunca. Tanto que ni la lluvia se atrevió a estropearlo. Tampoco lo habría conseguido porque las ganas que le pusieron ayer los jienenses y los 12.000 corredores que surcaron las calles de la capital del Santo Reino no se iba a dejar espantar por cuatro gotas. No cayeron en ningún momento así que no aguaron la fiesta tampoco a los atletas que se impusieron en la XXXVI edición de la Carrera de San Antón.

Hubo sorpresa en los podios y es que aunque Castillejo y Machrouh apuntaban a hacerse con las primeras posiciones, acabaron siendo Mohamed Abdeselam 'Bily' y Carolina Robles los que ganaron en categoría masculina y femenina respectivamente. Carles Castillejo hubo de conformarse con la plata mientras que el bronce entre los hombres se lo adjudicó Pablo Sánchez. En categoría femenina el segundo puesto del cajón fue para Clara Simal y el tercero para Nazha Machrouh

Antes de eso, los pequeños abrieron boca con más de 2.000 atletas recorriendo la Avenida de Andalucía. Entre ellos destacaron Curro Burgos y María Ángeles Rodríguez, que se alzaron campeones. Aunque este título también podría atribuírsele perfectamente a todas esas personas que lograron terminar la prueba y que fueron las que hicieron que esta brillase de una forma especial

Un servidor corre esta carrera cada, con muy pocas excepciones, desde que tiene uso de razón y la de ayer fue sin duda en la que más sintió el calor de la gente, opinión compartida por muchos corredores tras acabar. «No han parado de animar en todo el recorrido», confirmó José, un corredor que había venido desde Albolote con sus amigos a participar en la prueba. Si alguien se mereció ayer una medallas de oro fue la afición que no dejó ni una acera libre en todo el recorrido y que consiguió con su aliento que cuando más pesaban las piernas esta no se detuvieran.

No fue la única mejoría con respecto al año pasado. La salida fue perfecta y más rápida que en ediciones anteriores aunque por desgracia la alta participación provocó los ya famosos tapones. El primero importante se produjo en Avenida de Andalucía, aunque la serpiente multicolor conformada por los atletas aprovechó para afinar las gargantas de cara al túnel. Volvieron a sonar los olés por encima del rasgar de las zapatillas sobre el asfalto aunque una vez llegados a la Avenida de Madrid las canciones hubo de ponerlas el público porque a los 'runners' les tocó apretar los dientes.

Pantalla en el túnel

Más de uno debió pensar en ese momento en cómo era posible que sus ojos hubiesen visto a la cabeza de carrera (a través de la pantalla instalada sobre el túnel, un gran acierto) llegando a la Avenida de los Escuderos. Pero los pensamientos durante la carrera duran poco porque la San Antón es también especial por el entretenimiento que los corredores son capaces de ofrecer.

Cada años los atletas mejoran sus caracterizaciones y no son pocos los niños que disfrutan viendo en zapatillas a Bob Esponja y sus amigos, a las Tortugas Ninjas o a Spiderman. Y eso por no mencionar a los cientos de pelucas, sombreros e incluso nalgas de pega que le hacían dudar a uno si el de delante realmente estaba corriendo con el pantalón roto.

Todo eso lo eclipsa la catedral cuando emerge al final de la Carrera de Jesús. Emociona ver a los corredores foráneos aminorar su paso para disfrutar de su vista. La San Antón es un diamante para Jaén y tanto la ciudadanía como las instituciones hacen bien en ponerlo en todo el centro del escaparate porque es seguro que muchos de los que ayer acudieron a la ciudad por la fama de la carrera volverán porque lo que vieron mientras corrían querrán verlo con más detenimiento.

Todavía le quedaron fuerzas a la marea corredora para volver a cantar en Bernabé Soriano, para lucirse igual que hacen los tronos en esa misma calle en Semana Santa. Las voces de los aficionados que reconocen entre la masa de corredores a algún familiar o amigo sacan una sonrisa a cualquiera así con las manos de cientos de niños que se extienden hacia los atletas esperando ser chocadas por estos.

Las lumbres del barrio de Santa Isabel hicieron que el último kilómetro sirviese para que los corredores pensasen en cómo iban a recompensar, alrededor de alguna de esas hogueras, al cuerpo tras la 'paliza' al que estaba siendo sometido y los 'runners' miraron con no poca envidia a los que comían rosetas plácidamente a tan solo unos metros.

Todo vale la pena cuando por fin se vuelve a atravesar el Gran Eje y culmina una cuesta que no se apreciaba tan empinada un día antes. Merece el esfuerzo solo el ver a padres terminando la prueba de la mano de sus hijos, los besos apasionados de las parejas que ponen fin a un reto en conjunto o los abrazos de los grupos de amigos que ya saben que tendrán otra historia más que contar entorno a una más. Un año más la carrera de San Antón fue espectacular.

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