Los nuevos inquilinos de la Alhambra
Patrimonio natural de Granada ·
Escribanos montesinos, mirlos acuáticos, jilgueros luganos, águilas calzadas, búhos reales y galápagos leprosos figuran ya en el censo faunístico del monumento, que supera las 150 especiesLunes 6 de diciembre. Granada celebraba el Día de la Constitución con actos institucionales y con las calles atestadas de turistas disfrutando del puente y de los encantos de la ciudad. Cientos de personas subían y bajaban por la Cuesta de los Chinos cuando, a la altura de los aliviaderos de la Alhambra, un chiquillo reclamaba la atención de sus padres. «¡Mira papá, una ardilla!», gritaba señalando la rama de un árbol. No tardó en generarse el revuelo. «¡Ahí, ahí!», señalaba un parroquiano, que hizo el intento de desenfundar su Nikon para inmortalizar los saltitos del roedor. Y es que la Alhambra no solo es una de las grandes joyas patrimoniales de España, también es la fastuosa casa de 150 especies, algunas de ellas amenazadas, que encuentran entre palacios, bosques, jardines y acequias todo lo que precisan para vivir a 'tutiplén' y, lo que es más importante, para reproducirse sin verse amenazados.
No es algo casual. Es uno de los empeños del propioPatronato, cuyos técnicos elaboran todas las temporadas unos censos para ponerle 'nombre y apellidos' a esos bichitos que pululan de acá para allá. En los últimos años han aparecido nuevos ejemplares. Algunos han venido de primeras y otros han regresado después de mucho tiempo sin saber de ellos.
En los recuentos más recientes se contabilizan al menos seis altas. En el Aljibe de la Lluvia se han localizado escribanos montesinos con sus peculiares plumajes rojizos en el vientre. También se ha detectado la presencia de mirlos acuáticos y de los amarillentos jilgueros luganos. Además, se ha constatado la existencia de aves de mayor porte. Este verano se ha avistado un ejemplar –o quizá dos– de águila calzada sobrevolando la Silla del Moro y oteando todo el territorio de la Alhambra como área de caza o 'campeo'.Lo más probable es que haya nidificado en el Valle del Darro. También de búhos reales.Desde finales de los noventa no había constancia de ellos, pero en 2020 se encontraron plumas, una señal más que evidente de que esta rapaz se asoma a los pagos alhambreños. El último 'chico nuevo en la oficina' es el galápago leproso.Hay grabaciones de los años cincuenta donde se le ve en el Darro y en el Pilar de Carlos V. En los últimos años se les ha hallado ocasionalmente en el arroyo de la Cuesta del Rey Chico o en sus vertientes cuando se realizan trabajos en sus cauces o regatos.
Poblaciones que crecen
También hay fauna que ya se sabía que habitaba en la Alhambra, pero que ahora se puede ver con mayor frecuencia sencillamente porque se dan las condiciones propicias para la cría. Es el caso de los erizos, que se nutren de pequeños invertebrados. Estaba desaparecido, pero en 2015 se realizaron sueltas por parte del Centro de Recuperación de Especies Amenazadas y hoy día cabe la probabilidad de encontrarse con ellos paseando por la Cuesta de Gomérez o el Bosque de San Pedro, aunque también son habituales en las huertas. Su comportamiento es bastante esquivo.
En los estanques también es posible que los visitantes vean algún gallipato, un tritón muy representado en la época andalusí en cerámicas y figuritas de juegos infantiles. Entre 2007 y 2008 se acometieron labores de reintroducción que se saldaron de forma exitosa. Hoy día son comunes en fuentes y albercas, cuando están en la fase acuática, y en las alamedas, en su periodo terrestre. Han aparecido por toda la colina de la Alhambra y los cármenes aledaños. Se alimentan de hormigas, babosas y caracoles, y contribuyen al mantenimiento y el equilibrio de los jardines.
La progresiva erradicación de especies invasoras ha propiciado un entorno más amable para la fauna autóctona
Dentro de la categoría de 'vulnerables', otro de los insignes moradores de la Alhambra es el sapo partero bético. Habita en la Acequia del Tercio y en los albercones. Ahora mismo hay colonias estables.El macho es el que cuida de los huevos durante todo el proceso de maduración cargándolos y, cuando están a punto de eclosionar, los suelta en el agua.
