Los pináculos de la Chancillería pasan revisión
Contaminación, temperatura y humedad han dañado la piedra hasta el punto de disgregarla
Jorge Pastor
Granada
Lunes, 14 de octubre 2019, 23:28
La campana de la Real Chancillería, fundida en la época de los Reyes Católicos, suena puntual. Uno, dos, tres, cuatro… once tañidos secos y contundentes ... que se escuchan perfectamente en todos los rincones de plaza Nueva. Al lado del campano, en un andamio de unos tres metros de altura, que se suman a los dieciséis del alzado, Isabel y Rosario inyectan con tiento una solución de nano partículas de silicato etílico en uno de los catorce pináculos de este edificio que se construyó en el periodo de tiempo comprendido entre 1526 y 1587. Un trabajo de precisión para consolidar estos elementos arquitectónicos de gran valor –aunque no estaban en la construcción inicial, sino que fueron adosados a modo de ornato en el siglo XVIII– que se estaban disgregando hasta el extremo de que ya caían trocitos de piedra que podían accidentar a cualquier infortunado que pasara por debajo. La faena, realizada por un experimentado equipo de restauradores dirigido por Dionisio Olgoso, comenzó en julio con marbete de urgencia y la previsión es que, antes de diciembre, ya hayan pasado por el quirófano los catorce remates.
Y es que, a pesar de la importante intervención que se llevó a cabo hace trece años, que se enmarcaba a su vez en un proyecto iniciado en 1999, los pináculos se habían deteriorado hasta el extremo de que, de no haber actuado ahora, la rehabilitación hubiera sido casi imposible a la vuelta de unos años. Fueron fabricados con piedra franca (biocalcarenita) extraída de la cantera de Santa Pudia, situada en Escúzar. Estamos hablando de un material sensible por su propia naturaleza (porosidad) y por factores extrínsecos que contribuyen a su degradación como el clima, con el condicionante añadido de la humedad que se genera el río Darro, o la contaminación ambiental, al tratarse de una zona donde se registra un continuo ir y venir de vehículos de motor. Se producen reacciones químicas que transforman la composición mineral, una degradación favorecida por la porosidad de la calcarenita, que favorece que el agua entre, pero que el secado sea muy lento.
Y en éstas están Dionisio, Isabel y Rosario, los tres con una dilatada experiencia en restauraciones pétreas. «Lo primero que hacemos –explica Dionisio– es la introducción de un consolidante de última tecnología compatible con la naturaleza de esta piedra, que también se utilizó en otros monumentos de Granada como la Catedral o la iglesia de San Jerónimo». «Este sílice permite atacar el estado arenizado y proporcionar cohesión», aclara Dionisio. El siguiente paso es el sellado de las grietas y el tercero y último, la aplicación de un hidrofugante que permite la evaporación de la humedad. «El restaurador, al igual que hace el médico con los seres humanos, pone todo su empeño en analizar cuáles son las patologías y realizar el mejor diagnóstico y tratamiento», comenta Dioniosio Olgoso, quien reseña la gran importancia de lo que se conoce como 'conservación preventiva' y que implica actuaciones posteriores, transcurridos entre diez y veinte años, para evitar que elementos tan singulares como los pináculos de la Real Chancillería se mantengan en perfectas condiciones.
¿Cuáles eran los principales problemas que se detectaron? En un primer examen organoléptico (observación directa) se comprobó que en los soportes de los pináculos, de unos dos metros y medio de altura y medio metro de anchura, se estaban disociando en pequeños fragmentos, aunque sin peligro de desprendimiento de grandes bloques. No hemos de olvidar, en cualquier caso, que Granada es el territorio con mayor riesgo sísmico de España. Se detectó también un estrato superficial a modo de costra dura, en cuyo interior se apreciaba igualmente esa exfoliación de algo más de un centímetro de grosor. Esto había propiciado pequeñas precipitaciones de material. A todo ello había que sumar rajas producidas por la contracción y dilatación que conlleva la oscilación térmica entre el día y la noche, y también estacional, el aporte de humedad del Darro y la lluvia. Un deterioro que se hacía extensivo a los grutescos, que son los motivos decorativos que se implementaron en los pináculos, imperceptibles desde abajo, y que, al gusto de los renacentistas, combinan formas que se asemejan a guirnaldas vegetales, vasijas, panoplias, figuras humanas y teriomórficas, animales fantásticos y seres mitológicos y mascarones que rellenan los espacios en composiciones simétricas, como es el caso.
Edificio protegido
La Real Chancillería, con máximo nivel de protección en Andalucía por su consideración de Bien de Interés Cultural (BIC), es uno de los edificios judiciales con mayor relevancia histórica y artística de la comunidad autónoma. La Consejería de Justicia, a través de su servicio de Infraestructuras, es la encargada de la gestión de la conservación y mantenimiento, al igual que el resto de juzgados de la región. Este departamento es el responsable desde las labores más rutinarias, como tapar una gotera o levantar un tabique, hasta acometer, siempre con el concurso de profesionales altamente cualificados, el arreglo de elementos tan singulares como los pináculos de la Real Chancillería. Ángel de la Higuera ejerce como asesor técnico de este área y María José Díaz como arquitecta técnica.
«La Chancillería –comenta Ángel–, al tratarse de un BIC, requiere del concurso de la Delegación de Cultura que, a través de la Comisión de Patrimonio, tiene que dar el visto bueno a los proyectos». Después, obtenida la autorización, ya sí se puede solicitar la licencia municipal de obras. En el caso de los pináculos, el presupuesto liberado por la Junta de Andalucía ha sido de 55.000 euros. María José Díaz explica que el proceso de restauración se está cometiendo según los plazos que se habían previsto, «teniendo en cuenta la complejidad del espacio y la necesidad de montar y desmontar los andamios, cuyas dimensiones abarca la faena para cuatro pináculos».
La Real Chancillería, según describe Antonio Ángel Ruiz Rodríguez, está compuesta por tres patios, entre los que se distribuye la Chancillería en el primero y principal y la Cárcel Real en los dos siguientes. Su construcción se dilata entre 1526 y 1587. Este emplazamiento se convirtió en uno de los más significativos de Granada con la cubrición del Darro y la edificación de parroquias como la de Santa Ana o San Gil y palacios tan importantes como la Casa de los Pisa.
El primer patio contó con la participación de Diego de Siloé, el arquitecto burgalés cuyo sello queda tan patente en la transición del plateresco al Renacimiento granadino. Será en 1587, bajo el reinado de Felipe II, cuando se decide levantar una nueva fachada, la que da a plaza Nueva. Se convocó un concurso de ideas. La propuesta elegida fue la presentada por Francisco del Castillo. La traza, concebida como un emblema de poder que reflejaba la presencia de la Corona en Granada, fue realizada por el cantero Martín Díaz de Navarrete, quien contó con la colaboración del escultor Alonso Hernández.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión