- ¿Se enganchará usted al Mundial?
- Me gustan el fútbol como deporte y seguir a la selección, pero no como una fanática, sino para disfrutar. También veré otros partidos interesantes.
- Usted ha trabajado con futbolistas bajo una gran presión. El Mundial supone un estrés adicional porque el coste de un error es más alto. ¿Requiere ese torneo de una mentalización especial?
- Como en toda competición, el aspecto psicológico es fundamental. Cada partido es importante, y debes trabajar aspectos que te ayuden a jugar con serenidad, a disfrutar del momento, tomar decisiones correctas, estar concentrado, gestionar la ansiedad y el miedo a fallar; a sobreponerte con un marcador en contra. No hay que olvidar la gestión del grupo: la comunicación, las dinámicas que fomenten un clima agradable. La Roja tiene un ambiente muy bonito.
- ¿Será porque en la elección de los jugadores Lopetegui ha pesado, además del factor futbolístico, el perfil personal? El de futbolistas que no crean mal ambiente si no son titulares.
- Es fundamental porque favorece la cohesión. Cuando reúnes a personas con una escala de valores parecida, la convivencia es más positiva. En un Mundial hay momentos complicados; si el futbolista comprende cuál es su rol individual y dentro del grupo, todo resulta más sencillo.
- Usted asegura que un deportista aprende a soportar la presión como si subiera una escalera. Segunda División, Primera... ¿El Mundial sería el último escalón?
- Me refería a que un futbolista no afronta la presión pasando de cero a cien. Se acostumbra, va escalando por competiciones no tan relevantes hasta que llega a un Mundial. Ese torneo y la Champions serían el escalón final. Todo futbolista sueña con ganar un Mundial.
Vidas resueltas
- ¿Más que con el incentivo económico?
- Los profesionales que llegan a un torneo como ése suelen tener su vida económicamente resuelta, juegan en grandes equipos. Llegados a ese punto, lo que importa es el objetivo personal y grupal; más que el dinero, pesa la satisfacción de ganar el título. Si le dijeran a los jugadores que no hay presupuesto para el Mundial y les propusieran disputarlo gratis, irían igual porque eso tiene que ver con la superación, con la sana rivalidad y cumplir un sueño.
- En su último libro, 'Si salieras a vivir', habla del autocontrol como un indicio del éxito personal y profesional. ¿No escasea demasiadas veces en los futbolistas? Hasta Zinedine Zidane lo perdió.
- Tuvo ocasión de resarcirse de esa imagen porque luego ejerció un liderazgo muy tranquilo en el banquillo del Real Madrid. Pero si no le hubiesen dado esa oportunidad, igual no lo habríamos sabido. Lo mejor es no exponerse a que la gente se forme esa imagen de ti. Basta con un pequeño gesto, con perder el control una vez...
- Para que te lo restrieguen una y otra vez.
- Tal vez puedas dar la vuelta a la situación a largo plazo, pero hay consecuencias inmediatas. Te expulsan, como a Zidane; dejas de jugar un partido importante; tu equipo se queda con uno menos... El problema del autocontrol es que el deportista no mide ni calcula la consecuencia de un acto, y eso hay que entrenarlo desde pequeño; no el día de la final, sino antes, en la Liga y en las categorías inferiores. Pero no olvidemos que primero va el talento deportivo; si careces de él no irás al Mundial. Contando con ello, con la capacidad física y la de entender el juego, con las horas el entrenamiento, después hace falta rodearte de otras variables psicológicas que te hagan más regular y competitivo.
-¿Cómo trataría de paliar la frustración del guardameta Loris Karius? Tuvo dos errores garrafales que fueron relevantes para la victoria del Madrid sobre el Liverpool en la final de la Champions.
- Con ese partido se acabó la temporada para el jugador; en ese aspecto tienes poco que hacer. Hay que dejar que encaje el fracaso, porque no todos lo hacen igual. Las personas necesitan tiempos diferentes. Como vayas corriendo a socorrer a alguien, no lo encontrarás receptivo; estará en su mundo.
- ¿Y una vez que haya pasado ese momento?
- Comienzas por la aceptación. Él tiene que decir: 'Oye, esto ha pasado, no puedo estar rumiándolo, ni mirando atrás, ni pensando en cómo podría cambiar el pasado, ni en por qué lo hice y qué van a decir de mí'. Todo eso sólo sirve para generar ansiedad. Hay que reconocer lo que ha pasado y asumirlo. 'Metí la pata de forma garrafal, punto'. A partir de ahí nos centraremos en las fortalezas del jugador. Hasta la final de la Champions, Karius tuvo que hacer grandes paradas toda su vida, porque llegó a ser portero del Liverpool, aunque se le recuerde ahora por los dos errores ante el Madrid.
- En Rusia temen a los ultras de algunas selecciones, un problema que queda fuera del ámbito de la psicología de la salud, que es el de usted, y entra en la psicología de masas. Pero ¿qué tratamiento le daría?
- Las soluciones no parten del fútbol, sino del sistema educativo. Hay que actuar desde muy abajo; no puedes educar a gente que ya está maleducada, debes empezar por la base y esperar años hasta que esto se llegue a controlar. Mientras tanto, es posible imponer restricciones, como prohibir el alcohol en los estadios, ya que es un desinhibidor de la conducta agresiva. Pero ¿cómo lo haces en los bares de alrededor de los campos? Por supuesto, cada club debe localizar a su gente agresiva, restringirle el acceso a los partidos y reforzar la vigilancia. Pero en un Mundial se concentran aficiones cuyos miembros no tienes controlados, no sabes quiénes son. Por eso, lo más importante son las medidas de seguridad.
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