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Domingo, 28 de enero 2018, 01:13
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Roberto Jiménez, como tantos granadinos, vivía tranquilo con su pequeña empresa dedicada al sector de la construcción. La crisis le atropelló a cámara lenta. Había cada vez menos trabajo y no veía por dónde salir. Le vio las orejas al lobo y empezó a plantearse cambiar de rumbo. El futuro pasaba por seguir formándose.
Optó por el mundo de la seguridad privada, uno de los que ha absorbido a más personas de las que se quedaron en paro con el derrumbe del sector de la construcción, según fuentes sindicales. Decidió apuntarse a una serie de cursos de reciclaje que ofrecía "en buenas condiciones económicas" el sindicato CCOO. Muy poco después de terminar, asegura, ya empezó a trabajar. Al principio solo unas horas a destajo, pero pronto a tiempo completo. Es una sucesión de acontecimientos que también ha visto en el caso de compañeros que sufrieron su misma suerte.
Comenzó empleado en la Diputación, donde estuvo tres años. Hoy, y desde hace otros tres años, le emplea la empresa que se encarga de llevar la seguridad del metro de Granada. Antes de sentarse a hablar con IDEAL, observa con atención el ir y venir de gente en la puerta de la estación subterránea de Recogidas.
Roberto considera, después de lo que ha vivido, que optar por abandonar a tiempo el mundo de la construcción y esforzarse por reciclar sus habilidades profesionales fue la mejor decisión que pudo tomar. Se lo recomienda a todo el mundo, aunque tenga ahora trabajo. Otros que eligieron quedarse allí, dice, "ahí están, echando cuatro horas aquí y cuatro allá y yendo a la vendimia cuando pueden".
De hecho, asegura a IDEAL que se considera afortunado por tener un trabajo estable y que le gusta en una empresa "muy potente" dentro del mundo de la seguridad.
Hoy en día, Roberto ni siquiera se plantea volver a trabajar en la construcción a pesar de las incipientes señales de mejoría en el sector. La semilla de la formación constante se le ha quedado grabada, y ahora dedica buena parte de su tiempo libre a prepararse unas oposiciones para entrar a forma parte de la Guardia Civil. Hay mucha competencia para entrar estos años, asegura. Mucha gente a la búsqueda, en ocasiones casi desesperada, de un poco de estabilidad y unas condiciones laborales aceptables para vivir. A punto estuvo el año pasado. "Por una décimas", se lamenta con media sonrisa.
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