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Aula de Cultura de IDEAL

Ollero dibuja los límites entre moral y Derecho

El magistrado del Tribunal Constitucional y catedrático presentó su último libro, 'Filosofía del Derecho y Constitución', en la última sesión del curso

José Antonio Muñoz

Martes, 25 de junio 2019

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El magistrado del Tribunal Constitucional y catedrático de Filosofía del Derecho Andrés Ollero fue ayer el protagonista de una nueva edición, la última de este curso, del Aula de Cultura de IDEAL. Su conferencia, 'Filosofía del Derecho y Constitución', patrocinada por la Obra Social de 'la Caixa' tuvo lugar en el salón de actos de la ONCE. En el acto, estuvo acompañado por Leandro Cabrera, decano del Colegio de Abogados de Granada, y Rafael López Cantal, presidente de la Academia de Jurisprudencia y Legislación.

Cabrera destacó en su presentación el amplio currículo del conferenciante, y dio testimonio de una relación personal que comienza en la etapa en que fue alumno suyo, y sigue hasta el día de hoy. El volumen, según Cabrera, «recuerda que el Derecho es la Humanidad por excelencia, pero al mismo tiempo, critica la realidad actual de los estudios, entendidos a veces como un mero acompañante de otras disciplinas como Administración y Dirección de Empresas, Periodismo o Relaciones Laborales». Igualmente, ponderó la profundidad del pensamiento del catedrático y magistrado, con un análisis profundo de la dialéctica partidista que impregna la actuación política en la actualidad.

Por su parte, Rafael López Cantal destacó el hecho de que, aun sin haber compartido aulas, «no he dejado de ser su discípulo». Del mismo modo, destacó sus controversias en asuntos como la aprobación de la Ley de Enjuiciamiento Civil. López Cantal se remontó a los orígenes del control judicial de la constitucionalidad, recordando sus conexiones con el Derecho Natural, y puso de manifiesto la práctica, por parte de Ollero, del neoconstitucionalismo, clave para entender la realidad jurídica actual de los Estados europeos.

«El libro recuerda el papel complementario que los estudios de Derecho han adquirido en la actualidad»

Leandro Cabrera | Decano del Colegio de Abogados

Andrés Ollero inició su intervención agradeciendo al diario IDEAL su invitación, y recordando su relación con el periódico. «En mi despacho, entre los muchos objetos que componen mi biografía, está el premio IDEAL que recibí tras mi primer año como parlamentario. Sigo manteniendo una relación entrañable con Granada y su periódico». Del mismo modo, agradeció la presencia de sus presentadores, antiguo alumno uno y antiguos compañeros ambos.

Ollero definió el libro presentado ayer como una compilación de trabajos que ha llevado a cabo en los últimos siete años en el Tribunal Constitucional. «He logrado, además, mantener mi relación con mi asignatura, y expresar mis opiniones en congresos y actividades científicas, por lo que no me he alejado de la materia que he impartido en Granada y en Madrid». Bromeó con la circunstancia de que el Boletín Oficial del Estado, como editorial, ni gana dinero «ni quiere que lo ganen sus autores», de tal manera que en breve estará disponible en formato digital en la propia página de la institución.

Colonización

Según el catedrático, el positivismo ha colocado la Filosofía del Derecho, por lo que elementos que hasta hace un tiempo eran antagónicos en su concepto, se han asimilado, en cierta medida. «El Derecho, realmente, no es la aplicación de un texto legal, sino el sentido de ese texto, por lo que se exige una tarea interpretativa», dijo. Esto lleva a otra consecuencia: toda actividad jurídica es filosofía práctica, es decir, que quien hace justicia debe ajustar realidades que chocan, y hacer filosofía al emitir su dictamen, de alguna manera.

«El neoconstitucionalismo que practica Ollero es clave para entender la realidad jurídica de España»

Rafael López Cantal | Pte. Academia de Jurisprudencia

El asunto de la colisión entre política y Derecho es complicado, según Ollero. «Hay cuatro formas de entender la cuestión. La primera es colaborar. La segunda, entender que la justicia es establecer un mínimo ético. En estas dos opciones, cabe la colaboración entre el político y el jurista. Una tercera dimensión lleva aparejada la actuación política al margen del poder institucional. Y finalmente, está la política partidista, y de ahí que sea tan necesaria la independencia judicial, al menos mientras estén en activo». En este último punto, recordó los casos de 'puertas giratorias' entre sendos ámbitos, una realidad, a su juicio, aún no resuelta de forma satisfactoria.

El catedrático y magistrado delimitó claramente los ámbitos de los conceptos de moral y Derecho. El primero es maximalista; el segundo, minimalista. «Mezclar ambos conceptos es un lío, pero los positivistas han llamado moral a la exigencia jurídica que no aparece en la ley». Por ello, dijo el magistrado, hace un repaso a las sentencias del Tribunal Constitucional más sobresalientes en el planteamiento de este problema. «Recuerdo, por ejemplo, el caso de una ciudadana que vive en pareja, que quiere ser madre, pero a cuyo feto se le detecta un problema cromosómico. Aborta y al día siguiente pide el feto para incinerarlo. Entonces, el lío que se montó fue morrocotudo. El feto no tenía 500 gramos, por lo que no se puede entregar. La juez se negó a entregarlo, y la mujer pidió amparo al Tribunal Constitucional. Difícil solución a un asunto donde se confunde moral y justicia», dijo.

Habermas y la dote de las telefonistas

Ollero recordó como efeméride el 90 aniversario de Jurgen Habermas, acaecido hace unos meses, y recordó sus escritos sobre Bioética o el papel de lo religioso en el ámbito público. «Dice cosas tan interesantes como que el Estado liberal discrimina al creyente, porque le obliga a traducir sus planteamientos para que sean aceptados por los no creyentes, y no viceversa». Señaló igualmente que en otro capítulo del libro se tratan aspectos como la igualdad ante la ley, y casos como las antiguas telefonistas de Telefónica, que debían ser siempre solteras. Cuando se casaban, se les daba una dote, y el caso de una trabajadora que se sintió discriminada porque pidió su dote aunque no se iba a casar.

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