El eterno retorno del 'príncipe' al lugar que no quería dejar

Era, a todas luces, una apuesta acorde a un presupuesto humilde:Ali apenas contaba con dos temporadas como profesional, una en la modesta liga noruega y otra en el Palencia de la LEBOro. Ninguna garantía de éxito. Pero el impacto del alero, practicante de yoga y escritor de poesía –tiene algún libro preparado para publicar–, fue súbito:con apenas un par de entrenamientos, firmó 17 puntos en su debut ante el Fuenlabrada, cerrado con el icónico triple de Luke Maye que abrochó en oro el estreno rojinegro.

Ali se hizo pieza relevante en los esquemas de Pin. Se ganó una ampliación del primer contrato –de treinta días–, por dos meses más, toda vez que lo de Todorovic seguía sin pintar bien.

«Me gusta mucho. Los jugadores, el cuerpo técnico, lo que estamos haciendo. La ciudad también, estoy disfrutando. He estado en La Alhambra, pero no conozco mucho más. Espero tener tiempo de hacerlo…» dijo a IDEAL en diciembre sobre su situación en Granada, donde había caído con el pie derecho.

Su vínculo con el Covirán era hasta final de temporada, salvo que alguna parte quisiera romperlo en el epílogo de 2022. Fue entonces cuando el derecho de tanteo se interpuso en el idilio. El agente del jugador pidió al club que no lo incluyera en el mismo a final de curso y Pin y Fernández-Arenas se negaron. La cuerda se tensó y el representante comunicó, en plena plaga de lesiones, que Ali se unía al parte de bajas tras 13 partidos de rojinegro, por más que el alero no pareciera tener muy claro qué estaba sucediendo.

Tras dos semanas, el norteamericano firmó por el mismo Fuenlabrada al que ejecutó en el inicio liguero –por cierto, a través de otro agente. A buen entendedor...–. Lleva tres partidos en Madrid, anotó 22 puntos ante UCAMMurcia y ahora quiere ser verdugo de sus ex.

Como en los postulados del eterno retorno, Ali se extinguió en Granada para relanzar su carrera en el sur de Madrid, el lugar donde todo empezó para él en la ACB. El poeta del Bronx sigue en su filosófica búsqueda de la perfección en la cancha, aunque sea a costa del club en el que estuvo tan a gusto y que dejó sin saber bien por qué. Y sin conocer más que la Alhambra por un quítame allá ese derecho de tanteo.