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Sergio Olmos y Alo Marín pelean por el balón bajo el tablero del Canoe. RAMÓN L. PÉREZ
LEB Oro

La filarmónica nazarí empieza a afinar

El Covirán suma su tercera victoria a costa de un Canoe embelesado ante el recital rojinegro del tercer cuarto

JUANJO MARTÍN

GRANADA

Jueves, 1 de enero 1970

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Aún es pronto para afirmarlo con rotundidad, pero el Covirán de esta temporada empieza a sonar bien en una LEB Oro en la que se está estrenando sin acusar los nervios del debut. El conjunto de Pablo Pin no está libre de estridencias, como la que le costó su única derrota por el momento en Melilla, pero lo cierto es que mantiene un nivel más que aceptable en una melodía que capta tanto la atención del público como las victorias. El cuadro rojinegro enganchó ayer su tercer triunfo en cuatro partidos y lo hizo con placidez (87-60), ante un Canoe amansado por la música de una afinada filarmónica nazarí y que terminó tan embelesado por los acordes granadinos que dejó de jugar una vez se vio con una decena de desventaja.

Antes de que comenzara el concierto de los locales de la segunda mitad, el encuentro estuvo marcado por el intercambio de golpes entre ambos contendientes. Las acciones de Tyson Pérez en las cercanías del aro tuvieron su réplica de la mano de Sergio Olmos y sus lanzamientos a una mano. El alicantino, de 2'13 metros de altura, suele elevar hasta el techo del pabellón su largo brazo para evitar el tapón y dejar caer el balón hacia el aro. La plasticidad pasa a un plano secundario si hay efectividad, aunque si los tiros no entran terminan por exasperar a la grada. Aún así, Olmos fue el motor del Covirán durante los primeros veinte minutos con sus 12 puntos en el poste bajo.

La rotación del Covirán saca pecho tras anotar 41 puntos y tener un rol clave en la victoria

El elemento con el que Pin balanceó su ataque con peso en el exterior fue Alo Marín. Pese a que tanto De Cobos como Pérez venían de cuajar un sensacional choque en Vitoria, ninguno de los dos bases destacó tanto como el alero gaditano. La velocidad con la que rompió a su par y su capacidad para doblar la bola hacia un compañero en buena posición permitió cierta iniciativa en el electrónico para los rojinegros, si bien nunca de manera preocupante para el Canoe.

Tyson y poco más

Los madrileños depositaron todas sus fichas en lo que pudiera labrarse Tyson Pérez, quien evidenció cansancio ante el rosario de defensores que se emparejaron con él. Bortolussi, Rubio y Wright se repartieron la ardua labor de frenar al dominicano, al que la gasolina se le acabó demasiado rápido. Con el principal referente del contrario limitado a un ritmo menor, hacía falta cierta constancia en pista delantera. El Covirán lo intentó a través de Devin Wright, quien se reivindicó después de un flojo inicio liguero. Su dureza atrás y la insistencia de los nazaríes para que el gallego decidiera en la pintura hicieron posible que saliera del bache en el que se encontraba y concluyera el partido con dobles figuras (11+11).

No obstante, quien tiró del carro local al principio del tercer cuarto fue Guille Rubio, autor de seis puntos consecutivos de salida. Tan inspirado estaba que Pin le conservó sobre el parqué pese a cometer la tercera falta. Se generó así un agujero en defensa pues Pérez recobró la soltura en ataque, al estar el catalán cohibido a la hora de detenerle. El técnico alargó esta situación un par de minutos, en los que el Canoe apretó el luminoso (41-38) y provocó cierta tensión en el graderío del Palacio. Una vez movió el banquillo, el equipo granadino cambió totalmente de sintonía y arrancó un soberano recital.

Bajo la batuta de Corts, el Covirán subió de ritmo con un 'allegro' que pilló desprevenido a los madrileños, quienes sólo sumaron desde la personal ante la energía plasmada por los anfitriones en pista trasera. En la delantera, Pardina se convirtió en el tenor de los rojinegros y con diez puntos en este cuarto comandó un parcial 13-2 tras el que ya no hubo reacción alguna. 'Borto' y Wright fortificaron la zona, que pasó a ser territorio prohibido, y la diferencia se estiró hasta los diecisiete puntos (59-42). En menos de cinco minutos, los de Pin habían destrozado por completo al oponente.

Los hombres de Aranzábal sufrieron entonces una desconexión total. Lejos de intentar pelear hasta el fin, o al menos adecentar la imagen exhibida, se limitaron a contemplar las acciones corales de los nazaríes. Hasta ocho balones perdieron en este período los integrantes del Canoe, a los que prácticamente les faltó pedir unas palomitas con las que disfrutar del espectáculo protagonizado por los locales. Ni siquiera hubo un conato de vergüenza torera con el que tratar de alargar la esperanza de la remontada. Los madrileños tenían claro que su partido ya había finalizado, por mucho que restaran aún diez minutos.

Eso lo aprovechó el Covirán para regodearse en su victoria y lanzar pinceladas de cara a la galería, como la asistencia a la 'remanguillé' de Marín para el enceste sencillo de Wright o el 'caño' de Pérez a Tyson para rebasar al dominicano en carrera. Destellos de magia del cuadro de Pablo Pin, quien gozó ante el empuje de unos suplentes que rindieron como si fuesen titulares. Los 41 puntos rubricados por los jugadores que salieron del banquillo, casi la mitad del global, así lo atestiguan.

La diferencia en el marcador, lejos de menguar, pasó a rozar la treintena en el primer triunfo rotundo en LEB Oro de la historia nazarí. El club solventó de la mejor manera posible esta primera 'final' por la permanencia frente a un rival directo, al que cautivó hasta noquearlo. No será el último en besar la lona -y más en el Palacio- mientras la orquesta rojinegra siga así de afinada como hasta ahora.

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