Un día en la última 'casa' de Federico García Lorca
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IDEAL recorre el edificio en el que se refugió el poeta antes de su asesinato, un inmueble convertido en el hotel Reina Cristina, donde acuden lorquianos de todo el mundoGranada
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Sábado, 15 de enero 2022, 23:33
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García Lorca temía por su suerte desde el mismo momento en que se produjo la sublevación militar del 18 de julio de 1936. Después de varios registros en la Huerta de San Vicente, la familia decidió que Federico se refugiara en la casa de su amigo Luis Rosales creyendo que la relación de éste con la Falange podría garantizar su protección. Así sucedió. El 9 de agosto, un taxi trasladó al poeta desde la Huerta hasta el número 1 de la calle Angulo, donde se hallaba el domicilio de los Rosales. Y allí permaneció hasta las primeras horas de la tarde del día 16, cuando una cuadrilla comandada por Ramón Ruiz Alonso, exdiputado de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), lo apresó para conducirlo hasta el Gobierno Civil, el inmueble que alberga la Facultad de Derecho.
¿Cómo fue la vida de Federico durante esa semana de miedo e incertidumbre? Este periódico ha recorrido el edificio donde se alojó Lorca. Un edificio donde se acometió una importante reforma en 1984 para adaptarlo a lo que sigue siendo hoy día, un hotel de cincuenta y seis habitaciones, el Reina Cristina, al que acuden lorquianos de los cinco continentes para disfrutar de la experiencia de dormir donde lo hizo el autor de 'Bodas de sangre', 'Yerma' o 'La casa de Bernarda Alba'. La finca actual poco tiene que ver con la de los Rosales, pero su propietario, Federico Jiménez, sí que tiene identificadas estancias que, por asimilación, se corresponderían con esos espacios donde Lorca pasó aquellos siete días previos a su arresto. Conviene hacer una importante acotación antes de continuar. El Hotel Reina Cristina ocupa no solo la que fue residencia de los Rosales, cuya fachada da a la calle Angulo, sino también el bloque aledaño con frontal a la calle Tablas.
Empecemos el recorrido. El patio donde se halla el restaurante del Reina Cristina, el Rincón de Lorca, fue íntegramente reconstruido pero, según Federico Jiménez, no solo conserva la estructura primigenia, sino que además se recuperaron las columnas originales. Aquí es donde, supuestamente, Federico GarcíaLorca, que no salía a la calle por la extrema violencia que se vivía en Granada, hacía algo de vida social cuando abandonaba su cuarto. Tocaba el piano, una de sus grandes aficiones, y leía en los periódicos las alarmantes noticias de la Guerra Civil, que sembró España y Granada de odio, muerte y destrucción. Cuando había bombardeos, Lorca se guarecía en un refugio de la propiedad junto al resto de los Rosales. «Lorca era un hombre alegre que gustaba de conversar, pero lógicamente aquellos episodios tan tremendos lo tendrían extraordinariamente preocupado», dice Federico Jiménez, quien subraya su interés personal en que los huéspedes del Reina Cristina respiren una atmósfera muy parecida a la que respiraba Lorca cuando estuvo allí.
Federico Jiménez
Propietario del Hotel Reina Cristina
Por este motivo, «buena parte de la decoración está realizada con motivos de la época, a lo que hay que sumar el sonido de las fuentes por las que no deja de manar el agua que se funde con la luz natural que penetra por los lucernarios». «Hay clientes que aseguran que se les ponen los vellos de punta por el ambiente y por el hecho de que García Lorca estuviera allí hace ochenta y seis años», agrega.
A todo ello hay que sumar el empeño del Hotel María Cristina por recabar documentos relacionados con Lorca que tienen cierta relevancia. Así, en una vitrina del hall se puede observar una primera edición de la obra de teatro 'Mariana Pineda', publicada por Lorca en 1925, o el libro 'Corporativismo' escrito por Ruiz Alonso y prologado por Gil Robles. Un ejemplar que tiene la singularidad de estar firmado por el propio político ultraderechista que acudió a la casona de los Rosales para detener a Lorca junto al abogado y político conservador Juan Luis Trescastro Medina.
