Los niños perdidos del Sacromonte
En 1963, el actor Richard Erdman rodó en Granada 'The Small World', un programa que nunca llegó a emitirse. El vídeo apareció en Internet hace unos años y se hizo viral. Sus protagonistas ya son bisabuelos y viven en Almanjáyar
Los niños no se reconocieron en el vídeo. Quizás el móvil era muy pequeño o, tal vez, fue porque habían pasando 60 años y los niños ya son bisabuelos. Aquella primera vez fue como despertar de un sueño, como si despejaran la neblina de un recuerdo que habían olvidado por completo. «¡Dios mío, somos nosotros!», gritaron después, emocionados. «¡El franchute! ¿Te acuerdas?», se decían unos a otros. Poco a poco, como el que levanta un muro ladrillo a ladrillo, reconstruyeron su infancia en las cuevas del Sacromonte y rescataron a padres, madres y hermanos de un lugar que ya no existe.
A finales de los 50, el actor americano Richard Erdman (1925–2019) rodó en Granada un programa que nunca llegaría a emitirse: 'Small World', 'Mundo pequeño'. Un programa en el que actor viajaría a los lugares más recónditos del planeta para contar la vida a través de los ojos de los más pequeños. Aquel primer y único programa, de veinticinco minutos, se tituló 'Los niños gitanos de Granada'. Un hermoso documental pensado para la televisión que, hace un par de años, subió a Youtube el archivo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Desde entonces, raro es el grupo de whatsapp que no ha recibido el vídeo con un mensaje así: «Si eres de Granada, esto te va a gustar».
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El programa está protagonizado por Juanito y sus amigos, que son los encargados de llevar a Erdman por las raíces del Sacromonte. El paradero de Juanito es un misterio. Pero sus amigos, todos ellos, viven en Almanjáyar. «¡Muy buenas!». La voz de Antonio Cortés Rodríguez suena con fuerza en la Plaza Rey Badis. Aunque es bien conocido en el barrio, nadie le llama Antonio. Todos le dicen Laja. «De pequeño, una señora le dijo a mi madre que yo era una alhaja y así me quedé», ríe. Y en esa risa, tras el bigote frondoso y las arrugas morenas, asoman los ojillos del zagal que abraza a Juanito nada más empezar 'Small World'.
«No nos acordábamos, si es que éramos muy chicos. Pero cuando vimos el vídeo fue algo muy bonito», cuenta Laja, paseando por la plaza. «Eran otros tiempos, éramos muy humildes y nos ayudábamos los unos a los otros –sigue–. Íbamos al colegio Ave María, al que fui tres días, no te voy a mentir. Nosotros trabajamos desde el principio, somos buscavidas. Aquello era una vida más pobre y hoy doy gracias a Dios porque todos comemos y no nos falta de nada... Fuimos felices en las cuevas, pero cuando llegaron las inundaciones la vida cambió en mil por mil».
En 1963, poco después de que Erdman rodara el programa, la lluvia se convirtió en marejada y la marejada en tragedia. Dos personas murieron en las inundaciones y varias cuevas se derrumbaron. Los vecinos fueron desalojados de sus hogares y comenzó el éxodo del Sacromonte. «Nos trajeron aquí abajo. A unos los llevaron a China Real, a otros a la Chana, a otros a Santa Juliana... Nos dieron un barracón de tres por tres donde vivimos mis padres y mis seis hermanos. Luego nos dieron una casa en la Virgencita, en el camino de Maracena, el barrio más bonito del mundo. Tenía tres dormitorios, cocina y cuarto de baño. Aquello fue un lujo, un cambio tremendo. ¡La casa más bonita que he tenido en mi vida!».
«¿Nacará el caló?»
Laja se casó con Ana, «la más hermosa de todas», y tuvo cuatro hijos, doce nietos y dos bisnietos. «Y uno en camino», apunta. Él, como el resto de su familia, ha trabajado en la obra casi desde el principio. «Somos yesistas. Aunque, bueno, ya estamos jubilados. Mira, por ahí viene mi hermano».
Pepe camina por Rey Badis lentamente, con muletas. Su sonrisa, como la de su hermano, es fácil de identificar en el programa de Erdman, cantando mientras el peluquero trabaja o corriendo ladera abajo. «En todo el cerro el que más corría era yo –dice–. El bicho que nadie pillaba, el más rápido... Y ahora con muletas porque me olvidé de que ya soy viejo». Pepe tiene 67 años y se llama Juan Antonio. «Nunca me han llamado Juan Antonio porque desde chico me gustaba Pepe. Si me llamaban Juan Antonio les pegaba una pedrá».
Sentado junto a su hermano, Pepe observa unas fotografías sacadas del vídeo y sus ojos chisporrotean con melancolía. «Son recuerdos muy gratos. Eso –golpea el papel con el revés de la mano– era la infancia, una cosa muy bonita, muy tranquila, muy feliz, con mucho orgullo, cuando las personas éramos llanas y los amigos éramos familia. Éramos gente noble que vivíamos para ser felices, nada más».
