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Mucha verdad y una mentira piadosa
Casi 9.000 personas llenaron el coso nazarí en la primera de las dos noches de Pablo Alborán en Granada
No se duerme en la calle, se come de 'tupper' y se soporta frío, calor, lluvia y chanzas de Twitter durante 17 días por cualquiera. ... Para que alguien afronte ese martirio -no se puede calificar de otra forma- por otro debe haber algo de verdad detrás. No basta llamarse Pablo, eso seguro, ni haberse levantado guapo. Hay que tener voz, mucha voz, y una personalidad magnética. Sólo así se entiende la reacción de los seguidores en la espera o la que tuvieron los 8.900 espectadores, según la organización, que anoche llenaron el coso nazarí en la primera de las dos citas que Alborán le prometió a Granada. Gritos, saltos, bailes... todo para glorificar al malagueño, probablemente la estrella más brillante del cielo musical en español.
El artista llegaba a la capital nazarí tres años después de pasar con su gira anterior por el Palacio de Deportes. Aquella actuación ya dio que hablar por los antecedentes. Allí también se vieron tiendas de campaña, colas que daban la vuelta al estadio. Como estos días. Después, silencio. Alborán permaneció dos temporadas ausentes -aseguraba en entrevistas posteriores que fue para asumir lo que le estaba pasando y reflexionar- para volver con 'Prometo'. Que el disco fue un cañón imparable no hace falta recordarlo. Desde que apareció en 2017, no ha salido de las listas de ventas y en la próxima edición de los Grammy Latino se erige como uno de los trabajos más nominados. Así estaba la cosa cuando Alborán anunció su 'Tour Prometo' y marcó en rojo su paso por Granada. Dos noches le concedió; la primera, anoche.
Cuando el malagueño apareció, pasados unos minutos de las nueve, la plaza de toros era una olla hirviendo de ganas de ver a su ídolo. Si alguien se hubiera asomado al borde de las gradas habría visto una constelación de pantallas encendidas, una galaxia de brazos extendidos que rugía «Pablo, Pablo, Pablo». El artista, cuya timidez es legendaria en los corrillos, se lanzó con 'No vaya a ser' y se acompañó del público para cantarla, una comunión inmediata que reforzaba la verdad de ese fenómeno llamado Pablo Alborán.
Dijo que no se movería de aquí nunca. Fue la única mentira (piadosa, eso sí) de la noche
El primer tercio de la cita la salpicó el malagueño de temas de discos anteriores. Recordó 'Pasos de cero' y 'La escalera', hitazos de Terral que entreveró de gestos a la rugiente plaza: una sonrisa aquí, un contoneo de cadera ahí, un roce en los labios allí... Era verdadera locura lo que provocó. «Granada, quédate conmigo», pidió Pablo en sus primeras palabras al público y en las gradas muchos, especialmente muchas, respondieron «para siempre». Después dijo que no se movería de aquí «nunca». Fue la única mentira (piadosa, eso sí) de la noche.
De disco en disco
El artista siguió saltando de disco en disco. Se preguntó '¿Dónde está el amor?', pidió 'Recuérdame' y acabó el tercio dando 'Cuerda al corazón', esta sí de Prometo. Las tres las hilvanó de seguido, acompañado por un público que no sabía si reír, saltar, grabar con el móvil, whatsappear, cantar o hacerlo todo a la vez. Con 'Quimera', una canción de aires latinos que bailó muy lentito entre un griterío ensordecedor, cerró.
Alborán tuvo entonces un gesto con las fans de la primera fila, las que le habían estado esperando durante 17 días. «Quiero agradeceros especialmente el esfuerzo que habéis hecho», les dijo. Fue el momento en el malagueño se abrió. «Valoro muchísimo poder dedicarme a lo que me dedico, valoro muchísimo el tiempo que me dedicáis, valoro muchísimo el hecho de que compréis las entradas para verme en concierto y yo os prometo que me dejaré el alma cada vez que suba al escenario», confesó hinchado de verdad. La explosión de aplausos fue bestial.
Para rebajar el ánimo, el malagueño quiso felicitar el cumpleaños de uno de los componentes de su equipo, Oscar Pi. La plaza entera se lo cantó. Acto seguido, Alborán decidió bajar las luces y sacar la guitarra. En una extraña intimidad, el artista firmó una 'perdóname' en la que los espectadores hicieron de Carminho y un 'Te he echado de menos' que es ya el himno de reconciliación de media generación millenial.
Con 'Saturno' volvió a conectar. El escenario se convirtió en un pasillo de la estación espacial que daba a una luna gigante. En mitad cantó Pablo. El público correspondió al derroche audiovisual levantando unas cartulinas blanca con el perfil del planeta recortado y él, en todo momento atento, les guiñó un ojo y les dedicó un bailecito.
Es costumbre del cantante hablar de lo que piensa y lo que siente en los conciertos. No esconde su compromiso. 'La llave' y 'Boca de hule' las dedicó a una chica que le había escrito por Twitter contándole sus desgraciados fantasmas. Alborán reclamó «luchar contra la enfermedad de un mundo que parece cada vez más machista, más homófobo». Luego dijo: «Va por Lucía, ella sabe por qué y que lo que me ha contado no le vuelva a suceder a ninguna mujer».
Público entregado
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