Precisamente, otro de los elementos que se conservan tal y como estaban en 1936 es la puerta de madera con aldabas doradas por la que entró Ruiz Alonso y salió Lorca cuando fueron a buscarlo para llevarlo al Gobierno Civil. «Resulta muy difícil de entender –lamenta Federico Jiménez– que una calle como ésta, con tantísimo significado para Granada y para Lorca, no se le preste la importancia que realmente tiene».
«Muchos días podemos ver a grupos de turistas a los que les explican todo lo que pasó aquí», comenta Federico Jiménez, quien insta a la colocación al menos de una placa informativa que identifique esta vía peatonal en las rutas que se realizan en Granada centradas en la biografía de Lorca. «Imagínatelo –agrega– cuando lo capturaron y el dispositivo que se montó aquí, con guardias de asalto apostados en los tejados y apuntándole con fusiles, como si se tratara de un peligroso fugitivo».
1936 Lorca se refugió en la casa de los Rosales el 9 de agosto de 1936, unas semanas después de la sublevación militar que acabó con la República.Como los Rosales eran falangistas, pensaba que era un lugar seguro.
7 Federico permaneció durante siete días en la casa de los Rosales de la calle Angulo. Lo detuvieron siete días después para llevarlo al Gobierno Civil.
No queda nada del cuarto donde durmió García Lorca, aunque sí está perfectamente localizada la zona donde debía estar el dormitorio. En aquel momento se hallaba en la segunda planta con ventanas hacia la calle Angulo, pero después de la gran reforma de 1984, habría que situarlo más bien en la tercera altura, «donde se ha constatado que existía también una pequeña terraza». Allí se asomaba GarcíaLorca para observar a los viandantes y tomar un poco el sol.
Los Rosales eran todos dirigentes de la Falange. Y no dudaron en protestar antes sus compañeros para que Federico fuese liberado, pero cualquier intento resultó infructuoso. Luis Rosales, que compartía inquietudes literarias con García Lorca, estaba en una misión en Motril. Tras su retorno a Granada, lo primero que hizo fue dirigirse al Gobierno Civil, donde tuvo una trifulca con Ruiz Alonso.Redactó un escrito que le costó un proceso interno que lo situó en una posición muy comprometida. Su hermano José, conocido como Pepiniqui, también se enfrentó con el gobernador José Valdés.Todo aquello marcó a los Rosales hasta el extremo que Luis tuvo que realizar varias declaraciones exculpatorias hasta que murió en Madrid a causa de una embolia el 24 de octubre de 1992.
Federico había sido acusado de ser espía ruso, secretario de Fernando de los Ríos, homosexual y, según se narra en 'Universo Lorca' de la Diputación, haber hecho más daño con la pluma que otros con las pistolas. El de Fuente Vaqueros fue trasladado hasta el Gobierno Civil y confinado en un cuartucho de reducidas dimensiones donde había una mesa cuadrada, un sillón y un par de sillas. Allí fue visitado por varias personas, entre ellas José Rosales. En aquel 'calabozo' permaneció entre diez horas y dos días completos, según las fuentes que se consulten.
El relato de su final está escrito y reescrito, pero no está de más recordarlo. Acudimos nuevamente a 'Universo Lorca'. Federico fue transportado entre el 17 y el 19 de agosto hasta Víznar. Llegó hasta la Colonia a bordo de un coche donde también iban los banderilleros Juan Arcoyas Cabezas y Francisco Galadí, y un delincuente común apodado 'El Terrible'. En la Colonia estaban ya presos, a la espera de su inminente fusilamiento, el maestro de Pulianas Dióscoro Galindo y un chico acusado de robo a mano armada.
«Según las diferentes reconstrucciones, el vehículo llegó al Palacio del Cuzco de Víznar, donde los facciosos habían montado su cuartel general, y pidió la venia al jefe del sector, el capitán José María Nestares, y luego siguió camino a la Colonia. Allí, en el piso inferior, Federico García Lorca pasó las horas finales de su cautiverio antes de ser fusilado, el 17 de agosto (otros investigadores sostienen que un día o dos después) en un lugar aún no aclarado situado entre los términos municipales de Víznar y Alfacar», dice en 'Universo Lorca'.
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