La policía que aporreó al exfutbolista Atkinson cumplió lo aprendido

Bettley-Smith es graduada social y colaboradora con organizaciones benéficas que ayudan a niños con dificultades de aprendizaje. Su defensa leyó una galería de testimonios de personas que la conocen y que la retrataron como una mujer sociable y generosa. En 2013 se inscribió en el cuerpo de voluntarios de la Policía. Recibió una medalla por su papel en el rescate de un niño secuestrado.

En febrero de 2015 ingresó en la plantilla y siguió el curso de adiestramiento de cuatro meses, en los que aprendió cómo utilizar la porra en situaciones de riesgo. Las zonas del cuerpo se dividen en verdes y rojas, en función del riesgo de causar lesiones. Los muslos son una zona verde. La ejecución del porrazo requiere dirigir el golpe, mantener el contacto, retirar, y evaluar si es necesario repetir.

En la noche del 14 de agosto de 2016, estaba en comisaría con su colega y pareja, Benjamin Monk, rellenando formularios tras asistir a un caso de intento de suicidio en la autopista, cuando se recibió la llamada de un vecino de Ernest Atkinson, padre del fallecido, en la que advertía que un hombre había aporreado su puerta, que Ernest la abrió finalmente y que mantenían una fuerte discusión.

Bettley-Smith respondió con serenidad y claridad a las preguntas de su abogado. Repitió los argumentos ya conocidos por el testimonio de Monk. Atkinson era un hombre «enorme», con una actitud agresiva, que no pudo ser neutralizado por los dos primeros disparos. Con el tercero, Monk finalmente lo derribó. Como movía la pierna izquierda con intención de incorporarse, la policía le golpeó tres veces.

Los policías que respondieron a su llamada de socorro inmediato han testificado, sin embargo, que Monk le dio patadas en la cabeza cuando ellos llegaron y que Bettley-Smith le pegó a Atkinson después de esas patadas. Un vecino oyó a Monk ordenar a su compañera: «¡Pégale, joder!». Ella no recuerda nada semejante. Vio a Monk darle una sola patada y no hubo tal orden.

La Fiscalía le preguntó si exagera la amenaza de Atkinson. El 'hombre masivo' era más bajo que Monk y pesaba nueve kilos menos. En ningún momento atacó a los policías. Luego, contrastó los registros de las horas en las que Bettley-Smith y Monk enviaron mensajes al Control Central y los de los colegas que les asistieron y pidieron una ambulancia. También sus declaraciones a la investigación interna y lo que testificaba este martes.

El argumento de la Fiscalía es que los dos policías acusados se pusieron de acuerdo, tras conocer la muerte de Atkinson, para ofrecer un relato común. Bettley-Smith mantiene que no conversaron ni en el coche en el que regresaron a la comisaría ni en los días posteriores, en los que convivieron en la casa de él. «El sentimiento era de conmoción y de alivio por estar vivos», dijo. Su relación habría sido esos días silenciosa.

Tras el testimonio de Bettley-Smith, el juez dará al jurado -reducido a once porque uno de ellos ha tenido que aislarse durante diez días- la guía jurídica de las cuestiones que tiene que decidir y, posteriormente, los abogados presentarán sus últimos argumentos. Parece evidente que el cargo de asesinato contra Monk será reducido a homicidio, porque la Fiscalía no ve intención de matar.

Las preguntas fundamentales para el jurado son dos. ¿Usaron los policías una fuerza excesiva? Si la respuesta es afirmativa, ¿contribuyeron significativamente a la muerte de Atkinson la larga extensión del tercer disparo y las patadas en la cabeza? Se espera que el veredicto sea anunciado esta semana y luego el juez tendrá que fijar la sentencia, en caso de culpabilidad.