Edición

Borrar

España muere en la ruleta rusa

El equipo de Fernando Hierro, impotente hasta la desesperación, se condena a los penaltis y queda eliminado del Mundial

Jon agiriano

Enviado especial. Moscú

Domingo, 1 de julio 2018

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

España (3)

De Gea; Nacho (Carvajal, m.70), Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets, Koke; Isco, Silva (Iniesta, m.66), Marco Asensio (Rodrigo, m.104); y Diego Costa (Iago Aspas, m.80).

1

-

1

Rusia (4)

Akinféev; Mario Fernandes, Kutépov, Kudriashov, Ignashévich, Zhirkov (Granat, m.46); Zobnin, Kuziáev (Erokhin, m.97); Samédov (Chéryshev, m.61), Golovín y Dzyuba (Smolov, m.65).

  • GOLES 1-0, m.11: Ignashévich en propia puerta. 1-1, m.41: Dzyuba.

  • Tanda de penaltis: 1-0: Iniesta. 1-1: Smolov. 2-1: Piqué. 2-2: Ignashévich. 2-2: Koke falla. 2-3: Golovin. 3-3: Ramos. 3-4: Chéryshev. 3-4: Aspas falla.

  • Árbitro Bjorn Kuipers (Holanda). Amonestó a Piqué (40) por España; y a Kutépov (54), Zobnin (71) por Rusia.

  • Incidencias Encuentro de octavos de final del Mundial 2018, disputado en el estadio Luzhnikí lleno, con 78.011 espectadores, 3.000 de ellos españoles. El rey Felipe VI y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, encabezaron la relación de autoridades del palco de honor.

Fue el de Moscú el partido de las sorpresas, todas desagradables para España. La primera la provocó Fernando Hierro, que contra todo pronóstico, aparte de alinear a Koke, hizo dos cambios importantes en el once, uno lógico pero inesperado y otro inimaginable. El primero fue meter a Nacho en lugar de Carvajal confiando en apuntalar en defensa el lateral derecho. El segundo,

El equipo de Cherchesov hizo justo lo contrario. Demostrando más miedo que vergüenza, se metió en su campo a cuidar la madriguera. Una vez al día, eso sí, el conejo ruso salía a buscar comida y pegaban un balonazo al gigante Dzyuba. Este era el guión de los anfitriones. Y lo debían tener muy interiorizado porque lo siguieron cumpliendo a rajatabla, como un mandamiento, incluso cuando España cobró ventaja. Fue en el minuto 12, tras un saque de falta de Asensio que el veterano Ignashevich, de 39 años, introdujo en su propia portería acosado por Sergio Ramos.

El gol, curiosamente, tuvo un efecto narcótico que acabó perjudicando el fútbol de los españoles. Tan poco exigidos se sentían, tan cómodos tocando y tocando de aquí para allá en zonas intrascendentes, que el partido comenzó a adquirir un mal cariz. Suele ocurrir cuando España se amuerma y lo ve todo demasiado fácil. Sin querer, rumia que te rumia, el equipo empieza a provocar bostezos. Incapaz de crear peligro en la portería de Akinfeev, con Silva desconectado, Asensio en estado gaseoso, Isco conduciendo en exceso y Diego Costa ausente, quedó expuesto a una fatalidad. Y se produjo de la única manera posible: en una jugada a balón parado. Unas

Todo siguió igual tras el descanso. Una tufarrada de impresión.

Como táctica era una temeridad, pero los anfitriones debieron considerarla la única posible ante un rival que temían muchísimo. España tuvo claro a lo que jugaba Rusia. Lo que no tuvo fue el cuajo, el talento y la inteligencia de superarla, de quitársela de encima como una mota de polvo de la solapa, al estilo de lo que hizo Uruguay. Su ejercicio de impotencia fue desolador, desesperante. Generó un par de ocasiones en la prórroga, la mejor una de Rodrigo, que fue el cuarto cambio, en el minuto 109. Sí, mereció la victoria. Se escudaron en ello el seleccionador y los jugadores. El problema es que eso, merecerlo, no tenía ningún mérito. Eso estaba al alcance de cualquiera. El mérito era ganar. Justo lo que España no supo hacer ante el anfitrión de un gran torneo. Una vez más.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios