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Viernes, 15 de diciembre 2017, 00:46
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En la provincia de Granada viven hoy 35.995 jóvenes de menos de 30 años menos que hace una década, de acuerdo con las últimas cifras de población que hizo ayer públicas el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto supone una 'pérdida' (que más que una pérdida es en realidad un freno del crecimiento) de diez personas al día de promedio. Un dato que apuntala el problema de envejecimiento que no sufre solo la provincia, sino toda Andalucía y buena parte del territorio nacional, y que vuelve a poner el foco sobre la sostenibilidad de sistemas públicos como el de las pensiones.
No es solo que cada vez quede menos gente joven viviendo en Granada, algo que ya de por sí es una amenaza para el futuro de los servicios públicos. También es que los habitantes que quedan son cada vez más viejos. La edad media alcanzó en julio de 2017 los 41,8 años.
Como se puede comprobar en la evolución de las pirámides de población relativas a los años 2007 y 2017, los grupos mayoritarios de población en Granada tienen cada vez más edad. Si en 2007 destacan las horquillas entre los 25 y los 45 años, en 2017 lo hacen las que van de los 35 a los 55.
Hay además datos que andan entre lo curioso y lo significativo. El número de mayores de 95 se ha duplicado en diez años, pasando de 767 a 1.501. En concreto, el aumento registrado es del 96,6%, siempre según los datos del INE. La pirámide muestra a las claras el efecto del aumento de la esperanza de vida y del vuelco demográfico vivido en los dos últimos lustros.
Además, hoy hay censados en la provincia 19.773 mayores de 65 años más que hace una década. El número supone un 14% de incremento sobre el dato de 2007.
Otro de los problemas a los que se enfrenta la demografía de la provincia es el número decreciente de nacimientos, que se ha visto agravado por la mala situación económica de los años de la crisis, que ha desincentivado en muchos casos que las familias se planteen aumentar su tamaño. En 2017 hay 6.700 niños menores de 8 años que hace dos lustros. Una situación de la que sólo se libraron dos provincias andaluzas: Málaga, con un crecimiento exiguo del 0,1%, y Almería, donde la tendencia sí es más clara y el número de niños aumentó un 7,1%. Prácticamente lo mismo que bajó Granada, un 7,6%.
En términos absolutos, la población de la provincia creció en la última década un 2,6%. Aunque, como se puede comprobar, ese crecimiento fue por barrios.
Con los indicios de recuperación económica, la provincia tuvo durante el primer semestre de 2017 un saldo migratorio positivo. Es decir, llegó a vivir a Granada más gente de la que se fue. En concreto, inmigraron a la provincia 641 personas más de las que la abandonaron. El dato apuntala una tendencia que había empezado a notarse el año pasado, aunque de una manera mucho menos significativa: la diferencia en 2016 fue de solo 71 personas.
De los que se fueron, cuatro de cada diez tenían menos de 30 años. Sin embargo, el saldo migratorio fue especialmente negativo entre las personas de 35 y 45 años, de los que se marcharon 128 más de los que vinieron. Una diferencia con respecto a la tendencia vista en años anteriores, en especial durante los peores de la crisis, donde la huida al extranjero se notaba especialmente entre los menores de 35, el futuro del tejido productivo de la provincia. Aun así, los granadinos de entre 20 y 40 años que se marcharon al extranjeron siguen siendo prácticamente la mitad del total, el 48%.
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