Desde que Tarantino llegó a la cartelera he leído muchas críticas hablando del viejo cine, del Hollywood que empezaba a morir. A cambiar. A reinventarse. Pero hay también mucho de la televisión. De las series que, al igual que una melodía de Deep Purple o Simon & Garfunkel, pertenecían a todos. A todos, todos. No había nichos de mercado ni plataformas al gusto del consumidor. 'Bonanza', 'Kung Fu', 'FBI' y 'Green Hornet', por ejemplo, eran parte de las familias. Parte de la sociedad. Parte del tiempo. De ese tiempo que Tarantino rememora entre guiños en el mismo título de la cinta: 'Érase una vez...'
«Sí que creo que, quizás, al final de la película él también quería explotar, mandarlo todo a la mierda y dejar las cosas tal y como eran en los 60»
No sé si Quentin quería criticar los tiempos modernos. No sé si pretendía dejar caer que está hasta las narices de sistemas de 'video on demand', de 'streamings', de temporadas completas, de capítulos que lo petan, de películas que no se estrenan en cines y de gente que firma documentos con su DNI para que cambien el final de una serie, porque no les gusta. Pero sí que creo que, quizás, al final de la película él también quería explotar, mandarlo todo a la mierda y dejar las cosas tal y como eran en los 60, el tiempo en el que todos compartían las historias. El tiempo en el que las familias se sentaban a la mesa, con puntualidad.
Por cierto, ¿alguien más imaginó que Brad Pitt y DiCaprio eran, en realidad, renegados que se escaparon por una puerta del Ministerio del Tiempo?
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