'La directora' es esa serie, pequeña pero grande, que me gustaría ver rodeado de gente distinta. Todo tipo de gente. Gente de un lado y de otro. Gente de esta edad y de aquella. Gente de pieles, ojos y peinados que voten a partidos opuestos. Gente que no sabe callar. Gente que sólo sabe gritar. Gente preocupada por los 'likes' y gente que no sabe lo que es un 'like'. Me gustaría que todo el mundo, todo el puñetero planeta, viera 'La directora' para, luego, sentarnos a charlar.
La serie de Netflix cuenta la vida de la nueva jefa del departamento de Literatura de la Universidad de Pembroke, la primera mujer en siglos de historia en ocupar el puesto (interpretada magistralmente por Sandra Oh). Pero, lo que hay detrás, de lo que realmente habla 'La directora', es de la cultura de la cancelación. De la absurda locura a la que nos enfrentamos a diario y que ha dado un poder sobrehumano a la minucia, a la ofensa insulsa y a la masa descerebrada.
Resulta que un reputado profesor, en clase, imita el saludo nazi ironizando sobre el trabajo de un autor. Un alumno lo graba con el móvil y hace un vídeo gracioso que se convierte en un meme global. Lejos de verse como un chiste, empiezan las movilizaciones para conseguir que la prestigiosa Pembroke no permita que haya profesores nazis en sus aulas. Cosa que no hay. Pero ya importa poco, porque las redes sociales dicen que sí.
Esa gente a la que le dices que tal noticia es falsa y te responde «pero podría ser verdad». Esa gente que argumenta con el teclado predictivo y nunca se equivoca. Esa gente que en nombre de los derechos y la justicia es capaz de humillar, insultar y despreciar. Toda esa gente, a ver 'La directora'.
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