«Sólo nos habíamos puesto delante de una cámara para hacernos selfies»

Rosy Rodríguez, cuya clave interpretativa es el instinto, dice y actúa como le pide el cuerpo en cada momento –no tiene estudios actorales–. «Los gitanos tienen que verla porque cambiará muchas mentes y muchos pensamientos», asegura. Bajo su punto de vista, también puede contribuir a que los homosexuales calés «salgan a la luz, dejen de tener miedos y puedan cumplir sus sueños». Porque, según Rosy Rodríguez, «no deberían existir los amores prohibidos».

Rosy Rodríguez es joven, mujer y gitana. «El mundo es injustamente complicado para nosotras», afirma. A pesar de ello, en su discurso nunca falta un punto de crítica a la comunidad gitana. Es plenamente consciente de que sus palabras no gustan a muchos de los suyos, pero tampoco tiene pelos en la lengua. «Somos un poco machistas; no es que las mujeres lo seamos, sino que estamos acostumbradas y no llegamos a verlo mal», reflexiona.

Rodríguez, que vive en la localidad de Ciempozuelos, al sur de Madrid, desde hace cinco años, confiesa que aún se pone muy nerviosa cuando, a colación del éxito de 'Carmen y Lola', se pone delante de las cámaras o tienen que conversar con algún periodista. «Ahora mismo lo estoy, que estoy hablando contigo», comenta entre risas. «Se lo decía hace unos días a Zaira Morales –Lola, su enamorada en la película–, nosotras a los que estábamos acostumbradas es a hacernos selfies con nuestro móvil». «No sé cuantas entrevistas vamos a tener que hacer para que se nos quite el miedo», refiere nuevamente entre risas.

Rosy Rodríguez es la primera vez que visita a Granada. Está ilusionada con el viaje y con conocer la ciudad, donde no le importaría rodar alguna vez. Considera que eventos como el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores es «muy interesante» para que los espectadores también puedan disfrutar del cine que queda fuera de la oferta de las salas comerciales. «Estamos muy agradecidas».