Juan Ramón Fernández Cardenete es biólogo de la Alhambra y el Generalife. Bajo su punto de vista, se está llevando a cabo una gestión de los recursos hidráulicos compatible con el movimiento faunístico. En el caso de los anfibios, por ejemplo, se realizan salvamentos durante el laboreo. Los técnicos los retiran y posteriormente vuelven a colocarlos en su sitio. Además, no se utiliza ningún tipo de producto químico. La pandemia y la menor presencia de seres humanos en los espacios naturales también ha propiciado una mayor expansión de mamíferos insectívoros como el propio erizo. «A todo ello hay que sumar –dice Fernández Cardenete– la progresiva erradicación de invasores como los carpines dorados, los típicos peces de colores originales de China o Japón, o la carpa común, cuyas poblaciones se situaban en las cabeceras y que removían fangos, limos y materia orgánica que luego se distribuía perniciosamente por toda la red. Un último factor positivo es la naturalización de las acequias, que son como una especie de autopistas que facilitan la conectividad ecológica.
Un entorno amable
El Patronato también va implementando poco a poco otro tipo de medidas que convierten la Alhambra en un entorno amable para las especies que se desplazan lentamente. Por lo pronto, se facilita su entrada al recinto. Además, se eliminan obstáculos arquitectónicos en elementos como arquetas o aljibes y también se quitan trampas de caída. Las aves hallan, además, una heterogeidad de ambientes y un entorno amable donde hacer 'parada y fonda' en los periodos de migración estacional en sus recorridos desde el norte y el centro de Europa hasta África.
Javier Sánchez Gutiérrez, asesor del Servicio de Jardines, Parques y Huertas, explica que la Alhambra tiene una posición estratégica entre la ciudad y el Valle del Darro y la Dehesa del Generalife. «La gestión es clave desde el punto de vista de la biodiversidad», asegura. Gracias a ello se logran muchas cosas. Entre ellas, una mejor conservación del propio monumento, «además de propiciar una mejor experiencia por parte de los visitantes».
Desde la Alhambra reiteran un mensaje ante la llegada de las lluvias y el 'afloramiento' de los anfibios, que evolucionan perdiendo las aletas y engrosan sus cuerpos y pieles, preparándose para subsistir fuera del medio acuático. Al aire libre, cumplen la necesaria función de comerse las plagas, convirtiéndose en valiosos aliados en la lucha biológica integrada para preservar las masas forestales o las propias huertas. «Ante un encuentro fortuito –dicen los responsables de la Alhambra– rápidamente pensamos que han salido del agua y en nuestra buena voluntad, corremos a echarlo a una fuente». «No es lo adecuado», subrayan. «Solamente hay que dejarlos transitar o apartarlos a un rodal, si el entorno está muy transitado por viandantes o vehículos».
«Tenemos que ser bandera de la gestión integrada»
La directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Rocío Díaz, asegura que «el conjunto monumental dispone de una riqueza patrimonial que va más allá de su estructura arquitectónica y de los elementos constructivos y decorativos que la embellecen». «La naturaleza –afirma– cohesiona valores como el patrimonio cultural, el paisaje, el agua o la biodiversidad, creando una simbiosis perfecta entre ellos y haciendo patente la necesidad de llevar a cabo una propuesta integral de protección, conservación y uso racional».
Según Díaz, «la Alhambra es un referente internacional, uno de los entornos monumentales más conocidos de España». «Tenemos que ser, por este motivo, bandera de gestión integrada y sostenible de nuestros espacios ajardinados y forestales», agrega.
«Una Alhambra saludable desde el punto de vista ecológico es capaz de maximizar los importantes servicios que proporciona a la sociedad que, además, pueden persistir en el tiempo y contribuir valiosamente a nuestro bienestar en aspectos tan diferentes como el disfrute espiritual y estético, el conocimiento del patrimonio histórico y arquitectónico, la mejora de la calidad del aire, la regulación climática, la retención del suelo, la disponibilidad de recursos hídricos, las actividades recreativas o la riqueza en flora y fauna».
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