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Josep Pérez ha mostrado su magia este año en Granada. Pepe Marín
El verso libre del Covirán
LEB ORO

El verso libre del Covirán

El valenciano tarda un poco en aplicar su magia al servicio del bloque, pero acaba el curso como la pieza más constante del conjunto nazarí

Juanjo Martín

Granada

Viernes, 21 de junio 2019, 02:50

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Cualquiera podría pensar que debutar en Euroliga a los 17 años debe allanar la carrera deportiva de un jugador, pero a Josep Pérez le ocurrió todo lo contrario. Las múltiples comparaciones mediáticas con Juan Carlos Navarro tras debutar con el primer equipo del Barcelona le terminaron por pasar factura al no estar entonces suficientemente hecho como persona. Fue el primer revés serio, pero no el único que tuvo que afrontar y superar con éxito.

Después de pasar por varios equipos de LEB Oro, el valenciano elevó su nivel en la cancha el pasado curso con el Prat, donde tenía patente de corso para hacer prácticamente lo que quisiera. Esa libertad absoluta se vio coartada a raíz de su fichaje por el Covirán, donde los minutos se cotizan caros y en el que la competencia en el puesto de base se tornó feroz ante la presencia de 'Carlinhos' y el crecimiento de Corts. Un nuevo reto se le planteó así a Pérez, forzado a rendir de manera decisiva con poco margen de error para no verse abocado al banquillo.

Esa situación provocó un período de ajuste para el de Lliria, quien poco a poco se fue haciendo grande en el conjunto rojinegro a pesar de su menguada talla. En ese sentido jugó un papel clave el incuestionable talento del director de juego. La magia se desprende de cada acción de Pérez, quien derrocha valentía para asumir la bola en los instantes calientes de los partidos. Muchas veces salió encumbrado como héroe, las menos lo hizo como desgraciado verdugo. No obstante, esa era su función en el equipo de Pin, alterar la dinámica de los encuentros para bien o para mal.

Incluso hubo ocasiones en las que enseñó las dos vertientes, como en los 'play offs' frente a Palma. Después de rescatar a los nazaríes en el tercer partido de la eliminatoria con una 'bomba' y un triple estratosférico sobre la bocina, el cansancio le hizo provocar un par de errores en la prórroga que finalmente concedieron esa victoria a los baleares. Pérez volvió a encontrarse con la cara menos amable del deporte por las críticas recibidas, aunque el técnico salió presto en su defensa para recordar que su discípulo nunca se esconde y que, gracias a ese carácter impredecible, los locales habían podido alcanzar el tiempo extra.

Durante toda la temporada han quedado patentes las virtudes de Pérez, al que sus buenos porcentajes de tiro le permitieron rebasar la decena en anotación. En lo estadístico, aparte del MVP en la tercera jornada contra Araberri, lo más destacado en su aportación al colectivo fue su constancia. Mientras que sus compañeros variaron su rendimiento entre la fase regular y los 'play offs', Pérez calcó sus números y fue la requerida brújula que siempre marca el norte en el ataque rojinegro. Sólo un esguince de tobillo le aminoró su alocado ritmo mediado el curso, aunque el base forzó en más de una ocasión para que el Covirán no perdiera su varita.

El valenciano no necesita demasiada preparación para armar la muñeca. Un simple bloqueo directo le basta para cambiar el signo de un encuentro, y a veces ni siquiera recurre a esa 'pantalla' al tener muy depurado el lanzamiento en carrera. Ese carácter imprevisible aumenta la amenaza hacia los contrincantes y le transforma en un hermoso verso libre dentro del rigor que predomina en el Covirán.

Eso sí, también está meridiano el aspecto en el que más debe progresar. El de Lliria ha de apretar más en defensa, sobre todo en un cuadro granadino en el que el esfuerzo en pista trasera constituye uno de los pilares fundamentales de Pin. Esa es la línea en la que debe trabajar Josep Pérez, cuyo contrato ha sido prolongado por dos años más, para que la lírica de su juego encandile con más frecuencia y no sufra estridencia alguna.

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