Pablo Alborán, solo y en compañía de 2.000
El malagueño triunfó este fin de semana, en el Palacio de Congresos, donde interpretó un repertorio completo que encandiló al público por su cercanía y su emotividad
Juan Jesús García
Martes, 24 de mayo 2022, 00:48
Que un artista de éxito mayoritario decida recluirse en espacios medianos varias noches, cuando podía hacer mucha más caja con un solo esfuerzo en algún ... polideportivo gigante, significa que sigue valorando el contacto próximo con su gente. En vez de salir a por todas en esta situación de 'normalidad', ha buscado en cierta forma un partir de cero, más bien de 2.000, pero de alguna forma es volver la casilla de salida. Sucedió en Granada este fin de semana, en el Palacio de Congresos, donde rubricó su confirmación hace diez años exactos, tras asomarse en las ventanas digitales de entonces. En noviembre de 2020 celebró su primer decenio en la música, de éxito instantáneo, ya que aquella primera canción que publicó el malagueño, 'Solamente tú', fue inmediatamente número 1 en España y en otros países iberoamericanos.
Sin la afectación de Alejandro Sanz, ajeno al exhibicionismo gimnástico e impostado de Bisbal o el arrebato febril de su paisano López, Pablo Alborán ha encontrado con su intimidad y confidencialidad, de tostados ecos sureños, un generoso espacio de público, que agota los sitios allí donde va. Es un tipo que cae bien a todos, sería el yerno ideal para todos los suegros, y goza del cariño de sus colegas, que no hay más que ver la inmensa lista de artistas que se han arrimado su voz y compartido micro y su mirada melancólica.
Retomando la gira que este mes tuvo que parar para guardar cuarentena por haber dado positivo en Covid, sigue prefiriendo la cercanía (relativa, ya digo, porque el Palacio de Congresos no es La Tertulia, vamos), si bien la disposición de la primera parte de la noche podía haber sido perfectamente igual en el vivero de cantautores de Granada: de tú a tú en la medida de lo imposible ya.
En estas presentaciones no hay trampa, pero si efectos especiales; un planteamiento sonoro desnudo pero sofisticado visualmente, con 'cubos' de luz a modo de trasparentes urnas, y 5 pantallas multitalla dispuestas por tamaño como los Hermanos Dalton, recibiendo imágenes directas en modo macro para no perder puntada de cada guiño pícaro o su doliente caída de ojos.
Me voy a dejar el alma
Salió solo, y ya antes le tiraban piropos: «guapo», «bombón», los más reproducibles, incluso aunque en penumbra quien estaba ajustando el equipo era su asistente. Cuando por fin le iluminó un foco cenital azul, arreció el rugido de voces, suspiros y elogios de todo tipo de los que le dejan la autoestima por el techo. Con su aspecto de de tipo absolutamente normal, deportivas y camisetilla, se plantó en su cubículo donde estaba instalado el piano, la preceptiva banqueta cantautoril y su guitarra. No necesitó más en un principio. «Gracias a todos los que se han desplazado hasta aquí esta noche. Es un lujo estar en Granada y me voy a dejar el alma», prometió al saludar.
'Hablemos de amor', es mucho más que una canción para empezar, es una declaración de principios porque la mayor parte de su cancionero gira sobre él, su presencia, y sobre todo su ausencia, añoranza o deterioro. Tanto que si no existiese ese sentimiento Alborán probablemente hubiera sido un 'cantautor instrumental'. Metido en faena, al rato, se acompañó por dos multiinstrumentistas de cuerda y un percusionista (Lolo Álvarez, José Marín y Manu Reina), siempre manteniendo esa ambientación natural, orgánica, que sienta tan bien a sus confesionales canciones, que recorrieron su libreto histórico: 'Ecos', 'Que siempre sea verano', 'Tanto', 'Miedo', 'Tu refugio', 'Saturno'… Incluso algunas unidas entre sí. 'Tabú' y 'De carne y hueso' con sus cadencias brasileñas, la más pop 'Llueve sobre mojado' o la rumbera 'La fiesta' compensaron su doliente dramatismo y animaron a la parroquia, que no todo van a ser penas.
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