Santa Fe se pone en hora tras los terremotos
Patrimonio ·
Tras diecisiete meses parado por los daños causados por los seísmos en la iglesia de la Encarnación, la familia Castro García por fin ha podido darle cuerda y que vuelva a sonarEl reloj que marca la vida de los ciudadanos de Santa Fe desde hace ciento veintidós años dejó de sonar el 1 de febrero de 2021. No, no fue por una avería. Después de varias semanas de seísmos, vinieron tres terremotos con una intensidad superior a cuatro que causaron daños en 1.442 construcciones de Santa Fe. Entre ellas, la iglesia de la Encarnación, donde se halla el impresionante reloj manual de fabricación francesa que informa de la hora a los vecinos desde 1900.
El templo, catalogado Bien de Interés Cultural (BIC), tuvo que ser clausurado por riesgo de desprendimientos. Durante diecisiete meses nadie pudo darle cuerda. Bueno, nadie no. La familia que lo lleva haciendo desde hace más de un siglo, los Castro García. Pero afortunadamente las obras en la Encarnación terminaron coincidiendo con la festividad del Corpus Christi, las puertas de la parroquia se abrieron para los feligreses y los Castro García pudieron ascender por fin a la torre norte para reactivar la maquinaria. Fue el cinco de junio a las doce del mediodía. Doce campanadas que sonaron a música celestial.
«Para mí fue algo muy especial –confiesa Eva Castro– ya que tanto yo como mis hermanos estamos emocionalmente unidos al reloj desde nuestro tatarabuelo Joaquín, pero sobre todo desde mi padre, José, que empezó en 1953 y que nunca falló hasta su fallecimiento en 2019». «Se me ponen los vellos de punta cuando vengo por la carretera y veo el campanario», confiesa. Una devoción que tiene mucho de obligación. «Al reloj hay que darle cuerda a diario, aunque tenga una autonomía de cuarenta y dos horas». ¿Por qué? Porque la calibración debe de hacerse de una manera continua para no perder puntualidad. Una destreza trasmitida de generación en generación –y van cinco– que consiste en ajustar la altura del péndulo para que el mecanismo vaya más rápido o más lento y equilibrar los adelantos y los retrasos.
Una operación, esta de dar cuerda, que requiere también de cierta forma física. Primero porque hay que subir 84 peldaños –y posteriormente bajarlos– por una estrecha escalera de caracol que conduce hasta la pequeña habitación donde se encuentra el reloj, situada a unos sesenta metros de altura. Y segundo porque hay que darle unas trescientas vueltas a las tres 'manecillas' del reloj, la que indica las horas, la de las medias y la de los cuartos.
«Además –agrega Eva– con la responsabilidad de que no podemos fallar porque si no, deja de sonar». «Da igual que estemos de vacaciones, llueva o truene, siempre tenemos que venir», comenta Eva, quien no puede evitar emocionarse recordando a su progenitor. «Él nos infundió esta pasión y nosotros la continuamos con la misma ilusión». Una pasión que implica también otra serie de tareas como el engrase de todos los engranajes y la sustitución de las piezas desgastadas. Problemas que requieren, en ocasiones, soluciones tan imaginativas como efectivas. «Como aquella vez en que mi padre tuvo que poner el piñón de una bicicleta porque el reloj no paraba en seco».
Un símbolo de la ciudad
A pesar de estar instalado en una iglesia, el reloj de la parroquia de la Encarnación es propiedad del Ayuntamiento de SantaFe, que lo considera un símbolo de la ciudad. La persona que mejor conoce su historia es Salvador Ariztondo, encargado del archivo municipal. «El consistorio resolvió su compra a finales de 1899, aunque no quedó colocado hasta marzo de 1900». Sustituía a dos anteriores que se habían estropeado. Era monumental.O sea, diseñado para ubicarlo en inmuebles donde pudiera escucharlo todo el mundo. En este caso, en el centro del pueblo, en la iglesia. «Piensa que en aquellos tiempos la mayoría de los 7.000 vecinos de Santa Fe no tenían reloj de pulsera y necesitaban uno público para regirse», dice Ariztondo.
Cifras
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4.300 El reloj público de Santa Fe fue adquirido por el Ayuntamiento en 1899 por 4.300 pesetas.
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84 Para llegar hasta el habitáculo del reloj en la Encarnación hay que subir 84 peldaños.
De esta forma, la gente sabía cuándo tenía que rezar el Ángelus o cuando tenía que cesar en las tareas del campo. Por aquel entonces Santa Fe vivía del comercio, pero sobre todo de la agricultura. Eran los tiempos de eclosión de la propicia industria remolachera que tanto impulsó la economía de Granada –fue cuando se abrió la Gran Vía en la capital–. El Ayuntamiento adquirió el reloj al maestro relojero granadino Juan Velarde Vílchez, que fue el designado para colocarlo en la Encarnación en 1900. Se optó por la marca gala Prost Frères, localizada en Morez. «Es un modelo que estuvo en auge en el último cuarto del siglo XIX, y no resultó excesivamente caro porque su producción estaba industrializada», asegura Ariztondo. Costó 4.300 pesetas.
El Ayuntamiento encargó su mantenimiento a Joaquín Castro Castellano, tatarabuelo de Eva y armero en la Azucarera Nuestra Señora de la Salud de Santa Fe. Dimitió por enfermedad en julio de 1901. Recibía una gratificación anual de 182 pesetas. Fue el iniciador de la saga. Entre todos ellos, cabe reseñar el importantísimo trabajo desarrollado por José Castro –padre de Eva– que cuidó del reloj durante más de sesenta años para que funcionara a la perfección y llegara hasta nuestros días en unas condiciones óptimas. Ahora son los hijos de este, Rafael, Óscar, Enrique y Eva, quienes se turnan para subir todas las mañanas los 84 peldaños de la Encarnación para que todo el mundo sepa qué hora es.
Reapertura de la iglesia
Y es que Santa Fe restaña poco a poco las heridas del enjambre sísmico que tantos desperfectos ocasionó en la localidad. Aún está pendiente el arreglo de la casa consistorial y el mercado de abastos –dos proyectos que se ejecutarán este año 2022 y que precisarán una inversión de un millón de euros–, pero ya se ha finalizado la rehabilitación de la propia iglesia de la Encarnación, que tuvo que cerrarse al culto para garantizar la seguridad de las personas ante el riesgo de más desprendimientos. Mientras tanto, las celebraciones litúrgicas y la novena al Cristo de la Salud se llevaron a cabo en la ermita de Santa Fe.
La intensa actividad sísmica de principios de 2021 afectó a las bóvedas de la naves central y laterales en forma de rajas y grietas, ocasionando incluso la caída de fragmentos. También quedaron perjudicados los paramentos verticales. Los trabajos de restauración fueron ejecutados por la Oficina Técnica del Arzobispado de Granada y el arquitecto Salvador Ubago.
La reparación de la casa consistorial y del mercado de abastos se iniciarán a lo largo de este año
Pasado año y medio desde el enjambre sísmico, SantaFe aún trabaja para retornar a la normalidad. Hay tajo por delante. Según el alcalde Manuel Gil, la previsión es que en julio se inicien los trabajos de reparación de la casa consistorial y en el último trimestre, los de la plaza de abastos. Ambas intervenciones tendrán un coste global de un millón de euros.
Los terremotos generaron un total de 1.422 solicitudes de ayuda en Santa Fe para arreglar desperfectos.La inmensa mayoría, 1.309, atañen a domicilios particulares donde las sacudidas del terreno –Santa Fe se halla sobre un sistema de fallas activas– ocasionaron grietas en fachadas, tabiques, balcones y cornisas. El Consorcio de Compensación de Seguros ha liberado más de tres millones de euros para que los vecinos puedan acometer todos los trabajos necesarios para que las viviendas estén en perfectas condiciones.
Pero, a juicio del primer edil santaferino, hace falta más. Los seísmos agravaron patologías en muchos edificios del casco histórico, cuyos propietarios carecen de recursos para la realización de inversiones que tienen un coste enorme.Por este motivo, Manuel Gil ha solicitado a la Junta que ponga en marcha una oficina de rehabilitación en Santa Fe que se nutra de presupuestos de las diferentes administraciones. «Fundamentalmente de la Junta», matiza. Un servicio donde los ciudadanos puedan plantear estos proyectos de mayor envergadura que devuelvan todo su esplendor al parque inmobiliario más antiguo de Santa Fe.
En este sentido, el regidor recuerda que Santa Fe es una ciudad con una enorme importancia histórica por su fundación por los Reyes Católicos en el año 1492.
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