Lluís Costa recupera el balón ante Jaron Martin, base del Real Murcia. Ramón L. Pérez
LEB Oro

El hombre de hielo que acabó temblando en el vestuario

Lluís Costa, autor de dos tiros libres cruciales ante el Real Murcia para forzar la prórroga, da pistas sobre su peculiar gestión de los minutos decisivos

Miércoles, 2 de junio 2021, 00:58

Sentarse a hablar sobre presión en el deporte con Lluís Costa es llevarse respuestas sorprendentes. El base catalán muestra una enorme sangre fría ... en los momentos decisivos de un partido crucial. Es un hecho y lo demostró el pasado sábado, sin inmutarse con los tiros libres que anotó, empatando el encuentro ante el Real Murcia y llevándolo a la prórroga, para victoria final del Covirán. Pero la procesión iba por dentro.

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«En ese momento estaba cero nervioso. Gracias a Dios he vivido situaciones de mucha tensión y casi siempre he estado en la cancha», cuenta. Siendo apenas infantil, le tocó algo parecido en la final de un Campeonato de España. Jugaba en el Barça, contra el Joventut. Entonces, metió 'solo' el primer tiro libre. Forzó la prórroga pero los culés acabaron perdiendo. «Desde pequeño he vivido estas cosas, y eso me hace saber que puedo fallar, pero no por estar nervioso», asegura. Sin embargo, lo del sábado tuvo algo de especial. «La tensión que tenía era gigante y después del partido estuve un rato temblando por todo lo acumulado. No me había pasado nunca. Hasta las cinco de la mañana no pude dormir por la adrenalina que tenía», relata.

El gran motor rojinegro volvió a ser clave –17 puntos, 8 rebotes, 5 asistencias, 4 recuperaciones– en el último triunfo y lo será desde hoy en la serie ante Coruña. Volverá a aislarse durante 40 minutos de lo que le rodea. «En la cancha noto cero nervios, es como que no oigo nada y puedo tener la cabeza muy fría», explica. «En su día escuché a Rafa Nadal decir que claro que se pone nervioso en los puntos decisivos, pero que se le daba bien canalizar esa tensión. Lo mío debe ser parecido. Lo gestiono bien», expone.

Responsabilidad

Costa cuenta en su curriculum con tres ascensos a ACB. Los logró con Burgos, Manresa y Betis, pero nunca afrontando un 'play off' a tres partidos, como este curso. Un escenario que «apenas deja margen de error, porque si pierdes uno ya estás a punto de quedarte fuera, de modo que perder fuera no es un error, pero en casa no puedes fallar», valora.

Por ello, y por la condición de mejor equipo de la liga regular, el sábado el Covirán iba con la 'obligación' de ganar. Algo que Costa ve con doble perspectiva. «Había un punto de tener que ganar a un rival a priori inferior, pero que jugó de maravilla, pero por otro lado, esa condición hizo que, cuando nos pusimos 83-87 con 30 segundos, tuviéramos que darlo todo hasta el final. Igual en otra circunstancia casi lo das por perdido, pero esa 'presión' te hace dar un 200%, por lo que también tiene una parte buena», explica.

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Y es que el papel de Costa no fue solo clave en la cancha, sino también en lo emocional. «Por la mañana hablé con los compañeros y les dije que todos habíamos pasado por momentos así. Que era un partido importante y si perdíamos estábamos fuera, pero que el domingo iba a salir el sol y nuestra familia iba a estar ahí. Había que relativizar el resultado y confiar, ser valientes. Que si fallábamos fuera por tomar decisiones, no por no tomarlas», relata. Por eso, ante el parcial inicial de 2-12 de los murcianos, le tocó tirar del carro. «Ellos empezaron sin fallar y nosotros teníamos dudas, estábamos un poco congelados, así que intenté liderar, dar un paso adelante, subir líneas en defensa y aumentar la intensidad. Por suerte nos metimos rápido en el partido», agradece. Algo similar sucedió tras el descanso, cuando guió a los granadinos –con dos asistencias y una canasta– a un parcial de 7-0 para que el 38-41 del intermedio no fuera a mayores. «Siempre intento hacerlo en esos momentos. Es el papel que tengo en este equipo, lo he hecho todo el año y nos ha ido bien. El grupo confía mucho en mí y quiere que yo dé ese paso, están convencidos de ello y quiero devolvérselo», ratifica.

Ahora, en semifinales, el componente 'obligación' es menor, pero toca mantener la responsabilidad. «Es difícil encontrar el equilibrio entre no sobrepresionarte y que se gire en contra, y el no pensar que porque cualquier rival te puede ganar, te puedas dejar ir. No somos inferiores a nadie», argumenta. Pocas voces más autorizadas que Costa y sus tres ascensos para hablar sobre ello. Desde infantil con hielo en las venas. Aunque a veces tiemble.

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