Laja, entonces, interrumpe a su hermano y le propone hablar en caló. «¿Tusa no chanela nacará el caló?», pregunta Pepe al periodista. «¡Simoñe!», gritan los dos a la vez, entre carcajadas. «¿Que dónde aprendimos caló? –responde Pepe– En la escuela de los gitanos. En la calle». Pepe se casó a los 16 y tiene cinco hijos, diez nietos y tres bisnietos. «Y toda la vida trabajando en la obra, con la familia». Los hermanos llevan tiempo sin acercarse al Sacromonte aunque, de vez en cuando, «si aprieta la añoranza», hacen una escapada para respirar su aire. «La verdad es que el vídeo lo ha visto toda España... ¡A ver si nos vamos a hacer famosos ahora por algo que pasó hace sesenta años!», exclama Pepe.
Antonio Rodríguez Heredia aparca la moto en la plaza y se acerca a sus primos con paso firme. Justo en ese momento, Laja y Pepe están viendo una imagen del vídeo en la que salen cuatro niños: ellos, Juanito y Miguele, el hermano de Antonio. «¡Pero yo también estoy en el vídeo! ¡Si es que estamos muchos niños!», apunta orgulloso el recién llegado, que trae en un sobre dos fotografías sacadas también del programa. «Imagina lo que fue para mí cuando me encontré con mi padre, haciendo la canasta –dice, con voz temblorosa, mostrando los fotogramas–. ¡Y mi abuelo es el hombre dormido al que le ponemos una pluma!», ríe a carcajadas.
A Antonio, como a su padre y a su abuelo antes, y como a sus cuatro hijos, ocho nietos y cinco bisnietos, les conocen como Follaperras. «Así nos dicen de toda la vida de Dios –sonríe, volviendo la vista sobre la fotografía de su padre–... Mi padre tendría 92 años ahora. Qué emoción verlo ahí». Él, yesero como los demás, ha pasado la última década vendiendo en el mercadillo, de plaza en plaza. «Ropa, zapatos, macetas... Que aquí somos buscavidas, que son muchas bocas que alimentar. En Pascua, con los sobrinos, nos podemos juntar doscientos».
Los tres se sacan unas sillas a la plaza y se acomodan para ver el vídeo, una vez más. El programa se convierte en un hermoso baile de nombres maravillosos que pronuncian con la boca grande: La Mosca, que era la madre de Juanito; Ojo Gallina, que era su padre; el Papafrita, el Millonario y la Paquita bailando «con tanto arte»; el Perches, el Nono, la Gata... Al llegar a la escena del río, Antonio habla como si fuera la primera vez: «Esto fue en Puente Quebrada, en el camino del Monte. Allí vino a grabar el tipo, que llamábamos el Franchute (Richard Erdman). Como no había agua en las cuevas, bajábamos con cántaros, las mujeres lavaban allí y los hombres hacían canastas. ¡El Franchute jugó con nosotros, le echamos agua y lo pusimos chorreando!», ríen los tres, rodeando sus brazos.
–Era apañado de verdad. El Franchute, digo, era muy bueno –apunta Laja, casi sin aliento.
–Qué bonito es esto –repite Antonio.
–Y de Juanito, ¿qué fue? –pregunta Pepe.
–No lo sé. Le perdí la pista hace cincuenta años. Se fueron a Málaga y luego a Barcelona. Me dijeron que había muerto –responde Laja.
–¿Muerto? Yo creo que vive. Pero no sé dónde –termina Antonio.
Y así, como los niños perdidos de Nunca Jamás, los tres echan la mirada al cielo, traviesos, por si Juanito, como Peter Pan, apareciera bailando por el cielo.
Richard Erdman
El rodaje que trajo un trozo del mejor Hollywood a Granada
John Richard Erdman (1925-2019) fue un actor y director americano que apareció en un centenar de películas y series de televisión. Le vimos en 'Hombres' (Fred Zinnemann, 1950), en 'Tora! Tora! Tora!' (Richard Fleischer, Kinji Fukasaku, Toshio Masuda, 1970), o en 'Traidor en el Infierno' (Billy Wilder, 1953). También en series como 'Sensación de vivir', 'Felicity' o poniendo voz a los personajes de 'Los Picapiedra', 'Batman', 'Los Snorkels' y 'Patoaventuras', entre otras muchas. Su último trabajo fue en la serie 'Community' (2009-2015), interpretando a uno de los personajes más carismáticos y queridos de la televisión moderna: Leonard, el viejo niño de la clase de español.
Erdman, con ese aire de niño eterno, como Robin Williams, también escribió varios libros educativos, motivo por el que quiso crear 'Small World', el programa con el que quería contar el mundo desde la mirada de los niños. Su apuesta por sacar adelante el programa fue tan decidida que fichó como director y cámara a James Wong Howe (1899-1976), considerado como uno de los diez directores de fotografía más influyentes de todos los tiempos, leyenda en Hollywood, diez veces nominado a los Oscar y ganador en dos ocasiones por 'La rosa tatuada' (1955) y 'Hud' (1963). Wong fue el encargado de grabar a Erdman por Granada y de montar el programa.
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