Exhibición manchada con el suspense final

Esa nota de suspense en el epílogo deslució en cierta manera todo lo bueno que había mostrado el Covirán en los minutos previos, que fue mucho y variado. El parcial de 0-11 nada más empezar el duelo ratificó que el buen nivel de los nazaríes es a prueba de efervescencias y que en la segunda vuelta no piensan bajar el listón mostrado durante la primera mitad liguera. La defensa de Alo Marín sobre Vidal desquició de inicio al uruguayo, el motor de un Ourense que se quedó sin batuta y se encomendó al acierto exterior de Jhornan Zamora. El hispano-venezolano rompió la sequía de los anfitriones y alentó a sus compañeros para que despertaran cuanto antes, pero Manu Rodríguez sirvió una ración más de cloroformo.

El granadino no estaba atravesando su mejor momento por su falta de acierto en el tiro. Pin reconoció que el escolta estaba «agobiado» en ese sentido, aunque ya no será necesario que pase por el diván. Rodríguez limpió su mente a base de triples y canastas hasta terminar con 21 puntos y convertirse en el mejor aliado de Rubio, quien pese a salir desde el banquillo fue otro seguro en ataque (23) gracias a su fiabilidad desde la línea de personal.

Una vez Manu dinamitó el encuentro (6-16), Devin Wright roció un poco de gasolina al 'incendio' orensano. El pívot lucense también necesitaba un partido en el que pudiera brillar y, sin alcanzar la cegadora intensidad de Rodríguez, resultó igualmente clave durante los minutos que estuvo sobre el parqué. El Covirán siempre se las apañó para desarbolar la defensa local, por mucho que el técnico García de Vitoria zarandeara verbalmente a sus hombres en los tiempos muertos.

Con la única oposición presentada por Zamora, los nazaríes fueron despegándose poco a poco en el luminoso. Manu golpeó de nuevo desde el perímetro y el aporte de Rubio -catorce puntos en el segundo período- disparó la renta para los visitantes (23-36). El Ourense reaccionó tímidamente a base de mandar balones a la pintura para que Watson definiera con contundencia, pero el bando gallego estaba demasiado distraído con las protestas a los colegiados, algo que le costó una técnica a Masters. El canadiense se redimió en el tramo final del cuarto, si bien un triple frontal de Rubio y una penetración sobre la bocina de 'Carlinhos' conservó la distancia en la decena (36-46), una cifra justa a tenor de lo presenciado por ambos contendientes.

Rodríguez siguió a lo suyo en el inicio de la segunda parte, en la que emergió Rozitis. El pívot fue neutralizado antes del descanso por los interiores rojinegros, algo que el letón revirtió tras el intermedio con sus buenos movimientos en el poste bajo, remachados habitualmente con canastas aro pasado. Dos enormes penetraciones de Ott evidenciaron irónicamente la superioridad del Covirán, dado que ni siquiera con esas espectaculares acciones lograron los anfitriones poner en duda el férreo mandato de los nazaríes, quienes manejaron en todo momento una cómoda ventaja por encima de los diez puntos (49-62). El dominio en el rebote y la velocidad imprimida en pista delantera por los de Pin así lo hicieron posible.

El vértigo introducido por Manu Rodríguez -cinco puntos seguidos en la conclusión del tercer cuarto- envió al traste la intención del entrenador del equipo termal de bajarle las pulsaciones a un encuentro demasiado acelerado para sus intereses y en el que Zamora se había perdido en la maraña defensiva de los rojinegros. Dos jugadas de '2+1' por parte de Rubio y Wright colocaron la máxima (55-70) y tendrían que haber significado la rendición del Ourense. Sin embargo, el cuadro nazarí dio por muerto a su oponente antes de tiempo y se empecinó en los lanzamientos lejanos para sortear la defensa zonal. Los locales volvieron a la vida y Pin detuvo el partido para arengar a sus jugadores. «¿Queremos Huesca o Palma?», espetó el técnico en referencia a dos partidos en los que sus discípulos rindieron de maravilla, pero que en el caso del duelo en tierras aragonesas lo estropearon al final y se quedaron sin una victoria que sí se materializó en Mallorca.

El toque de atención surtió efecto y a cinco minutos de la conclusión persistían los diez de ventaja (64-74). Los puntos fáciles de Rozitis en el poste y un triple de Zamora vislumbraron un desenlace alternativo al guion de una historia de aplastante control rojinegro que se había presenciado hasta entonces. Un mate del letón sembró la incertidumbre (73-78) antes de que un triple de Josep Pérez acallara al Pazo a dos minutos del final.

No hubo circulación de bola ni se metió el balón dentro para que Olmos definiera, como se había hecho en las posesiones anteriores. El valenciano simplemente lo vio claro y se levantó desde más de siete metros para soltar un ramalazo de clase con el que el Covirán se sintió de nuevo vencedor. Empero, Zamora tenía otra idea en mente y con un triple a tabla apretó el choque y puso a temblar a los visitantes, que perdieron el rumbo con un sinfín de errores evitables. Rozitis alimentó el espíritu de remontada (80-81) antes de que 'Carlinhos' sacara a relucir su temple con los libres.

Jhornan Zamora tuvo en sus manos la prórroga, pero falló sus dos tiros desde el 6'75 en el último minuto y tuvo la mala suerte de que se le escapó la bola en su tercer intento, ya sobre la bocina. Cualquiera de ellos habría mandado a la lona a un Covirán que sobrevivió con apuros y que, pese a la taquicardia de los segundos finales, sigue mirando hacia arriba en la clasificación.